Cuando los héroes son racistas y autoritarios: por qué las ‘series de policías’ ya no pueden ser como antes

Desde ‘Starsky y Hutch’ hasta ‘CSI’, la relación entre los cuerpos de seguridad y las series estadounidenses ha sido casi siempre de beneficio mutuo. La actualidad (y, a veces, también la ficción) lo han puesto en jaque

La comedia de policías 'Brooklyn Nine-Nine' se despidió tras el homicidio de George Floyd, que integró en la trama de su temporada final.

La fórmula casi no varía, aunque los factores cambien: una pareja de policías en la que caben todas las variaciones imaginables, un hombre y una mujer, un novato y un veterano, diferentes razas, nacionalidades... Lo que sea mientras sean diferentes y tengan dramas personales. Se agregan algunos lugares comunes: un jefe gruñón pero de buen corazón, un detective veterano a punto de jubilarse y un patólogo excéntrico. Muchas veces el escenario de fondo son los rascacielos de Nueva York o los barrios de Chicago, aunque el sol de Miami y las colinas de Los Ángeles tengan también su glamur. El resul...

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La fórmula casi no varía, aunque los factores cambien: una pareja de policías en la que caben todas las variaciones imaginables, un hombre y una mujer, un novato y un veterano, diferentes razas, nacionalidades... Lo que sea mientras sean diferentes y tengan dramas personales. Se agregan algunos lugares comunes: un jefe gruñón pero de buen corazón, un detective veterano a punto de jubilarse y un patólogo excéntrico. Muchas veces el escenario de fondo son los rascacielos de Nueva York o los barrios de Chicago, aunque el sol de Miami y las colinas de Los Ángeles tengan también su glamur. El resultado final casi siempre es el mismo.

“La mayoría de las series policiales comienzan con un delito que tiene que resolverse y termina con los criminales detrás de las rejas”, comenta Aly Thee Activist en un correo electrónico para ICON. La joven estadounidense vive en Grand Rapids, Michigan, y se encarga en hacer activismo en las redes sociales en favor de los derechos de la gente negra en su país. “Esto crea un discurso de buenos contra malos que en ningún momento cuestiona el sistema ni se pregunta el origen de estos delitos, como por ejemplo la pobreza”.

La relación entre los uniformados de azul y la televisión hecha en Hollywood es bastante antigua y no da señal de agotamiento. Un estudio de The Hollywood Reporter reveló que, en 2020, las policiales representaban una de cada cinco producciones televisivas en Estados Unidos, más que cualquier otro género de ficción en la pantalla chica. A día de hoy, la serie NCIS y sus tres spin-off suman 979 capítulos, CSI y sus cuatro derivados han producido 828 capítulos, mientras que hay 1.316 capítulos de las siete series que conforman el universo de Ley y orden.

David Soul y Paul Michael Glaser eran, respectivamente, Hutch y Starsky. La serie que llevaba sus nombres, 'Starsky y Hutch', se inspiró en dos auténticos policías de Nueva York y estuvo cuatro temporadas en antena.

No obstante, las muertes injustificadas de personas negras como George Floyd, Breonna Taylor y Eric Garner –entre muchísimos más casos– por parte de agentes de la ley ha generado una mirada más crítica a los cuerpos de seguridad de Estados Unidos y la ficción no escapa a la lupa. El término copaganda (un acrónimo de “cop”, poli, y “propaganda”) se ha popularizado en los últimos años para definir lo que se percibe como una parcialidad a favor de la policía en series y películas.

“La copaganda sirve para cambiar la opinión popular acerca de la policía y de todo el sistema judicial”, explica Aly Thee Activist. “Un ejemplo de esto es el abrumador número de series de televisión que se enfocan en los agentes de la ley y su rutina dentro de los cuerpos de seguridad. El gran problema de estos programas es que no reconocen las profundas fallas que existen dentro de la actividad policial”.

