Divertido, polémico y un poco turbador: el camino de Palomo ha sido el nuestro
Alejandro Gómez Palomo protagoniza la portada del número de mayo de ICON. La revista le ha seguido desde aquel día que presentó su primera colección hace seis años
Recuerdo perfectamente el primer desfile de Palomo Spain en Madrid, en febrero de 2016. Ocurrió en el piso de una coleccionista de arte y él estaba allí con sus padres y amigos, que lo hacían todo, desde ayudar en el backstage hasta cortar el jamón para el aperitivo que pusieron después. Tomé notas: “Pajes vaqueros. Glam medieval. Brocados, transparencias, peluche, encaje, marineros”. Aquella no era la típica colección, y ...
Recuerdo perfectamente el primer desfile de Palomo Spain en Madrid, en febrero de 2016. Ocurrió en el piso de una coleccionista de arte y él estaba allí con sus padres y amigos, que lo hacían todo, desde ayudar en el backstage hasta cortar el jamón para el aperitivo que pusieron después. Tomé notas: “Pajes vaqueros. Glam medieval. Brocados, transparencias, peluche, encaje, marineros”. Aquella no era la típica colección, y Alejandro Gómez Palomo, tampoco el típico diseñador vestido con vaqueros y camiseta blanca (“él lleva un top bordado de perlas y un pendiente de chica de la perla”, apunté). También tengo una declaración que me dio cuando fuimos a felicitarle, alucinados: “Yo solo hago lo que me sale”, me dijo. (Más tarde describiría el desfile con propiedad: “Entre isabelino, María Antonieta y Cher”).
Alejandro no estaba solo: solo un año antes Alessandro Michele había instalado en Gucci un nuevo lenguaje andrógino, lánguido y enormemente exitoso. Pero lo de aquel diseñador cordobés de 24 años era distinto. Michele era romántico y nice, pero el español aireaba fantasías sexuales con un desparpajo inédito: en su segundo desfile —llamado Objeto Sexual—, su muso y por entonces pareja, un etéreo Pol Roig, te recibía como intoxicado sobre la chimenea de mármol de un club privado de Madrid, sosteniendo una rosa con abandono, y en las habitaciones, retablos vivientes de jóvenes modelos se insinuaban vestidos con muy poco (calzoncillos, medias, maquillaje y un tocado con velo de redecilla) o con muchísimo (¡trajes de novia bordados! ¡Lunares de arlequín! ¡Vestidos con plumas!).
Lo de Palomo, como digo, fue una sensación. Algo divertido, polémico y un poco turbador. En ICON nos entusiasmamos: Josie le entrevistó el primero para nuestro número de septiembre de 2016, y en 2017 Xavi Sancho lo volvió a hacer para un reportaje que capturaba un fenómeno, los palomos, que él equiparaba con cualquier otro culto juvenil: “Los mods, los punks, los palomos”, escribió, refiriéndose a la mezcla de amigos y colaboradores que conformaba el universo del diseñador y le arropaba en las fotos de Pablo Zamora. En aquel reportaje, Xavi, que llamaba al bum Palomo “el ruido más bello que ha hecho el negocio de la moda en este país en muchos años”, también retrataba la dimensión familiar de una empresa que, de aquella, era poco más que una start-up: “El padre, Norberto, es un señor encantador que trabaja de ingeniero en Posadas, Córdoba. Junto a su esposa, Manoli, apostó por ayudar a que su hijo único lograra cumplir ese sueño de ser diseñador de moda. Han puesto dinero (suyo y de algún banco), tiempo, esfuerzo y, sobre todo, mucho cariño. ‘A veces, hemos puesto hasta el catering’, bromea la madre”.
Palomo salió en portada de ICON al año siguiente, junto a Rosalía, C. Tangana y otras promesas cumplidas del momento (Hablemos de futuro, se titulaba el tema). Ya no era ningún secreto. Hubo desfiles en París y Nueva York, y otro en el Hotel Wellington de Madrid que otro fan temprano del fenómeno, Boris Izaguirre, bautizó como “la coronación de Palomo”. También llegó la fama televisiva gracias a Maestros de la costura; una nominación al premio Who’s On Next, otorgado por Vogue (que ganó), y dos al LVMH para jóvenes diseñadores (no llegó a la final). Entretanto, muchas firmas jóvenes han empezado a cultivar con naturalidad el audaz glamour que Alejandro hizo aceptable, y los observadores de alfombras rojas ya no se sorprenden de que los chicos puedan ser aves del paraíso. Palomo ha aportado a la moda eso, además de sentido del humor. Una camiseta que guardo en mi armario —testigo de mi natural cobardía para vestir— reza: ¡Palomo, por favor!
Ahora, a los 30, Alejandro vuelve a ser portada de ICON. Sin sus padres, pero con muchos de sus palomos originales, y otros recientes, que hablan de un hombre nuevo. O de un nuevo hombre nuevo. “Hoy podemos ser coquetos. Lo ves por la calle, un skater se pone collar de perlas”, le dice a Eugenia de la Torriente en una entrevista que vale la pena leer. Es la prueba de que, durante los últimos seis años, y a pesar de los sinsabores, la historia ha demostrado que el instinto de Alejandro para leer su época es el correcto.
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