La discusión sobre cómo comer un huevo frito se libra en las redes: los perfiles de buenas maneras que arrasan en Instagram

Suman cientos de miles de seguidores, suscitan comentarios apasionados a favor o en contra y provocan tanta fascinación como relax en quien observa. Son los perfiles sobre protocolo y buenas maneras que, desde la pandemia, están al alza en las redes sociales

Según las cuentas sobre etiqueta en la mesa que triunfan en Instagram, este hombre no lo está haciendo bien.Getty Images

En el año 1985 un artículo de The New York Times dio por muerta la etiqueta en la mesa. “Los restaurantes y comedores corporativos de esta nación están llenos de hombres y mujeres veinteañeros y treintañeros que sostienen sus tenedores como si fuesen palas y sus cuchillos como si fuesen sierras. Se chocan para alcanzar la mantequilla o la sal, se niegan a pasar la cesta del pan, empiezan a comer antes de que les sirvan a los demás, se meten las servilletas en el cuello de la camisa o se olvidan de ellas por completo y agitan los cubiertos como si fueran banderitas en un desfile”, se quejaba el columnista William R. Greer. Si Greer tenía razón, su teoría marca un punto en el calendario que se puede unir con 2024 y respaldar otra teoría, la de Diana Neira, experta en etiqueta, protocolo y relaciones públicas, que habla a ICON de los hijos de una generación que dejó de saber sobre etiqueta. “Hay una generación que ha crecido sola y ahora se dan cuenta de que les toca desempeñarse en situaciones en sociedad y no tienen información, tampoco a quien pedírsela”, medita a través del teléfono. “¿Sabrán sus padres cómo se come un espagueti? A veces, cuando doy un curso infantil, me doy cuenta de que son los niños los que acaban enseñando a sus padres cómo se cogen los palillos orientales”. A Greer le hubiese gustado saber que 40 años después, el protocolo en la mesa es uno de los subgéneros más exitosos de TikTok e Instagram: hay una generación con verdadero interés por saber dónde se pone la servilleta y cómo se alcanza el pan. Los hijos de aquellos veinteañeros que sostenían los cubiertos como si fuesen palas han recurrido a las redes sociales para saber cómo se sostienen de verdad.

Neira, colombiana residente en Barcelona, ha creado una activa comunidad en Instagram con un perfil en el que enseña cómo agarrar una copa, servir el champán, cortar la carne de un caldo o comer el arroz. Se une así a una lista de influencers impulsores de un subgénero en el mundo hispano: está la uruguaya simplementerose (casi 380.000 seguidores), la española María José Gómez y Verdú, o sea, protocoloyetiqueta (con casi 400.000) o la panameña Dorita Eisenman (más de 570.000). Especialmente viral es la también colombiana Carmiña Villegas (más de 520.000 seguidores en Instagram), que ha creado su propio grito de guerra, apasionados de la mesa, con el que saluda al principio de cada vídeo. “Apasionados de la mesa, ¿debemos comernos todo lo que está en el plato?”. “Apasionados de la mesa, ¿cómo llamar correctamente al mesero?”. “Apasionados de la mesa, ¿cómo saludar en un cóctel si tienes la copa en la mano derecha?” (spoiler: ha de sujetarse siempre con la izquierda).

En el scroll infinito de TikTok e Instagram, que se puede antojar caótico, confuso, a veces feo y que alterna cuerpos musculados con tragedias humanitarias, cachorros de carpincho y pisos de lujo a precios desorbitados en lo que ahora llaman Upper Salamanca, estos perfiles son un oasis de orden, calma, pulcritud y amabilidad, una promesa de perfección, casi un masaje para el cerebro, ASMR para los ojos. Y nos permiten aprender cómo indicar que no queremos vino, hasta qué hora se puede llevar un tocado en interior (hasta las seis de la tarde) o cómo enfrentarse a la comida que flota en un bowl.

