Dsquared2, un legado de 30 años: “Las fiestas son inherentes a la moda. Te vistes para que te dejen entrar”
Dean y Dan Caten, fundadores de la firma, celebran tres décadas defendiendo la diversidad, el color y el tejido vaquero sobre las pasarelas
El desfile del 30° aniversario de Dsquared2 comenzó con una carta. Estaba en los asientos de los asistentes, llevaba la firma de Dean y Dan Caten, los fundadores de la marca, y estaba dirigida a la modelo y fotógrafa que los descubrió en Canadá cuando eran solo dos hermanos adolescentes que no encajaban en ningún sitio. “Fue la persona que nos inició en la moda y la primera que nos aceptó. Eramos diferentes y ella nos entendió. Fue como una madre para nosotros, nos llevaba a todas partes, nos sacaba a cenar, nos presentó a gente”, recuerdan los hermanos. “Nos convirtió en lo que somos hoy y nos ayudó a dejar de avergonzarnos. Nos invitó a entrar en un mundo en el que encontramos nuestro sitio, nos sentimos cómodos, Porque nuestra infancia no había sido así. Por eso quisimos que el desfile fuese una invitación abierta. Invitamos a todo el mundo. ¡Incluso a la policía!”.
Tratándose de Dsquared2, la policía a la que se refieren no era un agente de paisano, sino una impresionante Brigitte Nielsen con botas-pantalón de cuero, gorra y gafas de pera que se llevó esposados a unos trajeados Caten en los saludos finales. Incluso les dio un cachete. Los tres llevaban tacones.
Así son las cosas en el universo de Dsquared2, una firma vitalista y adrenalínica que podríamos calificar como disfrutona si esa palabra no estuviese repleta de connotaciones rancias.
Y no hay nada rancio en los Caten, que conciben cada desfile como una fiesta y, al final de esta, bailaron en la pasarela junto a la rapera Doechii y a Naomi Campbell ataviada con una enorme peluca que habría hecho palidecer de envidia a la Cher de los ochenta. Era una referencia literal, igual que muchas otras. Dsquared2 nació como firma en 1995 y saltó a la fama en el año 2000, cuando los Caten vistieron de vaquera a Madonna en el videoclip de Don’t Tell Me y desencadenaron un auténtico frenesí por los tejanos de cintura baja, los cinturones de grandes hebillas y las camisas de cuadros que, en realidad, eran un homenaje a su Canadá natal. Pero ellos lo hacían desde Milán, una capital de la moda que no se lo puso demasiado fácil al principio. “Hoy la moda ha cambiado. Cuando llegamos nosotros, los recién llegados no lo tenían fácil. Los grandes diseñadores no eran muy amistosos. Pero teníamos la ventaja de ser dos, así que nos empeñamos en lo que queríamos. Estamos orgullosos. Hemos resistido. Y estamos listos para los próximos 30 años”.
También están listos para mostrar la generosidad que otros no tuvieron con ellos, En el desfile había, entreverados con sus nuevos diseños, varios looks firmados por marcas jóvenes; los neoyorquinos Vaquera, que siempre han reivindicado el estilo dosmilero que ellos ayudaron a crear; la ucraniana Julie Pelipas, que desde su marea Bettter reinventa el reciclaje como forma de diseño, y el italiano Magliano, un rebelde tan alérgico a la solemnidad burguesa como los Caten. Cuando Dsquared2 debutó en la pasarela milanesa en 1995, todos los desfiles de hombre estaban llenos de trajes y corbatas, Los suyos, sin embargo, mostraban vaqueros y camisetas ajustadas, “Nos dimos cuenta de lo absurdo que era que en los desfiles de hombre solo hubiera trajes, cuando los hombres llevan otras cosas. Era un mercado mucho más vacío, así que empezamos por ahí. Cuando nos asentamos, añadimos las colecciones de mujer”. A la hora de colaborar con estos jóvenes diseñadors, los Caten les han abierto las puertas de un archivo enorme, más vigente que nunca. Hay algo del descaro de Dsquared2 que ha conectado muy bien con la Generación Z. “Están obsesionados con lo antiguo, se pasan el día rebuscando imágenes viejas. TikTok está lleno de desfiles nuestros del pasado. Y es curioso, porque en realidad son cosas que nunca vieron en su momento, que no vivieron en primera persona. Así que hemos querido hacer un desfile impresionante, como los que estos chavales nunca llegaron a ver. Y fue un acierto. Después, hablaban del desfile como si hubieran estado en la Superbowl”.
Tal vez por eso su desfile de aniversario fue una celebración de todas esas señas. “Era una fecha grande, porque fundamos la marca cuando teníamos 30 años y ahora la marca cumple otros 30”. Recrearon en la pasarela el exterior de Paradise Garage, el templo de la música house y de la comunidad gay neoyorquinas de principios de los ochenta. Ante él iban desfilando, con sus motores de gasolina rugiendo a toda potencia, fabulosos coches históricos de los que se bajaban los modelos, ataviados como para ir a una fiesta memorable.
Había rockeros maquillados como los integrantes de Kiss —“nuestros hermanos eran rockeros y los escuchábamos en casa”—, bailarines de voguing, raperos, vaqueros, gogós y culturistas. “Queríamos que fuese una fiesta donde todo el mundo tuviese una entrada espectacular. Un desfile es una celebración. Es como una graduación de la universidad. Ya está. Has acabado. Y ahora viene lo siguiente, y hay que celebrarlo. Además, las fiestas son un motivo para arreglarse, para vestirse. Son algo inherente a la moda. Te vistes para ir a una fiesta. Para que te dejen entrar”.
Cuentan los hermanos que, colaboraciones estelares apar-te, el secreto de su longevidad está en no haber dado nunca uno de esos zambombazos de éxito que dejan noqueados a sus protagonistas. “El secreto está en no llegar a la cumbre. Nunca ha habido un momento en que nosotros fuésemos los únicos. Ni siquiera cuando Madonna. Nuestra obsesión ha sido avanzar, poco a poco, sin acelerones. Porque después de un hype solo se puede ir hacia abajo. La longevidad es nuestro superpoder: Somos supervivientes natos y rebeldes natos”.
Otro de sus superpoderes ha sido, desde sus inicios, su defensa de la diversidad, de lo queer, de la diferencia. Y eso no es tan habitual en su generación. “La diferencia entre nosotros y otros diseñadores es que nosotros no teníamos una familia ni un apellido que proteger. Eramos gais, tampoco fue un escándalo. Además, en nuestros primeros años en Norteamérica, teníamos que disimularlo, porque había acosadores. Y cuando vinimos a Europa había más aceptacion.
Por primera vez, nos querían tal y como éramos. Pero no fue algo deliberado. Fue algo natural".