Luis Cortés: “Un barrio te enseña solidaridad y respeto. Eso no lo aprendes en una urbanización de Madrid”

A sus 22 años es un fenómeno en TikTok y presenta su primer EP, Dolores, donde mezcla flamenco con soul. Hace nada estaba trasnochando en un almacén para llevar dinero a su casa. Hoy solo quiere que su madre no vuelva a tener que trabajar

El cantante Luis Cortés.Daniel Hurtado Alegre

“Estoy consiguiendo cosas que en mi vida pensé que lograría”. Luis Cortés, de 22 años, se refiere a ser artista, o más exactamente a que el resto del mundo sepa que lo es. Es alto y fuerte. Viste con ropa ancha y una camiseta del rapero americano Pop Smoke, una de sus referencias actuales. Pero se distancia de lo yanqui: él prefiere la raíz. Tiene claro que quiere llevar el flamenco allá donde vaya. “Es mi seña de identidad y lo escucho desde la cuna”. Por ahora lo va consiguiendo. Lo escuchan...

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“Estoy consiguiendo cosas que en mi vida pensé que lograría”. Luis Cortés, de 22 años, se refiere a ser artista, o más exactamente a que el resto del mundo sepa que lo es. Es alto y fuerte. Viste con ropa ancha y una camiseta del rapero americano Pop Smoke, una de sus referencias actuales. Pero se distancia de lo yanqui: él prefiere la raíz. Tiene claro que quiere llevar el flamenco allá donde vaya. “Es mi seña de identidad y lo escucho desde la cuna”. Por ahora lo va consiguiendo. Lo escuchan casi un millón de personas al mes en Spotify y acaba de presentar su primer EP, Dolores. También está preparando su primera gira nacional que pasará por Madrid, Valencia, Murcia, Sevilla o Granada.

Luis Cortés es de madre gitana y padre africano. “Soy un gitano negro”, afirma. Aunque se considera más gitano —lo ha criado su madre—, esa mezcla la lleva también a su música. “El flamenco va conmigo siempre, pero me encanta fusionar estilos”, relata. ¿Con Pop Smoke? “Claro. Con cualquier rapero de Los Ángeles. Me encantaría”, confiesa. Pero va más allá de lo que parece obvio: “Tengo canciones de afroflamenco o de flamenco con tecno que saldrán que son brutales”. Por ahora, muestra su duende mezclándolo con soul, R&B o salsa. Y aunque atiende a ICON justo tras volver de Miami con cierto jet lag, pide que se consuma más música de aquí: “Se escucha música latinoamericana, que mola un montón, pero hay gente buenísima”.

Los primeros en escuchar y motivar a Luis Cortés fueron sus vecinos de Burjassot, en Valencia. Concretamente, Las 613 viviendas. Él no estudiaba música, pero nació con un buen oído y el talento de saber interpretar. “Ahora estoy empezando a formarme para evolucionar, pero he aprendido en mi casa y en las plazas con mis amigos”, cuenta. Sin noción musical, ¿cómo compone? “Igual estoy en mi casa, perdóname por la palabra, cagando, y se me ocurre una melodía. Tarariroriro, tararirorá. Y digo: qué guapo. Y me lo grabo en nota de voz”. Luis Cortés enseña su teléfono móvil, con un torrente infinito de notas de voz. “Tengo que hacer limpieza. Es que cada día me grabo muchas. Mira, esta es de hace nada”. Y reproduce la nota de voz de ocho segundos entre cante y tarareo. Sigue enseñando más. De fondo suenan coches, sus vecinos paseando o él haciendo recados. “Llego a mi casa, lo escribo bien y me salen así los temas”. Lo suyo es improvisación. Más fe que técnica.

El cantante Luis Cortés.Daniel Hurtado Alegre

Esa cotidianeidad en su improvisación es algo por lo que ama ser de barrio. “El barrio te hace ser una persona más fuerte. La gente de fuera es como: con ese ten cuidado. Te discriminan. Eso te hace más fuerte, pero luego los pilares y los valores que aprendes en el barrio son únicos”. Los tiene claros: “Solidaridad, empatía, respeto y cuidarnos. Creo que es algo que no aprendes en una urbanización de Madrid”. ¿Sigue apegado al barrio? “Si, tío”, responde veloz. “Es un quitaalas. Empiezas a ganar pasta, a tener fama o lo que sea y los del barrio van a seguir hablándote igual. Se alegran por ti, pero te siguen vacilando o te siguen haciendo ser quien tú eras y no volverte un flipao”.

Hay quien enaltece los problemas de los barrios. La violencia, la droga o incluso la pobreza. “Es absurdo. ¿Para qué vas a presumir de que tu barrio es chungo, hay delincuentes y que venden mucha droga? Si lo que quieres es el bien para tu barrio, que pongan papeleras, que haya instalaciones… Habla bien de tu barrio, eres un personaje público y te escucha gente”, reprende Cortés. Como único momento en toda la entrevista, su voz coge un tono más serio, con cierto enfado: “Intenta que den ayudas públicas, no crees una imagen peor de la que la gente tiene en la cabeza. Igual tú quieres ser un gangster, pero probablemente las familias de tu barrio solo quieren mejorar”.

