La ‘app’ de ligar para veganos y vegetarianos que no quieren salir con ‘carnacas’: “Me hacen sentir como si yo fuera un problema”
A la manera de un Tinder ‘veggie’, Grazer se presenta como alternativa para gente que, buscando pareja o amistad, muchas veces solo encuentra confrontación, ansiedad y burlas. Su lanzamiento en español está previsto para las próximas semanas
El ambivalente mensaje ‘F*** vegans’ (‘Que se j**** los veganos’) es el lema de la última campaña publicitaria de Grazer, una app de ligoteo exclusiva para personas veganas y vegetarianas con base en Reino Unido, pero operativa en todo el mundo y con previsiones de contar con su propia versión en español en las próximas semanas, según adelanta a ICON su fundador, Lewis Foster. “No diría que yo haya tenido malas exper...
El ambivalente mensaje ‘F*** vegans’ (‘Que se j**** los veganos’) es el lema de la última campaña publicitaria de Grazer, una app de ligoteo exclusiva para personas veganas y vegetarianas con base en Reino Unido, pero operativa en todo el mundo y con previsiones de contar con su propia versión en español en las próximas semanas, según adelanta a ICON su fundador, Lewis Foster. “No diría que yo haya tenido malas experiencias saliendo con personas que coman carne, pero sí he vivido situaciones de tensión en aplicaciones de citas convencionales, muchos debates y muchos descartes rápidos. Ves con frecuencia perfiles diciendo ‘No salgas conmigo si eres vegano’, lo cual es bastante frustrante”, afirma el director de la empresa, vegano, asegura, desde hace 11 años.
Foster recalca que el objetivo de la aplicación no es dividir ni segregar, sino crear un espacio seguro en el que “unir”. “Vemos Grazer como un catalizador. El objetivo es conectar a la comunidad. Creo que todos sentimos una conexión más profunda cuando conocemos a alguien que comparte nuestros valores, por eso las personas veganas tienen más posibilidades de congeniar con otras personas veganas”, opina. De acuerdo a los estudios de la empresa, un 67% de los miembros de la comunidad veggie dicen que estarían dispuestos a dar una oportunidad como potencial pareja a alguien “que no es su tipo” solo por el hecho de compartir el mismo estilo de vida. Y el fundador también destaca que, dado que el veganismo y vegetarianismo tiene mucho mayor seguimiento entre mujeres, el habitual desequilibrio de género en las apps de citas no se replica aquí: “Menos del 22% de perfiles de Tinder son de mujeres, mientras que, en nuestro caso, el 48% son mujeres y el 2% son personas no binarias”.
En este sentido, el hecho de que Bimini, drag queen estrella de la versión británica de RuPaul’s Drag Race, haya protagonizado su última campaña también se trata de un movimiento bien estudiado. “Hay una intersección muy interesante entre el veganismo y la comunidad LGTBIQ+, que se refleja en Grazer. Más del 20% de sus usuarios buscan citas con personas de su mismo género o de los dos, lo cual está muy bien”, cuenta Foster a ICON. En una entrevista en la versión británica de Metro, el fundador de la aplicación bromeaba con la escasa incidencia del veganismo entre los hombres heterosexuales: “Se da la inusual circunstancia de que, en este mundo, su demanda es muy alta porque son una especie en peligro”.
La convivencia entre los dos mundos
Paula (que prefiere dar un nombre ficticio, como el resto de personas veganas consultadas por ICON para este artículo), de 30 años, no se considera excluyente a la hora de elegir pareja, aunque admite dar prioridad a chicos veganos como modo de evitar los problemas que frecuentemente se ha encontrado tanto en encuentros con citas como con amistades. “Fuera estoy acostumbrada a comer patatas o parrilladas de verduras. Evidentemente, yo no tengo ganas de cenar en sitios donde solo puedo elegir un plato y el resto del menú no es para mí. Hace poco quedé con un chico en un bar que ni siquiera era vegano, sino de comida mediterránea, ¡y se quejó de que no había suficiente carne! Hay gente que solo está a gusto si tiene delante un chuletón de tres kilos”, dice.
