Vicuña de Perú y crin de caballo: ¿por qué una cama puede costar 80.000 euros?
Los materiales 100% naturales y los muelles ensacados componen los colchones más lujosos y duraderos del mercado. El secreto está en las capas
Una persona pasa tumbada sobre una cama alrededor de 2.555 horas al año. Una cifra nada desdeñable que recalca el protagonismo que tiene el descanso en nuestro día a día. “Dormir bien te ayuda a ser la mejor versión de ti mismo al día siguiente”, asegura Raimundo Cortés, representante de Hästens, firma de colchones sueca con 172 años de historia. Sin embargo, a la gran mayoría aún le cuesta destinar miles de euros en la compra de un colchón cuando hay muchas opciones por 500 euros o menos. “Es complicado inculcarle a la gente que invertir en el descanso es crucial. Una cama Vispring, por ejemplo, puede durar en perfectas condiciones más de 20 años, por lo que, prorrateado el gasto total, la noche no saldría ni a 50 céntimos”. Esta afirmación la hace Jesús Sánchez, gerente de cuentas de Vispring en España y Portugal. “Una vez que has dormido en una cama Vispring estás perdido, no hay vuelta atrás y no vuelves a dormir a gusto en otro colchón”, bromea Alfonso del Saz, distribuidor y dueño de la tienda que la firma inglesa tiene en la calle Castelló en Madrid, en pleno barrio de Salamanca.
Nada más entrar en el número 57 de la vía madrileña uno se encuentra con varios trozos de colchones partidos que muestran unas entrañas formadas por diferentes capas de muelles ensacados en algodón y materiales 100% naturales –el más exclusivo y delicado de todos, la vicuña originaria de Perú, solo se encuentra en los de gama más alta– que regulan la temperatura de aquellos que duermen sobre él, permiten que transpire y aportan una suavidad extra. “En 1901 Vispring compró la patente de los muelles ensacados en algodón a un tipo canadiense y hoy es el sello distintivo de la marca. Fabricamos muelles de diferentes tamaños, cuanto más pequeños y más capas de muelles pongamos en el colchón de más categoría será [los más básicos llevan una capa y los premium llevan hasta tres capas de muelles]”, explica Alfonso, que lleva 17 años descubriendo a sus clientes las bondades de estos colchones hechos a mano en una fábrica de Plymouth (Inglaterra). Allí trabajan 200 empleados especializados cada uno en una parte concreta del proceso de creación de estos lujosos colchones.
“Las capas de materiales se van colocando a mano, con mucho mimo, en cada colchón. Y los encargados de coser manualmente los laterales del colchón con hilo 100% natural pasan mínimo un año y medio cosiendo primero nuestros colchones más básicos [que rondan los 6.000 euros] hasta que pueden empezar a coser nuestra gama media. Para trabajar en nuestros colchones de gama alta hacen falta muchos años de experiencia”, detalla. En coser el lateral de una Diamond Majesty, su cama más lujosa (cuesta unos 80.000 euros), se tarda un día y medio y solo las manos más experimentadas (hay quien lleva más de 35 años trabajando en la fábrica inglesa) se encargan de hacerlo. Su reputación depende del resultado final de estos acabados. “Es un proceso lento, pero marca la diferencia. Por eso nuestros colchones tienen hasta 30 años de garantía. Estamos muy seguros de su durabilidad y de que nadie se arrepiente de la compra que hace con nosotros”, apunta Jesús Sánchez.
Se puede personalizar absolutamente todo en estos colchones y si se comparte con otra persona y no hay manera de ponerse de acuerdo con la firmeza del mismo no hay problema, cada lado puede tener una diferente. “Es muy común que si el colchón es para una pareja cada uno elija un tipo de firmeza distinto. Lo que sí que les recomiendo siempre es que prueben bien las diferencias que hay entre una y otra, porque tenemos muy arraigado que un colchón cuanto más duro mejor y no es así. La firmeza debería elegirse, sobre todo, en función de nuestro peso: cuanto menos peso menos firme debería ser”, señala Alfonso. “Prueba, prueba este lado soft a ver qué te parece”, me invita Jesús, mientras Alfonso atiende una llamada, señalando el lado con menos firmeza de una de las camas que tienen expuestas, el modelo Charlotte. Lo hago y luego pruebo una cama de mayor categoría, la Regal Superb. Solo es mediodía pero podría quedarme ahí tumbada varias horas. Al acabar fantaseo con que mi hija de catorce meses duerma por fin del tirón en uno de ellos. Cada céntimo valdría la pena.