Si a alguien muestra amor constante e incondicional Luis Cortés en la hora de charla con ICON es a su madre. “Se casó joven y crió a cuatro hijos”. La mayor tiene 25 años y el más pequeño, 9. De su padre prefiere no hablar, pero a Ana María Cortés, de quien lleva el apellido, “un nombre muy gitano”, la reivindica con orgullo. “Es la persona más maravillosa del mundo. Lo pasó mal, pero nunca nos ha faltado de nada. Es una madre que hace por diez. No se ahogó nunca en un vaso de agua; si había problemas, tiraba para adelante, lo racionalizaba y continuaba. Tuvo varios trabajos para poder mantenernos. Es también una referente también a nivel musical, ella es quien me enseñó el flamenco de pequeño”.

Y como no, una de sus grandes canciones es Mama. “Una mujer luchadora, siempre tiraba pa delante / Con cuatro niños a su espalda, nunca hizo falta un padre”, canta Cortés. La canción se ha viralizado en TikTok y al joven le llegan montones de mensajes a su cuenta al respecto. “Ha habido madres que me han abrazado por la calle… ¡Es flipante!”, asegura. “La canción iba a ser más larga, de unos 10 minutos, pero me aconsejaron que la acortase. ¡Es que el amor que le tengo a mi madre es muy grande!”, continúa emocionado. “Hay muchísimos niños sin padre, que sé que también se pueden sentir identificados. Yo soy super feliz y no tengo esa figura paterna”, reflexiona. “Que te digan ‘gracias por tu música’, cuando echas tanto sentimiento, me parece increible. Se me pone la piel hasta de gallina cuando te lo cuento”, dice acariciándose el brazo.

¿Es para él un sueño poder jubilar a su madre? “Ya lo he hecho y es lo más grande hasta ahora”, interrumpe rápido. “Ahora que disfrute, que viaje, que conozca todo el mundo que no ha podido y que sea feliz”, cuenta ilusionado. Y destaca que su madre tiene solo 40 años. “Lo ha pasado mal, pero tiene toda la vida por delante”. Ahora está en otra etapa. “Quiero que nunca más vuelva a tener en la cabeza la preocupación de: ‘¿Vamos a llegar a final de mes?’. No me hace falta un coche ni una mansión, solo quiero que mi familia viva tranquila. Si con la música puedo sustentar a mi familia, ¿qué más pedir?”

No solo la vida de su madre ha sido complicada. La suya también. “Complicada, pero bonita también”, afirma. “Cuando eres niño no te das cuenta de nada, pero poco a poco te cuestionas por qué tu madre está todo el día currando”. “Me tocó ponerme a trabajar de joven, con 16 años. Maduré muy pronto”, revela. Empezó a trabajar con sus tíos moviendo pallets “o lo que fuese”. Añade que su madre “se enfadaba, pero yo sabía que hacía falta el dinero en casa”. Poco después, con 18 años, consiguió un trabajo a jornada completa en un almacén. “Hacía el máximo de horas extras para llevar más dinero a casa. Tenía un horario de diez de la noche a ocho de la mañana”, relata.

El cantante Luis Cortés.Daniel Hurtado Alegre

Estuvo así dos años y medio. “Después me levantaba a las 10 u 11 de la mañana para ir al estudio a grabar. Pero joder, es que el cerebro durmiendo tan poco no te funciona”, lamenta. Y testifica una anécdota que le hizo cambiar su mentalidad: “Con la canción Ojalá, después de una noche entera sin dormir entre el trabajo y demás, me quedé dormido cuando salió. Me entristeció muchísimo. Ahí supe que lo que quería era vivir de la música”. Por suerte, en cuanto ganó lo suficiente de sus canciones, dejó el trabajo. “Todo pasa por algo. Me tocó vivir eso y no me siento peor que nadie. Creo que incluso me ha inculcado unos valores de luchar por lo que quiero que me gusta transmitir”. Confiesa que ahora quiere formar a su hermano más pequeño, de nueve años. “Me ilusiona pensar que tiene la oportunidad de estudiar lo que el quiera, pero no quiero que sea un caprichoso”.

Preguntado por donde le gustaría verse en unos años, responde: “Querría comprarle un coche a mi madre, que no tiene”. No, pero a él. Ahí frunce el ceño, como si lo que desea él nunca hubiese sido prioritario. “Hostia, pues no sé, tío. La verdad que nunca me planteo qué quiero para mí”. Se hace un silencio de cinco segundos mientras reflexiona mirando al techo y acaba riéndose. “Quiero seguir llenando corazoncitos con mi música y poder ayudarlos a que sean felices. Que mi música no caduque en el tiempo”.

“¡Tampoco pido que la compartan en las redes!”, añade. “Solo que la escuchen, pero de verdad. No quiero hacers hits. Quiero que transmita algo o que les ayude a ser más felices de alguna manera”. ¿Algo más que añadir antes de terminar la entrevista? “Sí. Pon en algún lado: te quiero, mamá”. Pues aquí está.

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