Ha nacido la música rápida: así funcionan las canciones aceleradas que dividen a la industria
Algunos de los éxitos del momento son temas que pasaron desapercibidos cuando salieron, hasta que versiones ‘sped up’ elaboradas por usuarios anónimos en la red las han popularizado.
Triunfan en las listas de las canciones más escuchadas sonando levemente embaladas, y la culpa la tiene TikTok. El fenómeno de las versiones sped up (aceleradas, en castellano) consiste, básicamente, en aumentar la velocidad de una canción a un 150%, y comenzó a ponerse de moda en la red social creada en China gracias a las contribuciones de usuarios anónimos. Estos tuneaban la canción según el nuevo estilo y la dejaban a libre disposición para que otros la subieran con sus propios vídeos, coreografías y lo que se terciara.
La tendencia ha contribuido no solamente a genera...
Triunfan en las listas de las canciones más escuchadas sonando levemente embaladas, y la culpa la tiene TikTok. El fenómeno de las versiones sped up (aceleradas, en castellano) consiste, básicamente, en aumentar la velocidad de una canción a un 150%, y comenzó a ponerse de moda en la red social creada en China gracias a las contribuciones de usuarios anónimos. Estos tuneaban la canción según el nuevo estilo y la dejaban a libre disposición para que otros la subieran con sus propios vídeos, coreografías y lo que se terciara.
La tendencia ha contribuido no solamente a generar nuevos éxitos sino que, paradójicamente, ha ayudado a convertir en súper hits inesperados temas pop de un pasado más o menos reciente. Es el caso de Sure Thing, del cantante estadounidense de R’n’B Miguel (original de 2010), Die For You, de The Weeknd (de 2016), Cool For The Summer, de Demi Lovato (2015), Sway, de Michael Bublé (2003) o Say it Right, de Nelly Furtado (2006 ). Éxitos paradigmáticos de este fenómeno han sido Kill Bill, de SZA, una estrella consagrada que ha tirado directamente de versión sped up para multiplicar su éxito. Bad Habit, de Steve Lacy, llegó al número uno de la lista de singles en EE UU, y la artista novel Raye, junto a 070 Shake, consiguió lo propio en Reino Unido con Escapism. El fenómeno también ha deparado sorpresas casi surrealistas, como la recuperación de Them Changes, un tema de 2015 del músico de culto estadounidense Thundercat que, gracias a la viralidad adquirida por su versión acelerada, entró por primera vez en su vida en las listas de éxitos.
En todos estos casos, el aumento exponencial de los clics ha sido tan abrumador que los propios artistas han sucumbido a la moda y comenzado a publicar estas versiones oficiamente. Los contenidos de TikTok con el hashtag #spedup suman ya 10.000 millones de reproducciones, y, según datos publicados por la revista estadounidense Billboard y atribuidos a una agencia de márketing, 80 de las 100 canciones más escuchadas en esa red social tienen el tempo alterado.
El fenómeno ya se ha extendido de tal manera que, incluso, la plataforma Spotify ha elaborado una playlist oficial (su título, Sped Up Songs), que supera el millón de “me gustas” e incluye temas de súper estrellas como Madonna y Rihanna. Además, ya se ha creado un nuevo star system de remezcladores-influencers adheridos a este estilo, como Jovynn, una chica de 20 años que saltó a la fama por una versión acelerada de A Sky Full Of Stars, de Coldplay, y cuenta con diez millones de seguidores. Spxedupsongs (con 5 millones de fans), Speedysongs y Bestspedup (con 2 millones) son otros de los creadores a quienes las grandes discográficas están empezando a captar con fines promocionales.
Música para una sociedad apresurada
La primera sensación al escuchar una de estas versiones es de extrañeza, incluso de cierta incomodidad. Pongamos, por ejemplo, la de Summertime Sadness, de Lana del Rey, y comparemos con la original. Lo que era una balada se transforma en una canción de baile, mientras que la voz se vuelve irreconocible, ligeramente “apitufada”. “Creo que es un reflejo de la velocidad a la que va todo. Ahora hay fast music, artistas cuyas reproducciones suben de cero a mil, canciones de un minuto y diez segundos, audios de WhatsApp a doble velocidad, vídeos de Youtube a 1.5... Es como si en la pandemia se parase todo y ahora parece que nos hemos puesto el botón de x2. Todo va en esa línea”, afirma Lourdes Úbeda, responsable de márketing y producto en la distribuidora discográfica Altafonte.