El Titanic zarpó de Southampton el 10 de abril de 1912 con 50 camas similares a las que acabo de probar. La empresa tenía por aquel entonces poco más de una década de vida y ya había logrado colarse en los camarotes de primera clase del que en ese momento era el barco más con pasajeros más grande del mundo. “Ahí seguirán, hundidas en alguna parte del océano”, comenta Alfonso. Una de sus camas de alta gama puede pesar hasta 130 kilos, por eso ofrecen el servicio de ir a domicilio a voltear el colchón cada cambio de estación, unas cuatro veces al año. Pero lo más importante para mantenerlos durante décadas como recién comprado es que “no caiga ni una gota de líquido sobre ellos”, porque al ser materiales 100% naturales se queda ahí para siempre y no hay manera de quitarlo.
“Lo que nosotros hacemos no son camas de lujo, no hay exceso en las camas Hästens. Cada pequeño detalle cumple una función y busca dar como resultado un descanso de calidad. Si no tiene una razón de ser no lo incluimos”, explican desde la firma sueca. Sus artesanos tardan en fabricar unas de sus camas más sencillas, una Vividus, unas 350 horas y si alguno de los pasos no ha salido perfecto vuelven a empezar. “Cada empleado tiene la potestad de detener la producción en cualquier momento si detecta el error más diminuto”, señalan. Su objetivo es crear comodidad y lo logran con cada una de las capas que componen una cama Hästens, las hay que tienen hasta 34 capas. Entre los materiales que las forman, también 100% naturales, destacan la crin de cola de caballo, la lana, el algodón , el lino, el acero de los muelles y la madera. “Permiten que la cama respire y que te muevas menos durante la noche, lo que hace que descanses mejor”, apunta Raimundo Cortés. “Son una inversión para todo la vida. Estas camas pasan de generación en generación. Nadie sabe cuánto puede durar una Hästens, pero hemos encontrado una fabricada en 1907 que lleva usándose más de 90 años”, afirma el responsable de la marca en España y Portugal.
Ginés Górriz, CEO de Minim Barcelona, destaca de este tipo de camas la propiedad intelectual que hay tras su diseño. “Son obras de arte y como tal un porcentaje de su precio, suele ser el 10%, va destinado a cubrir esa parte. Además, el prestigio de la marca, que da garantía de calidad, también se paga”, explica a ICON Design. Tanto las camas que ofrece en su espacio dedicado al diseño contemporáneo como las que fabrican Vispring y Hästens son sostenibles y ecológicas ya que las maderas empleadas proceden de bosques europeos y garantizan la reposición de los árboles que se talan. “No son maderas tropicales”, anota Górriz. “La lana que usamos en las camas Vispring proviene de ovejas de proximidad”, añade Jesús Sánchez. Lo mismo ocurre con la empleada en la fábrica sueca de Hästens. Para terminar, Górriz recuerda que el transporte de estas camas trabajadas a mano con cuidado es delicado y seguro. “El embalaje garantiza que el trayecto que recorre desde la fábrica hasta tu casa sea seguro y que llegue en perfectas condiciones”.
Si echamos la mirada varias décadas atrás, nos encontramos con que el lujo en el ámbito del descanso ha evolucionado del colchón de agua que en los años ochenta sonaba tan emocionante (aunque era muy difícil de mantener) a los colchones de alta gama actuales, donde la crin de caballo, los muelles ensacados y el resto de materiales naturales logran que una una cama pase de generación en generación en perfecto estado. Solo hacían falta 34 capas para llegar al séptimo cielo.