¿Obras de arte en la cocina? “Estaban pidiendo a gritos estar ahí”
En el salón, pero también en las puertas o en las estancias menos ‘nobles’. Para el interiorista y marchante Juan Moreno López-Calull, el arte no tiene límites en una casa
A Juan Moreno López-Calull (Barcelona, 1991) le dio por el interiorismo mucho antes de saber que con esa manía suya de cambiar de sitio los muebles de sus padres uno podía ganarse la vida. De mayor estudió finanzas, pero como los dioses odian que los talentos que han repartido se desperdicien, pronto corrigieron su camino. Tras unas prácticas en la casa de subastas Christie’s de Nueva York, entró en la galería parisina ...
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A Juan Moreno López-Calull (Barcelona, 1991) le dio por el interiorismo mucho antes de saber que con esa manía suya de cambiar de sitio los muebles de sus padres uno podía ganarse la vida. De mayor estudió finanzas, pero como los dioses odian que los talentos que han repartido se desperdicien, pronto corrigieron su camino. Tras unas prácticas en la casa de subastas Christie’s de Nueva York, entró en la galería parisina Eric Dupont. Fue allí donde descubrió el cóctel de arte e interiorismo con el que ha hecho carrera. “Yendo a las casas de los coleccionistas para ayudar a desmontar las obras me di cuenta de lo importante que es el lugar que ocupan”, explica.
Convencido de que “el diseño de interiores puede hacer brillar el arte”, volvió a Barcelona y montó John Brown Projects, un estudio de interiorismo que además funciona como asesoría y marchante de arte emergente. La misión es crear interiores que saquen el máximo partido a las obras del cliente, algo que empezó a poner en práctica en su piso nuevo cuando tuvo que buscarles un sitio a sus dibujos de Reuben Beren James. “Estaban pidiendo a gritos estar en mi cocina, así que diseñé una que no tuviera armarios de arriba, para que quedaran a la vista”.
Prueben a presentarse en una exposición de arte con una foto de su cocina, en busca de un cuadro a juego con su alacena: si son de oído fino escucharán crisparse el orgullo de los galeristas. Moreno López–Calull coincide con ellos en que una obra de arte es más que un jarrón bonito. Sin embargo, ambas cosas suelen acabar en el mismo lugar: la casa. De ahí que piense que un piso es un sitio excelente para exponer, la idea con la que, en 2018, organizó junto a Javier Boné-Carboné la primera edición de Formato14: cuadros expuestos en un apartamento habitado.
“A muchos coleccionistas las galerías les asustan. Entre el suelo de cemento, las paredes blancas y los focos perfectos les cuesta imaginarse las obras en su hogar. En una casa las sienten domesticadas”. Para el barcelonés, la casa es el espacio natural del arte, y eso que en la suya algunas obras ocupan sitios tan insólitos como la puerta: está pintada con una de las siluetas femeninas de Sandra Modrego. “Me da rabia que nadie se tome en serio las puertas como elementos decorativos. ¿Por qué nadie se fija ya en las puertas?”.