En la misma idea incide Víctor Trapero, comentarista musical y responsible del podcast Heavy Rotación en Radio Primavera Sound, pero con un matiz diferencial. “Esto puede parecer algo muy contemporáneo, algo muy de sociedad sin paciencia acostumbrada a acceder a cualquier contenido instantáneamente, pero, conceptualmente las sped up versions no son muy diferentes a los radio edits, que se crearon en los años 30 del siglo pasado para acortar canciones. Al final siempre nos ha gustado llegar al estribillo lo antes posible”.
Sin llegar a tiempos tan remotos, se sitúa el origen de esta tendencia en los albores del milenio. Concretamente, fue el dúo de DJ’s noruegos Nightcore quienes tuvieron la idea de utilizar un editor de audio para acelerar el tempo de algunas canciones ajenas de techno y trance. Ellos terminaron dando nombre a todo un estilo que rápidamente se viralizó en Youtube, e incluso se puede decir que construyó su propia comunidad. En la década del 2010, proliferaban todo tipo de versiones nightcore de canciones, casi siempre acompañadas de imágenes con estética manga. Tuvo también influencia reconocida sobre subgéneros musicales basadas en la misma idea del pop acelerado, como la PC Music y el denominado hyperpop, que tiene como principal estrella a Charli XCX y, en España, estaría representado por artistas como Rojuu.
Anton Casas, crítico musical en la revista Rockdelux, opina que no hay mucha diferencia entre aquello y esto, incluso que el sped up ya subyacía en muchas producciones de hip hop y trap. “En 2013, Steve Lean ya sampleó el mismo Summertime Sadness de Lana del Rey, acelerándolo ligeramente y subiéndole el tono, para ^.^ de Yung Beef. Sticky M.A. lleva tiempo proponiendo un estilo vocal muy acelerado auspiciado por beats energéticos, y quien mejor ha abrazado esta tendencia acelerada es Mda, con su mezcla de hyperpop y trap”, apunta.
El fan se vuelve creador, la industria lo asimila
Como era de esperar en un fenómeno como este, ya ha alentado todo tipo de teorías. Hay quien la considera una práctica aberrante que adultera el espíritu de la canción original o, incluso, que crea una mayor estandarización y uniformización en el mercado, ya que los artistas perderían aquello que los convierte en únicos para sonar todos iguales. De hecho, las versiones aceleradas suelen funcionar mejor en canciones de pop mainstream. Pero también ha habido quien teoriza todo lo contrario: que, en su origen, este era un movimiento comunitario y anticapitalista, pues los usuarios que elaboraban sus propias versiones las colgababan en las redes para su libre circulación y no obtenían beneficio económico por ello. A ello habría que añadir la inmensa cantidad de tutoriales con trucos para hacerte tu propia versión acelerada que se pueden ver en las diversas plataformas. El auge de esta práctica ratifica que la generación Z ya no se conforma con ser meros espectadores pasivos. “Los aficionados acuden a nuestra plataforma no tanto para disfrutar de la música, sino para expresarse creativamente y conectar entre sí a través de ella, y con sus artistas favoritos. Los fans tienen aquí la posibilidad de ser partícipes en el proceso de creación musical “, afirma Soraya Castellanos, responsable de Contenidos, Comunidad y Asociaciones de TikTok en España y Portugal. “Dentro de nuestra comunidad de usuarios se genera un movimiento, una ola de inspiración, impresionante, que invita a la colaboración y al enriquecimiento del contenido. La gente hace riffs de ideas, aprovecha al máximo nuestros efectos y utiliza sonidos que alguien ha creado en la otra punta del mundo”, añade.
