El español que ha hecho del esparto un material codiciado entre estrellas internacionales y la industria del cine
Disney, la actriz Sarah Jessica Parker e incluso el director creativo de Loewe, Jonathan Anderson, han sucumbido al trabajo del artesano Javier S. Medina. ¿Su nuevo éxito? Vestir de esparto la nueva colección de la firma de lujo capitaneada por Anderson: Paula’s Ibiza
El esparto es una de esas materias primas que de tan familiares se vuelven prácticamente invisibles. Al menos en España, porque fuera puede resultar algo tan extraordinario como escamas de dragón. Lo sabe muy bien el espartero Javier S. Medina (Badajoz, 44 ...
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El esparto es una de esas materias primas que de tan familiares se vuelven prácticamente invisibles. Al menos en España, porque fuera puede resultar algo tan extraordinario como escamas de dragón. Lo sabe muy bien el espartero Javier S. Medina (Badajoz, 44 años), que reconoce que muchos triunfos de su carrera se deben a la admiración que ha despertado su trabajo en clientes de apellidos extranjeros. En 2016, por ejemplo, Sarah Jessica Parker protagonizó una aparición casi mariana en su taller de Madrid y compartió en sus redes sociales la foto de una de sus cabezas de toro hechas con pleita. Dos años después, Disney le pidió que trenzara con este mismo material las manos de Mickey para la exposición del 90 cumpleaños de su criatura. Antes de la pandemia, recibió un mensaje del director creativo de Loewe, Jonathan Anderson, el Moisés de la artesanía.
“Mira lo que acaba de hacer con los castañeros de barro gallegos. Tuvo que venir él para que nos diéramos cuenta de las maravillas que podían crearse con algo que siempre hemos tenido”, asegura Medina, cuyos inconfundibles “trofeos ecológicos” decoran desde hace semanas los escaparates de la colección –y la fragancia– Paula’s Ibiza en las tiendas de Loewe. Otro ejemplo de colaboración entre moda y artesanía.
“Al final un artesano crea piezas únicas, y eso las marcas de lujo lo valoran mucho”. Pero sería injusto achacar todo el éxito de Medina a lo pintoresco que puedan resultarle sus piezas a gente que jamás ha tenido en casa una silla de enea como las que, cuenta, veía reparar a su abuelo de niño. “Creo que viéndole a él fue como aprendí a trabajar, pero jamás pensé que me podría ganar la vida con la artesanía. Mi plan era sacarme una plaza de bombero”. Cambió de idea y, hace una década, se fue a Madrid dispuesto a dominar la técnica de las fibras naturales, pero no para hacer los cestos típicos de la espartería española, sino para reinventarla. La suerte sonrió a sus originales espejos y trofeos, como sonríe a todos aquellos que entran en el templo de la tradición no de rodillas, sino con las manos llenas de ideas nuevas.