Para Tamara, también de 30 años, el proceso de hacerse vegana estuvo marcado por un factor social estresante: “Me daba mucha ansiedad ser la que comía diferente. Para mí ha habido un distanciamiento en algunas amistades. Tengo amigas que comen carne, pero que les gusta la comida en general, probar cosas nuevas y le parece bien ir a sitios veganos. Sin embargo, los carnacas [la palabra despectiva con la que la comunidad vegana se refiere a quienes hacen del consumo de carne una identidad], si no comen carne, no saben qué comer”. Aunque ambas tienen actualmente parejas que no son veggies, comprenden que una persona que sigue esta filosofía elija cerrarse a la hora de buscar compañeros sentimentales. “Obviamente, a personas que conoces o que son compañeras tuyas de trabajo no vas a ignorarlas por el hecho de no ser veganas, porque pueden ser bellísimas personas igualmente. Pero entiendo que a la hora de conocer a alguien nuevo pongas ese filtro en una aplicación de citas. Al final, a lo largo del día te enfrentas a muchas situaciones hostiles, te estás peleando y no quieres llegar a casa para seguir teniendo los mismos problemas o que no haya nada de comer para ti”, razona Tamara.
“Algunas personas te hacen sentir como si fueras un problema, como si supusieras una limitación para su vida o que actúan como si les estuvieras atacando por no comer carne”, considera Paula. En la cima de su ranking personal de situaciones desagradables, menciona una comida en casa de sus antiguos suegros, donde el padre de su expareja le hizo comer un falso guiso de verduras para revelarle al final, entre risas, que contenía manteca de cerdo. “Le pareció una gracia, una broma. Y mi novio le disculpó totalmente, diciendo que era su padre y que tenía que entender su humor”.
El sentimiento de culpa en personas veggies al relacionarse con otras omnívoras es tónica general. Roberto, de 29 años, es indiferente a salir con gente que comparta o no su opción (“Aunque me da un poco de asco besar a una persona que acaba de comer carne”, reconoce), tanto en el plano sexoafectivo como en el amistoso. Con muchas “patatas, las ensaladas más básicas y pimientos del padrón” de por medio, eso sí. “Al final, si no te adaptas al grupo, quedas como un aguafiestas que está pidiendo a la gente hacer lo que no quiere hacer, aunque ellos sí puedan comer perfectamente comida vegana y al revés no. Vas a Asturias y todo el mundo quiere comer cachopo”. Tamara cree que, en las relaciones heterosexuales, hay además una notable connotación de género a la hora de abordar este tipo de negociaciones. “En la inmensa mayoría de los casos, si en una pareja hetero hay alguien vegano, es la mujer. Eso añade mucha carga mental, eres la rarita, la exigente, la que pone las cosas difíciles. ¡Te tratan como si estuvieras emasculando al hombre!”.
En cualquier caso, en lo referente a los hombres heterosexuales veganos, las entrevistadas no se muestran tan entusiastas ni comparten el tono triunfalista con el que el fundador de Grazer los presenta como un chollo de liquidación. Para ellas, el ser vegano no tiene por qué eliminar automáticamente las dinámicas de la masculinidad tóxica. “Es verdad que conozco a muy pocos hombres cisgénero heterosexuales que sean veganos, pero todos se han pasado a esa dieta enfocados a la sexualidad, a ligar con veganas”, dice Noemí, de 30 años. “No sé, si te da igual que hagan daño a los animales, no te hagas vegano para ligar. Di que estás abierto a compartir ese estilo de vida y punto. No te hablo de un caso, ni de dos. Por supuesto, no digo que suceda con todos los hombres, pero hay muchos tíos que usan el veganismo como gancho para enmascarar otras cosas, para hacer ver que están deconstruidos y que son sensibles, cuando no es así. ¡Cuidado con eso!”.
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