“El fenómeno, como casi todo en música, era algo más interesante y excitante cuando la industria todavía no lo había absorbido para controlarlo a través de sus canales”, opina Víctor Trapero. “Que la gente, de forma casera, acelere sus canciones favoritas para alterarlas, simplemente como opción estética o quizá para poder hacerlas sonar en sus vídeos y sus redes sin que salte la alerta de copyright, me parece un movimiento genial del que quiero saber más. En cambio, que Spotify tenga una playlist oficial o que una gran discográfica acompañe el nuevo single de una popstar con su correspondiente sped up version me parecen decisiones oportunistas que me aburren y que posiblemente aceleren el final de esta tendencia”.
“Me parece un fenómeno fácil de pervertir, a nivel industria”, añade Casas. “Es lógico. Antes de que el primer usuario en subir la versión acelerada se lleve las escuchas, mejor que sean los artistas los que se queden con los streams. Las discográficas han visto el impacto y lo han querido explotar”. En el caso de Altafonte, revela su representante que ha habido mucho debate interno en torno a esto. “A nosotros nos está pasando ahora mismo con el tema Antagonista, de Belén Aguilera, de la que un usuario anónimo ha hecho una versión acelerada con muchas reproducciones. Surgió la disyuntiva de si lo subíamos nosotros a Spotify y hemos decidido que no lo vamos a hacer. Los oyentes, si buscan el tema en sped up y no lo encuentran, al menos llegan al catálogo del artista y eso atrae más tráfico a la original”, afirma Lourdes Úbeda.
“Hay quien saca el doble single con la canción y la versión, y otros buscan ya hacer una en sped up directamente para TikTok como método de promoción. Al final –añade la representante discográfica– son vías para seguir alargando la vida de las canciones. En un ecosistema en que todo va tan rápido, donde se sacan miles de temas nuevos cada semana, es imposible asimilar tanta música. Esto puede empujar para captar la atención”, apunta. Y, como todo ying tiene su yang, paralelamente ha comenzado a aflorar también su reverso, las versiones ralentizadas, o slowed and reverb, que hacen justamente lo contrario.
“Para mí lo más atractivo del fenómeno es su capacidad de moldear estados de ánimo simplemente cambiando el tempo de una canción”, señala Anton Casas. “Creo que ese es su gran valor artístico. Y quizá el único. Del mismo modo que los temas slowed & reverb consiguen transmitir un aire de melancolía a una canción que a priori no lo tenía, las sped up versions dotan a los temas originales de una energía renovada, más estimulante a nivel puramente físico. Es una forma de redescubrir una canción ya escuchada”. Ahondando con ejemplos, el crítico argumenta que “una buena sped up en el fondo es aquella que, acelerando el tempo, parece capturar las sensaciones que quería transmitir el artista incluso mejor que la versión original. Esto me ocurre con Escapism, de RAYE y 070 Shake, en la que la urgencia de la velocidad me encaja mucho mejor en una canción que habla de evadirse, no sentir, mirar hacia delante. También hay algunas que no tienen mucho sentido, como Them Changes, de Thundercat, en la que se pierde todo el groove de la original”.
Más síntoma que augurio
¿Será esta una tendencia efímera de temporada o una revolución que lo cambie todo en la industria? Citados en la revista Billboard, los directivos de Universal Music Nina Nasseri y Jacob Byrnes afirman que el sped up es el nuevo remix –aquellas versiones extendidas destinadas a las pistas de baile que se pusieron de moda en los años ochenta– y lo va a reemplazar porque, de hecho, es mejor. Lourdes Úbeda lo pone en duda. “Es pronto para tener una opinión, esto puede tener aún bastante recorrido pero veo difícil que sustituya a los remixes con artistas invitados, que tienen muchísimo éxito”. “Creo que esta tendencia es más síntoma que augurio. No me parece que vaya a convertirse en el nuevo remix, pero sí puede ser una nueva forma de encarar la creación de una remezcla. Acelerar una canción por sí solo no tiene mucho mérito, no hay ninguna decisión creativa más allá de ese cambio de tempo. Ahora bien, puedes partir de esa idea para introducir otros elementos nuevos”. “A mí me interesa más cómo puede influir en quienes hacen canciones. TikTok parece que lo ha conseguido en cuanto a la duración, hasta situar una especie de barrera imaginaria en los tres minutos que el pop no puede superar. Seguramente también se harán y se escucharán canciones más rápidas como consecuencia de esta tendencia”, concluye Víctor Trapero.
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