Otros programas de telerrealidad extremos que no son ‘El juego del calamar’
La serie de Netflix ha vuelto a poner en el foco esos formatos que someten a sus concursantes a un martirio inimaginable. Repasamos algunos de ellos y analizamos por qué, incluso a veces sin premio, tanta gente acepta someterse a esa experiencia
El juego del calamar, la serie coreana a la que poco le falta ya para ser la más vista de la historia de Netflix, recuerda a los concursos japoneses hiperviolentos que descubrimos hace décadas. Aunque en ninguno de ellos hubo que enfrentarse a pruebas tan virulentas como la de rojo y verde, más de un reality asiático ha llegado al punto ...
El juego del calamar, la serie coreana a la que poco le falta ya para ser la más vista de la historia de Netflix, recuerda a los concursos japoneses hiperviolentos que descubrimos hace décadas. Aunque en ninguno de ellos hubo que enfrentarse a pruebas tan virulentas como la de rojo y verde, más de un reality asiático ha llegado al punto de rozar la tragedia.
Muchos de estos programas, a menudo llegados de la televisión japonesa pero hoy presentes en cientos de países, carecen de premio final. ¿Cuál es, entonces, el motivo para dejarse humillar? Según la psicóloga Beatriz Cuervo, “es la combinación de dos factores: o bien búsqueda de fama y notoriedad o bien la búsqueda de retos, adrenalina y morbo. Este segundo motivador no es exclusivo de los programas de telerrealidad: a veces, la gente que hace deportes extremos tiene motivaciones parecidas. Según nuestras formas de ser y cómo se ha configurado nuestro gusto, puede que nos enganchen esos subidones momentáneos. Vivir en el corto plazo siempre es adictivo”.
‘Fear Factor’ (NBC, 2001): el programa que fue demasiado lejos
Azuzadas por el éxito de Survivor, la versión original de lo que en España se convertiría en Supervivientes, todas las cadenas quisieron su reality de supervivencia extrema. La idea original de Fear Factor consistía en enfrentarse a los propios miedos para ganar dinero, lo que incluía quedarse atrapado en espacios pequeños para un claustrofóbico o subirse a alturas para los que padecen vértigo. Algo cuestionable, pero no lo peor que se vio a lo largo de sus nueve temporadas. Entre las pruebas destacan beber ratas licuadas, recoger y degustar animales atropellados ―a veces en estado de descomposición―, ingerir el humor vítreo de los ojos de una vaca, sumergir la cabeza en su sangre, ordeñar una cabra con la boca o hacer vino con gusanos y beberlo.
Las imágenes eran tan perturbadoras que hubo denuncias de espectadores que sufrieron náuseas tras la emisión de algunos episodios. El final del programa se precipitó precisamente tras una prueba tan repulsiva que ni siquiera llegó a emitirse: durante la sexta temporada, dos participantes bebieron orina y semen de burro. El revuelo fue tal que Comcast, el conglomerado mediático en el que se engloba la cadena NBC, exigió que el episodio jamás llegase a antena. Es fácil de encontrar en internet. Si es que alguien desea verlo.
‘Born in the Wild’ (Lifetime, 2014): el parto salvaje hecho espectáculo
“¿Qué sucede cuando la experiencia más importante de la vida de una mujer se vuelve verdaderamente salvaje y los futuros padres deciden tener un parto sin ayuda al aire libre?”, se preguntaba la cadena Lifetime en 2014 en un comunicado de prensa. La propuesta, hoy inimaginable, se inspiraba en un vídeo de YouTube donde una mujer daba a luz en un arroyo en el bosque acompañada tan solo por sus familiares. Sus más de 20 millones de visualizaciones inspiraron al canal un programa de telerrealidad que estuvo rodeado de controversia. “Todo el mundo quiere creer que sobremedicalizamos el embarazo, que es un proceso natural. Pero es un proceso natural que históricamente ha causado una extraordinaria pérdida de vidas”, protestaba en Entertainment Weekly Ron Jaekle, especialista en medicina del Centro Médico de la Universidad de Cincinnati.
Lifetime, por su parte, se escudaba en que “hay mujeres que han tenido hijos en hospitales y tras sufrir experiencias insatisfactorias eligen otras diferentes. Esto es algo que la gente está haciendo y nos propusimos documentarlo”. Para evitar males mayores, la cadena prohibió la participación de madres primerizas y exigió certificados de salud, además de garantizar que el programa se grabaría a poca distancia de un hospital. Afortunadamente, no hubo ningún incidente. Tampoco segunda temporada.