Carmiña Villegas es una de las más populares del mundo hispano gracias a su presencia, también, en TikTok, donde roza los 340.000 seguidores. Dueña desde 1992 de tiendas en varias ciudades de Colombia que llevan su nombre (hoy son siete), fue durante la pandemia cuando descubrió las ganas que había en redes sociales por perfiles que resolviesen las dudas más básicas (o más complejas) sobre el protocolo en la mesa. “Durante esos días las personas se dedicaron a su casa y especialmente a la gastronomía. Ahí se nos ocurrió que un buen aporte a nuestra comunidad sería el de generar por redes sociales recomendaciones puntuales de etiqueta de la mesa para compartir en familia y aprovechar el tiempo libre. El primer video que subimos fue el de cómo montar los cubiertos en la mesa y resultó ser un éxito, se volvió viral en TikTok y en Instagram. Entonces empezamos a recibir comentarios en los que nos pedían vídeos sobre diferentes temas. Y así fuimos generando contenidos de manera regular”, explica. “Durante los últimos seis meses hemos producido vídeos que se han vuelto virales, como el de cómo comer un banano con cubiertos en la mesa, o el de mayor impacto aun, el de cómo comer un tamal [plato de carne cocida al vapor y envuelta en una hoja de plátano]”.

El vídeo del tamal es un buen ejemplo de por qué triunfan estos contenidos: por explicar algo de, aparentemente, una simplicidad pasmosa. Villegas explica en su vídeo que, para comer el tamal, básicamente, hay que retirar la hoja que lo recubre y comérselo. Los comentarios (más de 13.000 en TikTok, casi 12.000 en Instagran, algunos muy jocosos) indican que si se hace con la parsimonia que ella muestra, el resto de la mesa habrá terminado con la fuente de tamales antes de que acabe de pelar el suyo.

William Hanson también triunfa con la simplicidad. No es solo uno de los reyes de la etiqueta en Instagram con casi tres millones de seguidores, también una pequeña celebridad en Inglaterra. En sus vídeos enseña a agarrar una porción de pizza (se debe hacer un arco con los bordes y morderla empezando desde el centro), a comer patatas fritas (“cuando te las sirvan en una adorable cestita de plata, no las cojas individualmente con la mano, en su lugar deposita unas cuantas en tu plato”) o explica la rabia que le da que en los restaurantes pongan los cubiertos sobre la servilleta, lo cual obliga a retirar los cubiertos para poder colocarse la servilleta sobre el regazo.

Neira considera que hasta las cosas más obvias son dignas de ser remarcadas y enseñadas, porque no son universales: “Aquí, en Madrid, yo puedo ir a una taberna a comer unos buñuelos de bacalao y tirar los papeles al suelo y no pasa nada porque es la costumbre, pero si lo hago en el restaurante Lucio se van a preguntar de dónde he salido”. Estos vídeos también suscitan más reacciones, más comentarios y, siguiendo la malvada lógica neoliberal de las redes sociales, más engagement: hay un público soliviantado escribiendo en los comentarios que ellos ya saben cómo se hace todo eso.

(Muy) apasionados de la mesa

“En los días posteriores a publicarse el vídeo del tamal algunas personas empezaban a reconocerme por la calle como la señora del tamal”, recuerda Villegas. “Los comentarios en mis vídeos son, diría, en un 90%, positivos”. ¿Y el otro 10%? Para la respuesta, Villegas tira de años y años perfeccionando la labor de las buenas maneras: “Bueno, los considero una forma de expresión”. Y añade, pragmática: “Lo curioso es que continúen visitando mi perfil”.

Dos vídeos recientes del perfil de Villegas demuestran lo bien que funciona meterse en territorios sagrados. Cómo comer arroz al estilo americano y Cómo comer arroz al estilo francés suman más de 2.000 comentarios y casi crean un conflicto diplomático de baja intensidad al no poner de acuerdo a absolutamente nadie sobre si realmente en Francia hay que arrastrar los granos de arroz con el cuchillo a la parte cóncava de las púas del tenedor y llevárselo a la boca con el tenedor del revés. También el de cómo comer un huevo frito creó un pequeño terremoto, especialmente entre españoles: más de 2000 comentarios se despacharon a gusto sobre si el huevo frito se comía así o no. “¡En España el protocolo prohíbe terminantemente usar cuchillo con los huevos!”, escribe alguien. A continuación, 43 personas se suman a ese comentario para darle la razón o quitársela.

