Contemplar la propia muerte a través del arte: la obra de Tadao Cern llega a Córdoba
El artista lituano expone por primera vez en España como invitado al festival Flora, que abrirá sus instalaciones al público el 20 de octubre
El título de la obra más conocida de Tadao Cern (Vilna, Lituania, 40 años) es French Exit, una expresión que en inglés significa lo mismo que en castellano: despedirse a la francesa. Su autor la concibió durante una época especialmente dura. “Hace tres años me diagnosticaron depresión, apenas salía de casa, empecé a reflexionar sobre la vida y la muerte y traté de imaginar lo que me gustaría ver en el momento de abandonar la tierra”, cuenta. “Pensé que, en mi caso, sería algo tan cliché como esas películas donde flotas sobre campos y ríos, y te despides para siempre de las cosas que ama...
El título de la obra más conocida de Tadao Cern (Vilna, Lituania, 40 años) es French Exit, una expresión que en inglés significa lo mismo que en castellano: despedirse a la francesa. Su autor la concibió durante una época especialmente dura. “Hace tres años me diagnosticaron depresión, apenas salía de casa, empecé a reflexionar sobre la vida y la muerte y traté de imaginar lo que me gustaría ver en el momento de abandonar la tierra”, cuenta. “Pensé que, en mi caso, sería algo tan cliché como esas películas donde flotas sobre campos y ríos, y te despides para siempre de las cosas que amas. Esa era mi interpretación de la muerte. Había algo mágico en la idea de flotar sobre trigales. Fue así como ideé esta instalación, dándole la vuelta a todo y poniendo el campo en el techo, para que la gente entre en el espacio, se tumbe en el suelo y tenga esa sensación de volar”. El resultado de este experimento existencial fue un éxito de crítica que se expuso en Francia y en China. El artista asegura que este gesto ha sido también liberador. Al poco de presentar la obra, empezó a recibir mensajes de conocidos que le comentaban que también estaban en la misma situación. “Me di cuenta de que no estaba solo, y de que esto es algo mucho más normal”, reflexiona. “Hacer una obra de arte como esta me resultó beneficioso porque, en primer lugar, es un diálogo conmigo mismo. Y, además, es un diálogo con todas las personas que interactúan con la obra, o van a la exposición. Una vez que estás tendido en el suelo, volando sobre esos campos, evocan tus sentimientos. Si quieres ayudarte a ti mismo, prueba a ayudar a los demás”.
Este año Cern es uno de los invitados de Flora, el festival de arte floral contemporáneo que se celebra anualmente en Córdoba, y que abrirá sus instalaciones al público el viernes 20 de octubre. El espacio que ha elegido es el patio de entrada del Museo Arqueológico de la ciudad, un jardín neoclásico con un aljibe. “Quería hacer lo más natural, porque en ese estanque hay una fuente natural de agua y las flores la necesitan”, explica. El lituano nunca ha trabajado directamente con flores, pero la experimentación forma parte de su naturaleza. “Nunca he trabajado exclusivamente con un material o medio, porque vengo de la arquitectura”, explica. “La creatividad consiste en experimentar y jugar. El modo más sencillo de crear algo es experimentar, volver a ser un niño, probar cosas e intentar mezclarlas”. En ese juego, las flores presentan cierta complejidad. Son un material efímero y lleno de significado al mismo tiempo. “Cuando trabajas con flores hay que pensar en la supervivencia de las plantas, la estética, los aromas y los colores”, apunta el artista, que asegura que su primera visita a Córdoba le ha permitido descubrir la dimensión simbólica de las plantas. “Cuando visité Córdoba me encontré con muchas capas de cultura, religión. Cada flor tiene un significado distinto, y voy a emplear la religión y la cultura, esa mezcla que representa esta ciudad”.
Atribuir significados y lecciones morales a las flores es algo habitual en la pintura religiosa desde el renacimiento, con ejemplos tan relevantes como la pintura de vanitas, que en el barroco apelaba al espectador invitándole a reflexionar sobre el paso del tiempo y su naturaleza mortal a través de bodegones con indicios de decaimiento y putrefacción. Trabajar con un material orgánico como las flores es, en cierto modo, un vanitas continuo. Y Cern no es ajeno a esto: ya sus instalaciones con globos negros que flotan varios metros sobre el sueño estaba implícita esta reflexión, esta decisión o no de mantenerlos rellenos de gas, en una negociación continua que evoca el arte relacional y aquellas obras de Félix González Torres donde una alfombra de caramelos a disposición del público resultaba abocada inevitablemente a la desaparición o la dispersión, en una reflexión sobre la muerte y la fugacidad de la vida enmarcada en la crisis del sida de los años noventa. “Cuando voy a una institución o galería donde voy a hacer una instalación, siempre les digo que a ellos les corresponde mantenerlo o decidir que se desinfle. Es como un ramo de flores que hay que cuidar”.
Esa naturaleza fugaz, inseparable del arte floral, le gusta. “Hay gente que intenta crear algo permanente para el resto de su vida y de la historia, pero es algo bastante ingenuo. Es un cuestión de tiempo. Cualquier obra física acaba desapareciendo. Puede que tarde una semana, cinco años o cien. Mil años después, nadie va a recordarlo. Lo único que importa realmente son las ideas, que son lo que perdura”. En su reflexión sobre el tiempo, Cern enlaza su obra artística con una tradición tan antigua como la propia historia del arte. “Muchas culturas y religiones aconsejan contemplar la propia muerte. Cuando trabajas en una obra que habla abiertamente de ese momento, empiezas a apreciar lo que sucede en tu vida”.
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