“Aquel verano en que todos olían a ensalada”: la leyenda del hotel más idílico de la Costa Azul
Inaugurado en 1870, el Hôtel du Cap Eden Roc ha sido reformado respetando el lujoso encanto mediterráneo del original. El mismo que sedujo a Marlene Dietrich, Scott Fitzgerald y lo mejor de los ricos y famosos de cada época
El batiburrillo de gafas de esnórquel y cartillas de vacunación que nos espera este verano extraña un poco menos si se tiene en cuenta quiénes fueron las bañistas que estrenaron la piscina más famosa de la Costa Azul: un grupito de enfermeras de la Cruz Roja. El entonces dueño del Hôtel du Cap Eden Roc la había mandado construir en 1914 para atraer a los habituales de playas como la de Biarritz hasta ...
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El batiburrillo de gafas de esnórquel y cartillas de vacunación que nos espera este verano extraña un poco menos si se tiene en cuenta quiénes fueron las bañistas que estrenaron la piscina más famosa de la Costa Azul: un grupito de enfermeras de la Cruz Roja. El entonces dueño del Hôtel du Cap Eden Roc la había mandado construir en 1914 para atraer a los habituales de playas como la de Biarritz hasta Antibes, por entonces un destino de invierno como el resto de lugares del sur de Francia, con la mala suerte de que meses después, estalló la Primera Guerra Mundial y el establecimiento fue requisado como hospital.
Hubo que esperar al final de la contienda para que empezara a llenarse de gente como F. Scott Fitzgerald o Marlene Dietrich, quien en 1938, al alojarse allí por primera vez, “abandonó sus beis y sus negros por vaporosos conjuntos de playa en el rosa fucsia de Schiaparelli”, como escribe su hija en sus memorias. Fue aquel también un verano extraño. Entre los huéspedes había empezado a correr el rumor de que Marte se dirigía derecho contra la Tierra. Y aunque al llegar la fatal noche algunos rezaron, la mayoría se apuntó a celebrarlo bebiendo champán en copas de Lalique. La rica heredera Evelyn Walsh McLean sacó de la caja fuerte el legendario diamante Hope, que supuestamente estaba maldito y provocaba la muerte de sus dueños, y dejó que la gente lo acariciara, porque qué más daba ya. La fiesta se prolongó hasta que, después de todo, no fue el halo encarnado de Marte lo que alumbró el mar sino el amanecer, yéndose la gente a dormir “un poco defraudada”.
Inaugurado en 1870, el Hôtel du Cap Eden Roc es 18 años más viejo que el Ritz de París y ha presenciado unas cuantas cosas curiosas. Pero que nadie vaya allí en busca de decadencia. Un buen hotel funciona como intérprete de la idea que en cada época se tiene del lujo y el confort, haciendo unos retoques aquí y allá y cambiando los muebles para que nadie tenga la impresión de estar alojado en la escenografía de una obra de Oscar Wilde. La propia piscina no ha parado de actualizarse, aunque quienes ahora se zambullen en la moderna infinity pool sigan creyéndose que están en la de la famosa fotografía que tomó allí Slim Aarons: habrá cambiado, pero sigue pareciendo la mejor piscina del mundo.
Lo mismo ocurre con la reciente reforma del Eden Roc. Con motivo de su 150º aniversario, la arquitecta brasileña Patricia Anastassiadis ha puesto al día los bares y restaurantes del pabellón que se alza sobre el mar diseñando unos muebles contemporáneos y conscientes de la historia del sitio. El color de las sillas y sofás que ha creado para el bar La Rotonda, explica ella, reproduce la gama de verdes del follaje en el exterior; otras sillas están hechas de bambú para evocar el aspecto del Eden Roc durante los años veinte. La reforma ha respetado elementos tan característicos como los trampantojos que pintó en el bar Pierre-Marie Rudelle, un artista francés al que luego Jackie Kennedy encargó que decorara su ropero de la Casa Blanca.
Ya no se encontrará allí a la Dietrich, pero al menos tampoco tendrá que embadurnarse con la mezcla de aceite, yodo y vinagre que usaban los huéspedes como bronceador en 1938. Según la hija de la actriz, aquel verano todos olían a ensalada.