Pedro Pascal: desdicha y triunfo del chileno con orígenes españoles que se ha convertido en la primera estrella de 2023
El éxito de ‘The Last of Us’, la primera gran serie del año, revalida la condición de estrella global de su protagonista, cuya familia escapó del régimen de Pinochet
The Last Of Us está batiendo récords en HBO que nadie esperaba. Sus cifras plantan cara a Juego de Tronos y La Casa del Dragón y eso es mucho decir. Y ha confirmado a Pedro Pascal, un actor de 47 años que hace 10 era un completo desconocido, como la estrella masculina del momento. Hace una semana lo resumía un rendido Jimmy Fallon ante un abrumado Pascal: “The Last Of Us es la cosa más grande del mundo ahora mismo. Pero además tienes The Mandalorian, que estrena la tercera temporada en marzo. Volvamos atrás: Juego de Tronos, gol. Narcos, gol. ...
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The Last Of Us está batiendo récords en HBO que nadie esperaba. Sus cifras plantan cara a Juego de Tronos y La Casa del Dragón y eso es mucho decir. Y ha confirmado a Pedro Pascal, un actor de 47 años que hace 10 era un completo desconocido, como la estrella masculina del momento. Hace una semana lo resumía un rendido Jimmy Fallon ante un abrumado Pascal: “The Last Of Us es la cosa más grande del mundo ahora mismo. Pero además tienes The Mandalorian, que estrena la tercera temporada en marzo. Volvamos atrás: Juego de Tronos, gol. Narcos, gol. The Mandalorian, gol y ahora The Last Of Us. ¡Vamos, tío, estoy celoso!”. Y Pascal, que parecía ser consciente pero no creerlo del todo, contestaba. “Y ahora, acaba todo”. A lo que Fallon replicaba: “De eso nada, es solo el principio”. No es el único que apuesta por él: Robert Rodriquez, que lo dirigió en la película de Netflix Superheroicos, ha dicho de él que le recuerda a Harrison Ford: “Puede ser divertido, puede ser muy intenso, puede ser muy heroico. Pero también muy humano y cálido”. O el programa que separa a las estrellas de los actores: por primera vez ha sido el presentador invitado de Saturday Night Live. Esa noche, el grupo invitado era Coldplay.
“Esta es para Pedro y para Verónica”, dijo Chris Martin, líder de la banda, tras arrancarse con Fix you en el programa, que podrá verse en Movistar el día 18. “Las lágrimas corren por tu rostro, cuando pierdes algo irreemplazable, las lágrimas corren por tu rostro, las luces te guiarán a casa y encenderán tus huesos e intentaré arreglarte” dice la canción que Martin compuso tras el fallecimiento del padre de su entonces mujer, Gwyneth Paltrow.
¿Qué significaba esa emotiva dedicatoria? Medio mundo sabe quién es Pedro, el actor Pedro Pascal, nacido en Santiago de Chile, invitado estrella del programa de NBC esa noche. Ha estado presente en tres de los últimos fenómenos televisivos: ha sido el follarín de Poniente Oberyn Martell en Juego de tronos, el enmascarado babysitter de Baby Yoda en The Mandalorian y el héroe a su pesar Joel Miller en el último fenómeno televisivo, The Last of Us. Pero ¿Quién es Verónica Pascal?
Parte de la respuesta estaba en el monólogo inicial del propio Pedro. “Nací en Chile y nueve meses después, mi familia tuvo que escapar de Pinochet y me trajo a mí y a mis hermanas a Estados Unidos. Fueron muy valientes y sin ellos no estaría en este maravilloso país”. Esos padres fueron José Balmaceda y Verónica Pascal, y la historia de la familia podría ser el argumento de un thriller político.
Pedro nació apenas dos años después del golpe de Estado que acabó con el derrocamiento (y la vida) del presidente Salvador Allende. Tanto su padre como su madre —sobrina de Andrés Pascal Allende, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y sobrino a su vez del presidente Allende— estaban en la lista negra del sanguinario régimen de Pinochet. Todos sus movimientos estaban controlados.