‘Shattered’ (Channel 4, 2004): si te duermes, pierdes
Tras el éxito desmesurado de Gran Hermano, a principios de siglo surgieron programas que, amparándose en aquello del “experimento sociológico”, cruzaron barreras que hoy serían infranqueables. Uno de ellos se emitió en la británica Channel Four y tenía una mecánica especialmente simple: solo consistía en no dormirse. Un reto sencillo, pero tan potencialmente pernicioso para los concursantes que la Asociación Británica de Psicoterapia describió el programa como “mal concebido y peligroso’'.
El premio de este programa era de 100.000 libras y para hacerlo inaccesible los guionistas idearon diversas tretas. Entre las dos y las cuatro de la mañana, cuando el cerebro es más vulnerable al sueño, les obligaban a abrazar osos de peluche, calentaban sus habitaciones, les hacían ver vídeos de 20 minutos de personas bostezando, escuchar conferencias matemáticas o recibían la visita de abuelas seleccionadas por su tono de voz reconfortante. Los productores valoraron también utilizar descargas eléctricas para despertarles cuando se amodorraban, pero finalmente la idea fue desechada por la junta ética de la productora Endemol. El programa nunca tuvo una segunda entrega.
‘Kid Nation’ (CBS, 2007): ¿es que nadie va a pensar en los niños?
Solo duró una temporada. En 2007, la estadounidense CBS planteó un reality para los niños o más bien (y aquí está la clave) sobre los niños. La cadena envió a 40 chavales de entre 8 y 15 años a una ciudad fantasma en el desierto de Nuevo México a la que llamaron Bonanza City ―aunque ninguno de los participantes estaba en edad de entender la referencia― para construir una sociedad desde cero, con sus estructuras políticas, sociales y económicas. Algo parecido a El señor de las moscas. Su creador, Tom Forman, lo planteó como la enésima revisión del “experimento social” y no como un vulgar concurso de popularidad, pero se acabó convirtiendo en un cóctel de ambos con más cantidad del segundo ingrediente.
Teniendo en cuenta las cláusulas que firmaron los padres a cambio de unos exiguos 5.000 dólares, asusta pensar en el papel que jugaron a posteriori. El contrato incluía apartados que aclaraban que “el programa puede tener lugar en áreas peligrosas que pueden exponer al menor a una gran variedad de peligros incontrolables que pueden causarle lesiones corporales graves, enfermedades o la muerte, que incluyen, entre otros: exposición a calor y frío extremos; peligros con el agua, grietas, acantilados y avalanchas de rocas; encuentros con animales salvajes o domesticados; o actos de Dios (por ejemplo, terremotos)”.
Sin embargo la mayor polémica fue provocada por las pruebas en las que se determinaba la clase social de cada equipo y tras las que se escucharon frases como: “¡Soy una reina de belleza, no lavo platos!”, O “¡Inclinaos ante mí, indignos campesinos!”. Finalmente, como contó EL PAÍS, solo hubo que lamentar pequeños incidentes: un menor se quemó la cara al untarse un producto químico que confundió con crema de sol y otros tres recibieron atención médica porque compartieron un refresco sin etiqueta que resultó ser lejía.
‘Koh-Lanta’ (2013, TF1): la mayor tragedia ante las cámaras
La versión francesa de Supervivientes fue la más accidentada de todas. En 2013 la grabación fue interrumpida tras la muerte de un candidato, Gérald Babin, tras una crisis cardíaca durante el rodaje de la 13ª temporada y cuando el equipo llevaba apenas un día en la isla de Koh Rong, en Camboya. El fallecimiento tuvo lugar durante una prueba sencilla, un tira y afloja entre los dos equipos. Pero a los pocos segundos de iniciarse, Babin empezó a sentir calambres y requirió la atención del médico del programa. Sigue el relato de EL PAÍS: “El médico decide evacuarle en barco hasta la enfermería, según explica la productora, al considerar que su estado no es crítico. A bordo de la embarcación, Babin sufre un primer paro cardíaco. Reanimado, es trasladado, esta vez en helicóptero, hasta el hospital más cercano. De camino al centro médico sufre un segundo paro. Una vez allí se confirma su muerte. La productora anuncia de inmediato el cese del programa y la repatriación del cuerpo y de todo el equipo a Francia.”