El académico David Thorburn señala a ICON en conversación telefónica que el objetivo de muchas de estas producciones no ha sido la denuncia, sino la afirmación. “La función principal de las series policiacas ha sido asegurar al público que viven en una sociedad justa y estable, de ley y orden, lo cual se ha hecho más difícil de justificar a lo largo de los años”, añade Thorburn, profesor de Literatura del Massachusetts Insitute of Technology y experto en estudios sobre la televisión desde hace varias décadas.

El académico opina que las narrativas que sirven de reafirmación social son tan antiguas como las epopeyas de Homero. Sin embargo, no puede negar que el trauma colectivo generado por el ataque a las Torres Gemelas en 2001 creó la necesidad de sentir seguridad en la ficción estadounidense. “El 11-S fue un momento de cambio para la manera en que la policía y los cuerpos de seguridad se representaban en la televisión”, indica Thorburn. “La masificación de series sobre agentes de la ley, como CSI y todos sus derivados, y la desaparición de figuras más ambiguas es evidencia de ello. De cierta manera, aún vivimos en una guerra contra el terrorismo”.

All Cops Are Cool

Sin embargo, la relación de la policía y la pantalla chica es casi tan antigua como la propia televisión. “Dragnet no fue el primer policiaco de la televisión americana, pero fue el más importante e influyente de su momento, creó el modelo que muchos seguirían después”, indica Thorburn. Creado y protagonizado por Jack Webb, Dragnet (1951-1957), seguía las vivencias de un poli de gabardina, fedora y cigarrillo en la boca en las calles de Los Ángeles.

Originalmente un programa radiofónico, Webb se acercó a las fuerzas del orden público de la urbe californiana para llevar una visión que se jactaba de realista a la pantalla. “Dragnet supuestamente representaba de forma fiel el trabajo policial con un estilo casi documental, pero todo estaba muy idealizado”, relata Thorburn. “Intentaba pintar a la policía como gente muy directa, objetiva y profesional”. Se dice que Webb pagaba 25 dólares a cualquier agente que le trajera un caso real que pudiera ser usado en la serie.

'Acción criminal', una de las series del universo 'Ley y orden'.

La idea de representar fidedignamente la labor policial ha sido un punto a favor que muchas producciones han buscado, desde las tramas basadas en casos reales conocidos en Ley y orden –solamente para señalar un ejemplo, la franquicia ha tenido al menos tres capítulos inspirados en las acusaciones de pederastia contra Michael Jackson– hasta el “Efecto CSI”, en que el quinteto de series sobre patólogos ha sido criticado por generar una confianza desmedida en la fiabilidad de la ciencia forense.

La ayuda de la Policía de Los Ángeles a Dragnet no salía gratis. Las fuerzas del orden prestaban asesoría, equipo, localizaciones y casos reales a los productores de la serie a cambio de tener voz y voto en lo que vería el público. Un artículo de The Washington Post señala que, si había una escena que los revisores de guiones de la policía desaprobaban, la escena y hasta todo el capítulo podrían suprimirse.

La Policía de Los Ángeles necesitaba buena publicidad y la serie de Jack Webb no podía llegar en mejor momento: el 25 de diciembre de 1951, mismo año que comenzó a emitirse Dragnet, un grupo de agentes borrachos golpearon durante hora y media a siete detenidos por agredir a dos policías durante un arresto. Cinco de los siete eran de origen mexicano. Los Angeles Times cuenta que era la primera vez que agentes locales de la ley eran procesados y condenados por uso excesivo de la fuerza y, más revelador, que la prensa reflejaba a la policía de una manera que no fuera positiva.

Actualmente, hay cuerpos de policía de Estados Unidos que mantienen presencia detrás de cámara, aunque ya no censuren guiones como en los tiempos de Dragnet. El Departamento de Policía de Nueva York tiene una Unidad de Cine y Televisión que se encarga de dar asistencia y asesoría a las producciones audiovisuales en la Gran Manzana. Según explica en su portal web, cualquier serie que tenga a actores interpretando a uniformados requiere tener a alguien de la Unidad de Cine y Televisión en el plató.

