Prohibido grabar al actor desnudo: una filtración comprometida enfrenta a Broadway con los móviles de su público
Un teatro filmará a sus espectadores tras la publicación en redes de varios vídeos, tomados sin permiso, del desnudo del actor Jesse Williams (‘Anatomía de Grey’) en una nueva producción
La misma semana que la obra de Broadway Take Me Out, de Richard Greenberg, recibía cuatro nominaciones a los premios Tony, los galardones del teatro estadounidense, una filtración se ha impuesto como centro de la conversación: la del desnudo integral del actor protagonista, Jesse Williams, famoso por papel del Dr. Jackson Avery en la serie Anatomía de Grey, en un momento del drama qu...
La misma semana que la obra de Broadway Take Me Out, de Richard Greenberg, recibía cuatro nominaciones a los premios Tony, los galardones del teatro estadounidense, una filtración se ha impuesto como centro de la conversación: la del desnudo integral del actor protagonista, Jesse Williams, famoso por papel del Dr. Jackson Avery en la serie Anatomía de Grey, en un momento del drama que fue capturado por el móvil de un miembro del público.
Aunque el propio intérprete, que es uno de los nominados, ha afirmado esta semana sentirse indiferente a que su desnudo pudiera provocar revuelo (“Han hecho un escándalo de ello, pero es un cuerpo. Lo ves y da igual”, dijo el lunes a su paso por el programa del presentador Andy Cohen, en la cadena de NBCUniversal Bravo), la viralización del vídeo, sobre la que Williams no ha hablado, ha motivado que la productora, Second Stage Theater, tome medidas de seguridad adicionales durante la representación, mediante la instalación de cámaras con un sistema de infrarrojos capaz de detectar actividad de los móviles, además de girar y hacer zoom hacia los espectadores para facilitar su identificación.
La medida se suma a las que el teatro ya tenía previamente implementadas, como la obligatoriedad de introducir los móviles apagados en fundas con un candado magnético que se desactiva a la salida, una técnica que lleva tiempo empleándose en algunas funciones de comedia o conciertos, a pesar de que algunos espectadores claramente logran abrir los estuches. Según ha contado el director de producción, Peter Dean, a The New York Times, los responsables de Take Me Out se debaten el protocolo a seguir en el caso de que las cámaras detectasen que alguien del público está haciendo uso de su móvil: “No sabemos aún si detendremos la función o pediremos a un encargado de seguridad que expulse a la persona”, explicó, incidiendo en que se solicitaría al espectador en cuestión borrar el material de su archivo y, además, llamarían a la policía de Nueva York en caso de que fuera necesario.
Para el productor y gestor cultural Fernando de Luis-Orueta, de La Tropa Produce, “el problema de la coercitividad contra el uso del móvil tiene patas cortas”. “Es poco realista que esa sea la solución general para los espectáculos en directo, no solo por costosa. Creo que es un poco más agradable y sutil que el jefe de sala o los acomodadores hagan esa labor”, opina, consultado por ICON. El productor pone como ejemplo la situación vivida en los teatros tras el estallido del coronavirus: “En general, el comportamiento de los espectadores ha sido sensacional con el uso de la mascarilla. Todos los que hemos ido al teatro en este tiempo de pandemia hemos visto a algún acomodador acercarse a alguien para que se subiera la mascarilla, sin mayor problema. Esto mismo, con el uso del móvil, me parece una medida mucho menos invasiva y de una convivencia mejor entendida que otras opciones más contundentes”.
Take Me Out es una obra del año 2002 sobre un jugador de béisbol que decide comunicar su homosexualidad. La mayor parte de la trama tiene lugar en el vestuario de su equipo, a lo largo de toda una temporada, mostrando las tensiones, la homofobia o el apoyo que experimenta entre su variopinto conjunto de compañeros, además del racismo. La versión protagonizada por Williams no es la primera que se representa en Broadway: ya lo hizo en 2003 con el actor Daniel Sunjata, de quien, pese a la mucho menor calidad de las cámaras en los móviles de entonces, también se filtró un desnudo.
Tanto la productora como el sindicato de los intérpretes teatrales, Actors’ Equity Association, han condenado la grabación. “Los actores aceptamos habitualmente abrirnos en el escenario para contar historias difíciles e incómodas. Eso no significa que dichos momentos de vulnerabilidad puedan compartirse en masa”, ha declarado la presidenta Kate Shindle. “Tomar fotos desnudo de alguien sin su consentimiento es altamente rechazable y puede acarrear serias consecuencias legales”, ha dicho por su parte Second Stage Theater.
El dilema de la difusión
A falta de saber si la publicidad del desnudo de Jesse Williams, unida a las excelentes críticas anteriores y el reconocimiento de los premios Tony, tiene un impacto en la venta de entradas de Take Me Out (que comenzó a representarse el pasado abril y ha sido prorrogada hasta el 11 de junio), De Luis-Orueta reconoce a ICON que la relación del mundo teatral con los móviles es ambigua. “Llevamos muchos años con problemas, hay actores que se enfrentan a situaciones muy desesperadas que les obligan a cortar a la representación, o que les hacen perder la concentración y olvidar el texto. Pero tampoco nos interesa restringir los móviles. Mucha gente comparte en redes sociales fotos de los aplausos o del telón, y eso nos ayuda muchísimo a la hora de promocionar, así que es verdad que existe esa tensión”, reflexiona.
Esta misma semana, el actor argentino Ricardo Darín interrumpió el estreno de su obra Escenas de la vida conyugal en el Teatro del Soho Caixabank de Málaga al grito de “¡Basta ya con los móviles!”, hecho que provocó su salida del escenario y una parada de medio minuto. Otros intérpretes que han tenido célebres encontronazos con espectadores molestos que no apagaban el sonido de sus móviles han sido Lola Herrera, Josep Maria Pou o el cómico italiano Leo Bassi, que arrebató y pisoteó el teléfono de un miembro de un público por hablar durante su espectáculo, si bien luego le tuvo que abonar 400 euros. “En el cine es muy molesto por la luz de la pantalla, pero la proyección no para. En el teatro hablamos de otra cosa. Hace poco, yo mismo estuve viendo una función que estuvo a punto de irse al garete por una conversación con un móvil”, cuenta Luis-Orueta.
La grabación de un desnudo, sin embargo, tiene otras dimensiones. En 2008, igualmente se acabó difundiendo una imagen de Daniel Radcliffe, protagonista de la saga Harry Potter, desnudo en la obra de teatro Equus, lo que desató la ira del autor Peter Shaffer. La técnico Rachel Juozapaitis acusó al ladrón de la imagen de estar “convirtiendo el arte en pornografía”. La obra, no obstante, obtuvo un enorme éxito y también fue prorrogada después de que, durante semanas, la mera noticia del desnudo de Radcliffe (de entonces 19 años) lograra una gigantesca repercusión en prensa.
“Los móviles obviamente ya son una parte indisociable de nuestra vida. Están para quedarse y es absurdo luchar contra eso”, opina el productor Fernando de Luis-Orueta. “Es un reto dificilísimo, porque al final se trata de un tema de educación y de respeto, de sensibilización, de que los espectadores entiendan que lo que está pasando delante de ellos es un arte efímero. Pero pienso que la sensibilización siempre será la mejor opción”.
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