Un día, el doctor José Balmaceda acogió y ayudó a un disidente herido, poniendo en riesgo su propia seguridad. Cuando tiempo después ese hombre fue detenido y torturado dio nombres, entre ellos el del padre de Pedro Pascal. El actor lo reveló a la revista The Rake: “Fueron a buscar a mi padre al hospital en el que trabajaba. Se escabulló por la parte de atrás y se llevó a mi madre, mientras su hermana nos llevó a mi hermana y a mí a su casa. Mis padres se dieron cuenta de que su única opción era esconderse”.
Aprovecharon un cambio de guardia en la Embajada venezolana, saltaron el muro y se refugiaron en ella durante seis meses. En cuanto tuvieron oportunidad, recuperaron a sus hijos y abandonaron el país. Tras pasar por Dinamarca se trasladaron a Estados Unidos y se instalaron en San Antonio, Texas. Durante un tiempo, las pasiones de Pedro fueron ver jugar a los San Antonio Spurs y la natación, pero la cinefilia de su padre lo convirtió en una rata de videoclub que soñaba con ser Christian Bale en el póster de El imperio del sol y se encandilaba, ironías del destino, con la programación de HBO.
Su madre, cómplice de su fascinación por la interpretación, lo matriculó en la escuela de artes escénicas en la zona. “Mi mamá y mi licencia de conducir fueron mi salvación”, confesó a la revista Paula. Un amigo de su madre sufrió un pequeño accidente que le impedía ir al teatro y le regaló sus entradas para Angels in America. Tras la representación, sintió que había encontrado un rumbo, que la interpretación no era un hobby, que podía ser su vida. Dejó San Antonio, se matriculó en la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York y los pequeños papeles empezaron a llegar. Participó en Undressed de MTV y tuvo un breve paso por la cuarta temporada de Buffy Cazavampiros. Si quieren encontrarlo en ambos tecleen Pedro Balmaceda, porque ese era su nombre hasta que a los 24 años una desgracia quebró su vida: el suicidio de su madre. Ese es el desgarrador motivo de la dedicatoria de Chris Martin.
“Ella fue el amor de mi vida. Pienso en ella todos los días. Como no rezo, no puedo decir que tengo una práctica para sentirla cerca, pero vivo para ella aunque se haya ido”, se lamentó el actor. ”Perder a la persona más importante de tu vida, descubrir que algo así es posible y que lo que más temes en la vida puede ocurrir, es algo que se te queda de forma permanente y marca un antes y un después”.
Su ausencia es una constante en su vida, como demuestra en sus redes sociales. “Estamos muy bien, nos estamos cuidando. No pasa un día que no estás con nosotros y te lo agradecemos. Happy birthday, mom”, escribió con motivo del que hubiese sido su más reciente cumpleaños.
El suceso lo desarmó. Perdió a su agente y su carrera se frenó. Como homenaje decidió cambiar su apellido por el de ella. “Y también, porque a los estadounidenses les costaba mucho pronunciar Balmaceda. Era agotador”. También se planteó cambiar Pedro por Alexander (por Fanny y Alexander, una de sus películas favoritas). “Estaba dispuesto a hacer absolutamente cualquier cosa para trabajar más”. Cuando los directores leían el nombre de Pedro esperaban la aparición de un estereotipo racial, un Pancho Villa, y a quién veían era a un hombre de aspecto más europeo que latino. “¿Por qué eres tan blanquito y te llamas Pedro?”, le preguntaban. La respuesta, como relató a EL PAÍS, está en sus raíces.
“Mi abuelo era vasco y mi abuela de Mallorca. Cuando era joven, hace 20 años, me vine a estudiar aquí y casi me quedo el resto de mi vida”, decía sobre España. Recientemente ha renovado sus votos con nuestro país: es uno de los protagonistas del esperado mediometraje de Pedro Almodóvar Extraña forma de vida.
