Con una verja en el salón y una suite con bañera: así vive el músico Kaydy Cain
Entramos en la nueva morada del artista de trap, que acaba de lanzar el single estrella de su nueva ‘mixtape’, ‘El juguete de tu muñeca’. Un peculiar refugio a pie de calle en Carabanchel transformado por Studio Animal
La semana que se decretó el primer estado de alarma, Kaydy Cain estaba a punto de volar a Cuba. Iba a grabar Salsa Dura, la traslación de sus himnos trap al género caribeño junto a una banda de músicos locales. Se quedó en tierra y centró las energías en sus dos proyectos más personales: transformar un local a pie de calle con sótano de Carabanchel (Madrid) en su p...
La semana que se decretó el primer estado de alarma, Kaydy Cain estaba a punto de volar a Cuba. Iba a grabar Salsa Dura, la traslación de sus himnos trap al género caribeño junto a una banda de músicos locales. Se quedó en tierra y centró las energías en sus dos proyectos más personales: transformar un local a pie de calle con sótano de Carabanchel (Madrid) en su particular trap-cueva y ser padre por primera vez. “Mi niña, Aisha, nació el mismo día que iba a presentar en directo el proyecto Salsa Dura en el Sónar. Imagínate, me lo habría perdido. Así que, dentro de lo malo, a mí me ha sonreído la vida”, cuenta cuando nos recibe en esta peculiar vivienda-estudio que sirve de claro reflejo de su intransferible personalidad.
Concebida por Studio Animal y bautizada como Trap (House 9), concatena cuatro espacios muy diferenciados. Como define su propio artífice, el arquitecto albaceteño Javier Jiménez Iniesta, “el proyecto pretende ser un contenedor único del modo de vida de uno de los mayores exponentes de la música urbana nacional. Esa identidad se traduce en estrategias y elementos espaciales que acaban generando un imaginario superespecífico: los escenarios donde actúa un músico, la calle, el trap, lo inacabado, el sexo… Las rejas de ballesta, la representación de un culo gigante, los grafitis y la obra vista se han utilizado en este proyecto como elementos que construyen un imaginario relacionado con su habitante y protagonista”.
Así, entre sus dos niveles (planta de calle más sótano repartidos en unos 150 metros cuadrados en total) se sucede una concatenación de escenas o, mejor dicho, escenarios muy diferenciados donde se funde la dimensión pública de una estrella con la traducción en privado de los códigos que conforman su mundo. Estos son. ¿Tienen la pulsera? Pues pasen a este festival.
Escenario 1: una verja en mitad del salón
A pie de calle, el espacio público, un salón muy luminoso donde recibir con la cocina integrada presidido por un gran sofá semicircular de obra; todo protegido por un espectacular cierre de ballesta que recorre el sinuoso perímetro del espacio. “Con ella sorteamos el hándicap de que el bajo tuviera mucha luz pero, al mismo tiempo, como da a la calle, existiera un elemento de seguridad. Y, de paso, remitimos a la identidad de Dani [Gómez, alias Kaydy Cain], porque evidencia esa cultura urbana”, explica Jiménez Iniesta, cabeza visible de Studio Animal. “Claro, los típicos cierres de verjas de barrio, con lo que yo he crecido”, secunda el músico. Todo, en amarillo chillón. “Dani no se ha caracterizado nunca por ser discreto”, bromea el arquitecto con su cliente, que le da la razón entre risas.
Por lo que sí se ha caracterizado es por permanecer cerquita y fiel a los suyos. Este es su barrio de toda la vida y a un paso vive su madre, en la misma casa donde creció él. Es su territorio. El debate sobre si Carabanchel se está gentrificando o no hace tiempo que perdió el sentido. Por supuesto que sí. “Es una fórmula inevitable y que cada vez tiene más éxito”, reflexiona Jiménez Iniesta; “irte a vivir a 10 minutos en metro o en coche del centro de Madrid y comprarte un espacio atípico. Y en esto los artistas suelen ejercer de avanzadilla. Al principio la gentrificación es un fenómeno muy cultural, no solo porque sea la gente de la cultura la que suela dar el paso, sino porque enriquece los barrios en los que sucede…. Hasta que acaba convirtiéndose en especulación. Pero los primeros que se pillan siempre una nave tirada o un local donde no parece querer vivir nadie son los artistas”. Kaydy toma la palabra. “Esto es el próximo centro de Madrid. El centro, centro va a quedar para gente con pasta, guiris y tal. Y quien medio se pueda permitir invertir en algo se va a tener que ir a los alrededores: Carabanchel, Tetuán… Pasó en Nueva York y pasa casi en cualquier gran capital”.