Hanson tampoco es ajeno a las posibilidades de la rivalidad territorial: en el vídeo en el que explica cómo comerse un cruasán, indica: “No mojes un trozo de cruasán en el café o en el chocolate... aunque lo hagan en Francia”. Alguien comenta: “Entonces, para resumir: vas a una pastelería francesa, te pides un producto francés ¿y no es de etiqueta comértelo al estilo francés?”.

La fascinación por el protocolo y las buenas maneras han cristalizado en libros que se hicieron imprescindibles en las casas de los ochenta y noventa como Recibir en casa, cuya portada mostraba a María Rosa Marchesi (experta en protocolo y mujer de diplomático) y Simone Ortega (la autora del todavía más ubicuo superventas 1080 recetas) en escenas ya clásicas como esa en la que Julia Roberts aprende a usar los cubiertos en Pretty Woman. En toda película sobre una transformación, especialmente femenina, la escena de protocolo y buenas maneras es el rito de paso imprescindible para dejar de ser una fulana y convertirse en una señora. Y antes de eso estaba el popular Manual de Carreño, escrito por Manuel Carreño, publicado en 1853 y que supuso la primera guía de buenos modales adaptada al carácter latino (y español) y que no era una mera adaptación de las publicadas en Francia o Inglaterra. En él se explicaba cómo portarse bien en la mesa, pero también como llamar a una puerta o sujetar un ataúd.

“Los rituales, sean del tipo que sean, son una forma de generar seguridad a través de una estructura precisa”, explica la psicóloga Violeta Alcocer, que acaba de publicar Auténticas impostoras (Roca Editorial). “Cuando seguimos un ritual sabemos que estamos siguiendo unos códigos validados social y culturalmente, lo que alimenta nuestro sentido de pertenencia. Por eso, aunque seamos ateas, celebramos la navidad. Es una forma de conexión social y además nos ayuda a sentir que hacemos lo correcto”.

“Saberse comportar bien en la mesa genera una mayor interacción entre los comensales pues saberse comportar bien en la mesa da seguridad personal, empodera a las personas y les da un upgrade social y cultural”, opina Carmina Villegas. Para Diana Neira, “la mesa es el centro de reunión más importante a través de la historia. Todo lo que hacemos que queremos que trascienda en la vida se hace alrededor de una mesa. Y es imprescindible sentirse seguro y en armonía. En la mesa estás mostrando quién eres. En la mesa te retratas. Si tienes unos cubiertos que no sabes cómo se usan o no sabes cómo se comen unas gambas, copias al que está haciéndolo mejor. Pero ojo con ser tú el anfitrión y tener que servir escargots”. (Por si alguien lo necesita, William Hanson tiene un vídeo donde explica cómo comer escargots, pero desde Portugal alguien le comenta que de ninguna manera, que basta tu mano y un palillo).

Alcocer pone sobre la mesa otro elemento que, de forma ineludible, va unido al mundo del protocolo en la mesa y a su explosión en las redes sociales: lo aspiracional (ya que hablamos de escargots). “Existe un elemento demostrativo de la clase social, ya que ciertos modales o formas de comer son acciones que comunican el país y la cultura de origen o la clase social”, explica. “En este sentido, los modales no se diferencian de llevar un reloj caro o una indumentaria determinada como forma de ubicarnos dentro del entramado social. El hecho de que verlo nos provoque fascinación podría ser una mezcla de placer estético relacionado con la propia coreografía del ritual (como mirar la ceremonia del té) y de cierta curiosidad aspiracional (si quien lo realiza o explica es una persona de clase social alta)”. Diana Neira opina que “el protocolo en la mesa se puede aplicar aunque estés comiendo con la mano, solo en tu casa”. Y apunta dos razones para ejercerlo en la medida de lo posible: el amor propio (”deberías pensar siempre que tú eres tu propio invitado y poner una mesa a la altura, quererte a ti mismo, aunque estés solo”) y la salud (“come detenidamente, saboreando, ¿por qué empeñarse en comer rapidísimo? ¡Vas a tener problemas digestivos!”). La experta argumenta que, aunque sea visto como una excentricidad de las clases altas, poner una buena mesa está hoy al alcance de casi cualquiera. “Hoy hasta las tiendas más sencillas ofrecen decoración para la mesa. ¿No fue Luis XIV brillante al crear los cubiertos, unas herramientas que fuesen prolongación de las manos y dejásemos de comer con los dedos? ¡Úsalos!”.

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