A comienzos de siglo, su carrera seguía suspendida. Tan solo surgían pequeños papeles que casi siempre se enmarcaban en el mismo registro que ha encasillado a tantos actores hispanos: pandilleros y narcotraficantes. Mientras esperaba el gran papel que no llegaba, se paseó por todas las ficciones de la década de los 2000. A cualquier aficionado a los procedimentales con un poco de ojo le resultará familiar en su versión trajeada y lampiña. Fue un abogado rival de Alicia Florrick en las primeras temporadas de The good wife, y colega e interés amoroso de Lisbon en El mentalista; ha pasado por CSI y Sin rastro y por todas las franquicias de Ley y orden.
Durante el camino a una fama que no atisbaba forjó una amistad que perdura con Oscar Isaac. De hecho, sus caminos han sido paralelos: de unos inicios renqueantes vadeando estereotipos a las franquicias millonarias y el respeto de la crítica. Fue otra amiga, la actriz Sarah Paulson, a quién había conocido a principios de los noventa mientras ambos estudiaban en la Universidad de Nueva York, la que le dio acceso al papel que lo cambió todo.
Al enterarse de que Juego de tronos buscaba un actor de sus características para el personaje del príncipe Oberyn Martell, envió un video a Paulson, a la sazón íntima amiga de la actriz Amanda Peet, esposa del co-showrunner de la serie, David Benioff. “En primer lugar, fue una audición de selfis en el iPhone, lo cual fue extraño, y no era uno de los nuevos iPhones con las cámaras de lujo. Estaba grabado verticalmente; todo fue muy amateur. Excepto por la actuación, que fue intensa, creíble y perfecta”, contó Benioff.
Su carisma y la química con la actriz Indira Varma obraron el milagro de que la insufrible trama dorniense resultase interesante y pusieron su nombre en el mapa. El niño que se encandilaba ante los especiales de Whoopi Goldberg de HBO estaba en el centro del mayor show de la plataforma. “Fue un sueño”, contó en GQ. “Fue ese gran papel, en el apogeo de la popularidad del programa, una temporada perfectamente escrita, un papel perfectamente escrito: entra, rueda durante 10 semanas, vete. Nadie tuvo la oportunidad de hartarse de mí.”
No fue un golpe de suerte aislado. El papel del obstinado y ambiguo Javier Peña en Narcos le llegó de rebote: tras fallar el actor elegido, llamaron a Pedro. La serie de Netflix se convirtió en uno de los bombazos de la plataforma. De las revistas especializadas pasó a los editoriales de moda y las listas de hombres más atractivos. Le sentaba bien la madurez y su bigote competía con los de Burt Reynolds y Tom Selleck.
Los lazos de amistad inquebrantables son una constante en su biografía. Patty Jenkins, con quien había compartido un proyecto fallido al inicio de su carrera, le ofreció el papel del patético egomaníaco Maxwell Lord de Wonder Woman 1984. Después, Jon Favreau le dio el papel del silencioso cazarrecompensas Din Djarin en The mandalorian.
Todos esos registros que detallaba Rodriguez están en el Joel Miller de The Last of Us, la sensación televisiva de la temporada y que revalida el estrellato global de Pascal. Cuando se empezó a preparar la adaptación del popular videojuego todo el mundo quería formar parte de él, principalmente por la presencia en ella de Craig Mazin, responsable de la premiadísima Chernobyl. Pascal fue el elegido para interpretar a su taciturno protagonista, aunque no fue consciente de ello. Durante su aparición en The Tonight Show de Jimmy Fallon contó que estaba en Londres cuando Mazin lo llamó desde Estados Unidos y le preguntó: “¿Esperarás despierto mientras hablo con el productor del videojuego?”. Pascal aseguró que sí, pero tras una larga espera se tomó un somnífero y se durmió.
Al día siguiente se despertó ansioso. “Lo primero que se me ocurrió fue: ‘Realmente quiero ese trabajo. Voy a esperar junto al teléfono todo el día”, hasta que miró el móvil y vio docenas de mensajes de felicitación. Había obtenido el papel, pero era incapaz de recordar la conversación en la que lo había aceptado. Parecía parte de un sueño. Posiblemente lo es: el que tuvo cuando era un niño exiliado que veía HBO en su cuarto.