Escenario 2: ponme una bañera en medio de la suite
Parece una fantasía extraída de un videoclip bling-bling: una bañera en mitad del dormitorio; pero fue el primer y casi único reclamo que hizo Kaydy Cain a Studio Animal cuando empezó la obra. “Yo le dije a Javi las cuatro locuras que quería hacer… pero el resto de locuras ya las puso él”, se ríe el cantante. Aquí, en la suite, a la que se accede desde el salón a través de una puerta oculta donde se produce un reflejo infinito por tener espejos en todas sus caras (suelo incluido), el hedonismo se lleva al extremo. Cuando Kaydy actuó en el Razzmatazz de Barcelona hace un año (con Rosalía, junto a la que acababa de coescribir el tema Juro que, escondida entre el público) le encargó a Javi Jiménez Iniesta unos culos gigantes. Unos enormes emojis de melocotones acabarían tomando el escenario.
Este emblema del twerking se traduce en la suite, el espacio privado, en una enorme mampara de metal lacado con forma de nalgas rosas que se pliegan sobre sí y separan el espacio principal del aseo. “Un elemento que tiene que ver con el culto al cuerpo de la cultura reguetonera”, explica su artífice. “Con el culto al culo, más que al cuerpo”, acota entre risas el trapero. El negro integral en cerámica mate que tiñe la estancia no le resta luminosidad ni fantasía… Originalmente Kaydy pidió a Javi un techo de espejos, pero el arquitecto le convenció para que lo dejara mejor en el reflejo más matizado que otorgan a la habitación grandes láminas de aluminio negro brillante. “Que un día te gusta mirarte follando en el techo y a la mañana siguiente igual no quieres ni verte la cara. Puedes ponerlo así”, se parte el artista. Al otro lado de la mampara, el lavabo, explican, está iluminado a semejanza de los camerinos.
Escenario 3: un callejón dentro de casa
Vamos al sótano. “De aquí para abajo es el trap”, dice el ex componente de Pxxr Gvng, el grupo embrionario del trap de aquí. Dani quería este doble tramo de escaleras todo crudo y pelao, prácticamente tal cual estaba antes de que adquiriese este local que llevaba cerrado desde la construcción del edificio hace 13 años. “Me molaba que pareciese un cacho de calle, pero dentro de mi casa”. Por eso dejaron la escalera tal cual estaba, con el suelo de hormigón en bruto y paredes de ladrillo visto, que se apropiaron ya antes de acabar la obra los colegas grafiteros de Kaydy. Todos ellos con reconocida firma en las calles: Ael, Rucka, Kiler, Hifo, Adios, Ysra.
La huella de su spray es la única intervención visible en este escenario, aparte de una barandilla y una luz roja ambiental que contribuye a cambiar la mirada. “Todo aquí funciona a un nivel psicológico: sales a la calle y entras al estudio. Te das un paseo de camino al trabajo”, razona Jiménez Iniesta.
Escenario 4: un búnker como estudio de grabación
Atravesando la escalera-callejón, una robusta puerta metálica con un ojo de buey presuriza el estudio de grabación, el cuarto y último escenario, que sirve también de cuartel secreto de Honey Money Records, el sello de Kaydy Cain. Una especie de búnker de hormigón armado que, en palabras del arquitecto, “parece que no tiene nada, pero las paredes tienen dos palmos de grosor. Está totalmente insonorizado”. A pesar del tragaluz que filtra algo de luminosidad natural desde la planta superior. Kaydy le secunda. “Incluso hemos grabado aquí ya un concierto”. Para el festival virtual mexicano Realidad Alterada, donde Kaydy se grabó a sí mismo ante un croma para luego ser insertada su imagen real dentro de una experiencia inmersiva planteada como una mezcla de concierto y videojuego donde los propios usuarios podían interactuar entre sí con su propio avatar.
En este sótano, dentro de una cabina de grabación cilíndrica pintada con el mítico gato Fritz, Kaydy ha registrado también su nuevo álbum, El juguete de tu muñeca, una mixtape autobiográfica protagonizada por una figura a la manera de los Action Man de los años noventa impresa en 3D a su imagen y semejanza. El muñeco en cuestión, además de lucir los míticos tatuajes de su cara (un beso a un lado y un helado al otro), sirve al cantante como hilo conductor de un trabajo cuyo segundo single –Si no me das tu corazón te lo robo– lanza estos días y que promete deparar jugosas sorpresas a sus fans. “Yo hago música desde los 12 años [ahora tiene 30], he pasado por varios grupos y desde hace ocho años o así vivo de esto. Es la primera vez que grabo yo prácticamente todas las voces. Podríamos decir que este proyecto es como mi curriculum. Mi muñeco es la foto, en las canciones enseño lo que yo sé hacer y en la caja del muñeco y sus instrucciones, el cómic, los videoclips o lo que sea que haga cuento mi historia. Otros escriben libros, yo cuento mi vida con un muñeco”, se ríe. Suena como uno de sus muchos fraseos. Él mismo cantaba “yo ya he vivido rápido, ahora lo hago poco a poco”. Y, por fin, en un lugar a la medida de su ritmo.