Róisín Murphy: “Los gays entienden la opresión de las mujeres. No se detienen ante nada”
La diva rompepistas, o artista de vanguardia según el disco, nos recibe en el refugio de Ibiza que consideró el mejor lugar del mundo para pasar el confinamiento y lanzar su último disco
El sol de la mañana baña un campo de Ibiza alejado de la costa. Las cabras pastan, la particular luz balear pasa entre los olivos. Róisín Murphy (Arklow, Irlanda, 48 años) se ha construido un nido en lo más profundo de la isla. Por alguna razón, Murphy e Ibiza encajan. No deben quedar muchas discotecas en que no hayan defendido los éxitos de la cantante, y el ambiente general es propicio para el trabajo creativo que, al fin y al cabo, es lo suyo. “Al principio no me convencía la idea de venir ...
El sol de la mañana baña un campo de Ibiza alejado de la costa. Las cabras pastan, la particular luz balear pasa entre los olivos. Róisín Murphy (Arklow, Irlanda, 48 años) se ha construido un nido en lo más profundo de la isla. Por alguna razón, Murphy e Ibiza encajan. No deben quedar muchas discotecas en que no hayan defendido los éxitos de la cantante, y el ambiente general es propicio para el trabajo creativo que, al fin y al cabo, es lo suyo. “Al principio no me convencía la idea de venir aquí”, admite, con marcado acento irlandés.
La casa se encuentra cerca del pueblo de San José, donde hordas de turistas alemanes llegan en autobús y buscan tarta de Santiago y café a precios excesivos. “Llegó el confinamiento, y esto parecía mejor que el norte de Londres. La casa es fantástica, pero se vive con lo más básico. Hay que asegurarse de no gastar demasiada electricidad ni demasiada agua”. La casa está protegida por un largo camino rural y varias hectáreas de densa vegetación. No es la construcción de techo de paja que esperábamos, sino una aventura posmoderna que no concuerda demasiado con su entorno. La construyó un arquitecto francés en la década de 1990, tiene forma de enorme caja oblonga con aristas afiladas y una entrada con columnas en la fachada al estilo residencia de un senador en Texas. Relajante no resulta. “Los chicos la odian”, dice la artista encogiéndose de hombros, en referencia a sus hijos, una de 13 y otro de 10. “De hecho, también odian Ibiza. Dicen que es aburrido”.
Murphy es cautelosa, casi taciturna. No parecen gustarle las tonterías y mantiene la conversación al mínimo. Recuerdo haberla entrevistado hace 20 años, cuando era la cantante de Moloko, un peculiar dúo de trip-hop. Leo una pequeña parte de la entrevista y cito uno de sus muchos arrebatos: “Que se joda la ironía”, rugía entonces. “Moloko es todo sinceridad”. “Dios mío, parezco una idiota. A esa edad estás diciendo que le jodan a todo”, exclama avergonzada al oírse”. Aun hoy desliza la palabra joder en una frase de cada dos.
Murphy siempre ha sido un poco alborotadora y es esta actitud la que la ha ayudado a sostenerse a lo largo de los años. “Era joven y estaba segura de mí misma, así que daba respuestas muy fuertes y precisas”. Antes decía que la mayor parte de su trabajo era “una feliz coincidencia”. “Pero las coincidencias no existen, ¿verdad?”, opina ahora. “Para mí no es más que un viaje. Intento encontrar la alegría en las cosas. La alegría es ir más allá de los límites, el lugar donde no deberías estar. Es ir más allá de uno mismo. Te sorprendes y te diviertes, te das una alegría, y generalmente te masturbas en un sentido creativo. Me interesan mucho la fotografía y el cine, el arte y la moda. Son cosas que me hacen disfrutar”.
Tras dejar Moloko hace 20 años, Murphy ha forjado una carrera en solitario plagada de álbumes totalmente distintos: disfrutó del éxito con el pop comercial de Overpowered, de 2007, pero tiene sus canciones oscuras, un poco de art-pop, funk y hasta boogie de los ochenta. Este verano promociona Róisín Machine, de 2020: ritmos de baile que suenan tan bien en la radio como en Pachá o en las salas de concierto y los festivales que visitará. El plato fuerte es Glastonbury, donde será cabeza de cartel en uno de los escenarios, aunque no le faltarán competidores. “Coincidiré con Paul McCartney, así que a ver cómo va. Cuando Paul McCartney actúa al mismo tiempo es un poco difícil”.
Murphy transmite una sensación de inquietud creativa. “Diría que soy muy curiosa. Tengo fases de interés rabioso por cosas. Puedo pasarme un mes o dos creando personajes estúpidos con los filtros de TikTok y estar un tiempo obsesionada con eso. O puede que me obsesione la lucha libre de la década de 1970 en Inglaterra, o la música nueva durante una semana y pregunte a todos los que conozco qué les gusta; o a lo mejor me pongo a pintar un cuadro que nunca termino. Puedo prestar atención a cualquier cosa en cualquier momento. Es un reto, ir más allá de uno mismo”.
Mientras posa para las fotos en el jardín, está, desde luego, “más allá”. Con un estilo propio y sin maquillaje, esta seductora belleza irlandesa, delgada como un galgo y, al mismo tiempo, en plena forma, conecta con la cámara con la mirada acerada de sus ojos color mar. Murphy combina apariencia, cerebro y una lánguida conciencia de sí misma en un conjunto increíblemente atractivo. Y sabe moverse. Ponle música y el resultado es hipnótico.