Delitos imaginarios, consecuencias reales

Los hombres de gabardina y cara de pocos amigos seguirían teniendo sus aficionados, pero los polis de la televisión ahora tenían que molarles a las nuevas generaciones. Los años setenta tuvieron a Starsky y Hutch (1975-1979) y su emblemático Ford Gran Torino, mientras que la ropa, el estilo y los colores pastel de Corrupción en Miami (1984-1990) son sinónimo de la década de los ochenta. “Aunque Corrupción en Miami era mucho más compleja en lo visual y lo ideológico”, agrega el profesor del MIT.

Thorburn considera que a partir de estos años hubo un cambio considerable en la fórmula impulsada por Dragnet. “Es realmente en la década de los ochenta cuando se comienza a mostrar a la policía como imperfecta. En Canción triste de Hill Street [1981-1987], el policiaco más importante y complejo producido hasta ese momento, se recelaba de la autoridad policial y reflejaba las tensiones raciales de una manera que nunca se había hecho antes”.

Wendell Pierce y Dominic West, en 'The Wire'. La serie que sí se parece a la realidad.

Otros programas televisivos posteriores que el académico señala como relevantes en mostrar los matices del trabajo policiaco son NYPD Blue (1993-2005) y The Shield: Al margen de la ley (2002-2008). El cambio, argumenta Thorburn, fue posible en parte gracias al surgimiento primero de la televisión por cable en los años noventa y después de las plataformas de streaming a finales de los dos miles.

“Creo que The Wire es uno de los mejores programas de televisión que se han hecho”, opina Thorburn sobre la producción de HBO, emitida entre 2002 y 2008. “No era exclusivamente una serie sobre la policía, se enfocaba en la sociedad en general. Les prestaba la misma atención a los agentes de la ley que a los delincuentes y más de una vez los criminales resultaban tener más moralidad que la propia policía”, concluye el académico.

Aly Thee Activist es mucho más crítica que el profesor de MIT y opina que buena parte de las series policiacas siguen siendo, de una u otra manera, una forma de propaganda. “Estos programas buscan distraer a la teleaudiencia del hecho que el sistema policial es profundamente corrupto y fundamentado en el racismo y la opresión de la clase obrera”, argumenta la joven activista. “No creo que por mostrar a gente racializada como policía o trabajando en el sistema judicial cambie el mensaje de fondo”. Es el caso de la comedia Brooklyn Nine-Nine (2013-2021), donde el oficial al mando de la comisaría es un hombre negro y homosexual. La serie precisamente llegó a su final tras el homicidio de George Floyd, suceso que integró en la trama para su temporada de despedida (una de las protagonistas abandonaba el cuerpo como protesta e iniciaba una carrera como detective privada).

Aunque sean policías imaginarios, su efecto es muy real. Un estudio de 2022 del Pew Research Center, un think tank con sede en Washington, indica que los delitos violentos han caído de forma vertiginosa en la nación norteamericana en los últimos 30 años. A pesar de esto, seis de cada diez personas consideran que los delitos violentos son una prioridad a la hora de votar, particularmente para los electores más mayores y más conservadores.

Un buen número de espectadores de los canales de televisión en abierto en Estados Unidos también suele estar conformado por personas maduras. Según The Guardian, la cadena FOX tiene la media de edad más joven de espectadores: 56 años. Variety indica que siete de los veinte programas más vistos entre 2022 y 2023 fueron policiales, incluyendo dos versiones de NCIS y tres de FBI, una nueva franquicia de Dick Wolf, el creador de Ley y orden.

“Pienso que mientras algunas de las opiniones de los telespectadores surgen de las series policiales, también creo que algunos de estos espectadores ya tenían sus ideas hechas sobre la policía”, concluye Aly Thee Activist. “Simplemente buscan ver este tipo de programación para confirmar sus puntos de vista”.

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