Pocos días después, un mensaje anónimo desveló que el médico había sido obligado a esperar al final de la prueba para atender al concursante durante 10 minutos que resultaron vitales y en los que Babin permaneció tumbado bajo el sol. “La intervención del médico es filmada, y como la primera toma no es buena, le hacen interpretar de nuevo su entrada”, aseguraba el mensaje. Dos testimonios anónimos confirmaron la revelación. Thierry Costa, de 38 años, el médico que atendió a la víctima, puso fin a su vida una semana después, dejando una nota en la que acusaba a los medios. “Reconstruir esa reputación destruida me sería insoportable, es así la única opción posible”, escribió. A pesar de la tragedia, el programa volvió a emitirse.
No eran los primeros decesos en la larga vida del formato. En 2009, un candidato de la versión búlgara del programa sufrió una crisis cardiaca durante una prueba en Filipinas. Y meses después, en la versión paquistaní, uno de los aspirantes se ahogó ante las cámaras durante el rodaje de una prueba de natación en Tailandia en la que debían atravesar un lago nadando y cargando con una mochila de siete kilos.
‘Naked and Afraid’ (Discovery Channel, 2013): pues eso, desnudos y asustados
El concepto del programa era simple: un hombre y una mujer que no se conocían previamente debian ayudarse mutuamente para sobrevivir en un lugar remoto durante tres semanas sin agua, comida... ni ropa. Naked and Afraid (Desnudos y asustados, que en España recibió el título de Aventuras en pelotas) tan solo permitía que los participantes poseyeran un mapa y un objeto personal que podía ser un cuchillo o un encendedor. Aunque el mayor interés debía provocarlo la superviviencia en un entorno hostil, lo que más preocupó a los espectadores fue la parte sexual. Pero, como revelaron algunos concursantes, “todo el mundo está sucio y cansado, no tienes líbido en absoluto. Es cualquier cosa menos sexual”.
Una de las mayores sorpresas respecto al programa la desveló el director Paul Thomas Anderson en el programa de Jimmy Kimmel, resulta que el tres veces oscarizado Daniel Day-Lewis era un fan devoto, que durante la grabación de El hilo invisible recomendaba a todo el equipo. “Honestamente, para ser el actor más grande del mundo, tiene el peor gusto en televisión”, reveló Anderson. Quien no resultó serlo tanto fue el Ayuntamiento de San Sebastián, que en 2015 prohibió que se grabase el programa en la localidad de Artikutza “por motivos ecológicos”.
‘Game2: Winter’ (2016): todo iba a ser posible hasta que...
“Todo está permitido. Pelear, el alcohol, asesinar, violar, fumar, todo”. Así de contundente fue la promoción de Game2: Winter, el formato con el que Rusia se subía al carro de los realities para darle sopas con honda a Supervivientes con un programa de “supervivencia real” en Siberia en el que acabar mutilado o muerto era perfectamente factible. Game2: Winter reuniría a 30 participantes en un bosque de la Taiga en el que permanecerían nueve meses, con temperaturas de 40 grados bajo cero y en el que estarían permanentemente vigilados por 2.000 cámaras.
Como obviamente las palabras “violar” y “matar” hicieron saltar las alarmas, los organizadores se apresuraron a destacar que el programa estaría sometido a las leyes rusas, por lo que la policía podría aparecer en cualquier momento. A pesar de las condiciones extremas, el jugoso botín de 1,6 millones de euros propició que recibiesen cartas de centenares de participantes dispuestos a convivir entre osos, lobos y serpientes venenosas. “Cada participante debe ser consciente de que puede acabar mutilado e incluso muerto”, afirmaba el programa.
En su momento, EL PAÍS habló con el empresario Eugene Pyatkovsky, creador del formato, que contó que había flecos pendientes. “Todavía no está claro si podrán o no llevar armas consigo”, explicó. También reveló que los candidatos serían entrenados durante unos días por “exmiembros de las fuerzas especiales” rusas y llegarían al lugar en helicóptero, antes de ser abandonados a su suerte. Y para tranquilizar a los potenciales concursantes y sus familias, aseguró que el formato contaría con un “botón del pánico”, que funcionaría incluso bajo el agua y en las cuevas.
Desafortunadamente para los que ya se frotaban las manos con la idea, todo resultó ser un bulo. “Es una falsificación que lancé para un estudio de mercado”, afirmó Pyatkovsky, meses después y tras ser expuesto por los medios. Todo había sido un engaño a mayor gloria de sí mismo que, sin gastar un rublo, le había hecho objeto de atención de todos los medios del mundo. El verdadero “experimento sociológico” fue ese.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.