“La pierna empezó a movérseme hace años y no ha parado”, dice riendo. “Cuando salgo al escenario, lo hago como sale la bala de una pistola, y luego me hago daño porque creo que soy capaz de hacer cosas que, en realidad, no debería. Puedo llegar a la cima de la montaña, estoy programada así, y luego estoy tres días sin poder andar”. ¿Ha perdido fuerza con la edad? “Me siento igual que siempre. ¿Se me ve tan cambiada? Sigo siendo una zorrita. Sigo sintiéndome como si tuviera 25 años, y tengo el doble”. ¿Qué consejo le daría a su yo más joven? “Ninguno. Le diría que no se preocupara, que es la hostia de genial y que, poco a poco, todo el mundo se dará cuenta. Que seguirá una trayectoria coherente en la que no dejará de trabajar ni tendrá nada de lo qué preocuparse. Pero si le dijera eso a lo mejor se dormía en los laureles”.
La confianza en sí misma rara vez deriva en arrogancia. A Murphy sus padres la educaron para que fuera comedida, modesta, y feliz con quién era. “Mi padre solía decirme que era una chica guapa, y que no entendía por qué tenía que ponerme en ridículo. Si aparecía fabulosa, él me decía que tenía mocos en la nariz. Era como ponerme los pies en el suelo, pero con cariño”. Cada álbum (cinco en 15 años) desvela un aspecto nuevo y, hasta cierto punto, una personalidad alternativa. No tiene interés en parecer atractiva según las convenciones, y siempre ha querido encontrar nuevos personajes y profundizar en los alter ego. En este sentido, en sus presentaciones transformadoras hay algo de la fotógrafa Cindy Sherman. “Sí”, exclama feliz. “La primera vez que vi su obra fue en televisión. Debía de tener 13 años, me pareció que se abría una puerta. Me sentí identificada con ella. Era exactamente lo que yo sentía”.
Ahora está en racha, entusiasmada con la idea de que la entiendan. “Me gustan mucho los arquetipos. Me gustan las máscaras, los disfraces, el exhibicionismo. Me gusta la sensualidad. El problema es que a menudo he chocado con restricciones en esas cosas, tanto sociopolíticas como artísticas. Entonces vi a Cindy Sherman y pensé que ella lo controlaba. Eso me abrió de verdad. Sabía que era lo que yo quería hacer, una especie de exhibicionismo o una forma de arte autorrepresentativos. Esos impulsos que uno tiene de niño y que no tienen nada de malo. El ego interviene, sin duda, pero yo ya me disfrazaba cuando era niña”.
Está claro que ese amor por la representación nunca la ha abandonado (“Me tiene atrapada”), así que el paso a la actuación era bastante obvio. En la serie de Netflix Half Bad encarna a una bruja. “Es un poco como Harry Potter, pero en provocativo”, cuenta de la trama distópica. “No se sabe qué sexualidad practicamos, y hay algunas referencias que podrían aludir a las drogas. Mi personaje tiene el pelo largo y gris. Tengo que decir que tengo un aspecto maravilloso”. No ha visto el resultado, y reconoce que está aterrorizada. “Me inspiré en mi tía Violet. Es una maldita bruja glamurosa, una mujer muy sarcástica. Venía a Irlanda desde Manchester en vacaciones y siempre llevaba un nuevo producto de belleza. Me he limitado a ser el vehículo de esa mujer irlandesa, flaca, que nunca pedía disculpas y decía las cosas a la cara”.
Conoce su atractivo. Hablamos de sus admiradores homosexuales, muchos de los cuales se identifican con la fuerza y el encanto nada convencional de la cantante. “No se detienen ante nada”, explica. “Creo que los gays entienden la opresión de las mujeres. Y si puedes rebelarte y ser alguien como yo, se identifican. Sé que a las lesbianas les gusto, es así. Me adoran”. Puede entrar en una discoteca sin que nadie se fije en ella, pero en un local gay, despierta una atención febril, “y me siento una estrella”, dice riendo. ¿Es la fama una amante caprichosa? “Me preguntan si soy famosa. Y no lo soy. Me divierte más entrar en una habitación vestida de tiros largos y oír cómo la gente pregunta en voz baja quién coño es esa. Me siento más orgullosa de eso que de ser famosa. Estoy muy orgullosa de ser alguien que hace que la gente se haga preguntas”. A veces la gente se equivoca. “Creen que no tengo dinero. A lo mejor entro en una tienda y pregunto cuánto vale, no sé, esa bola de pelo, y la dependienta me contesta que es muy caro. Y yo le digo que tengo un montón de jodido dinero. Entonces, cueste lo que cueste, tengo que comprarlo, porque me han tocado las narices”. En todo este tiempo no hemos mencionado la música ni una vez. Es el núcleo de lo que hace, pero hablar de su oficio le parece casi intrascendente. Para que conste, tiene tres proyectos cociéndose. “Es lo bonito de trabajar en solitario. Me limito a ver qué pasa. Pero he hecho un álbum con DJ Koze que está casi terminado y quizá salga este año. Es más global, más estadounidense”.
Está cansada y un poco mareada por el vino del Ampurdán, regalo de la fotógrafa. “Voy a tener que irme a la cama”, dice riendo, sabedora de que es poco probable que ocurra. Las tareas domésticas la reclaman. Hay niños que recoger y ropa que ordenar ¿Quién es Murphy hoy? ¿La madre? ¿La esposa? ¿La estrella del pop? La verdad es que no la reconocerían.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.