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Beatriz y Eugenia de York, las únicas supervivientes (por ahora) de la caída en desgracia del príncipe Andrés y Sarah Ferguson

Tras la renuncia de su padre, las dos hijas del exmatrimonio están a la espera de saber qué ocurre con sus títulos, aunque el rey Carlos III les ha prometido protección. “Toda la familia siente mucha simpatía por las dos, han llevado una vida intachable y no han hecho ninguna tontería”, explica a EL PAÍS Robert Hardman, biógrafo y analista real

La casa de York está viviendo sus horas más bajas. Tanto el príncipe Andrés como Sarah Ferguson siguen siendo protagonistas por todas las polémicas en las que llevan implicados desde hace décadas. Pero toda la información que se ha ido conociendo en las últimas semanas ha terminado por reducir a cenizas cualquier atisbo de redención del exmatrimonio. La amistad que ambos mantuvieron durante años con el millonario pedófilo convicto Jeffrey Epstein, de la que ahora se está empezando a saber todo lujo de detalles, ha puesto contra las cuerdas a la monarquía, obligando al rey Carlos III a tomar medidas drásticas y forzar a su hermano a renunciar a todos los títulos y honores concedidos. La gota que colmó el vaso fue la publicación de las memorias póstumas de Virginia Giuffre —la mujer que fue forzada a tener sexo con el exduque de York y que se suicidó el 25 de abril de 2025— y la filtración de los correos que se intercambiaban Epstein, Andrés de Inglaterra y Sarah Ferguson. Dos de las protagonistas involuntarias son sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, que han visto como su reputación corría peligro y su futuro quedaba en el aire por las amistades y actitudes de sus progenitores.

Pese a todo, han conseguido convertirse en las únicas supervivientes de un capítulo que marcará para siempre a los Windsor. Una vez se difundió el comunicado del palacio de Buckingham en el que anunciaban la decisión del príncipe Andrés —aunque en realidad solo significa que sus títulos quedan inactivos—, surgió una duda: ¿Qué pasaría con sus dos hijas? Una pregunta para la que hubo una rápida respuesta: tal y como informa en exclusiva The Times, el rey Carlos III ha dejado claro que sus sobrinas mantendrán su estatus y títulos pese a la caída en desgracia de sus progenitores. Andrés continuará siendo príncipe, porque ese es un título de nacimiento que no puede ser revocado, pero dejará de formar parte de compromisos familiares, tanto de carácter público como privado.

“El desafío para ellas consiste en preservar la neutralidad, distanciarse sin romper los lazos familiares y mantener intacta su credibilidad personal”, explica María José Gómez y Verdú, experta en protocolo y etiqueta. Y continúa: “Cuando el ruido mediático crece, la discreción se convierte en una virtud comunicativa. Las princesas deberían reforzar su imagen de sobriedad, aparecer solo en contextos institucionales claros y evitar declaraciones o gestos que puedan interpretarse como defensa o crítica”. Desde que se hizo público el comunicado del palacio de Buckingham, por ejemplo, las hermanas York han cancelado compromisos ya pactados para evitar exponerse mediáticamente. Ninguna de las dos acudió al Pink Ball, un evento que aspira a convertirse en la MET Gala de Londres, y al que estaban confirmadas como asistentes.

El rey quiere mucho a sus sobrinas. No han hecho nada malo y, de hecho, son un orgullo para la familia. Le interesa que Andrés deje de usar este título sin que ello afecte a los títulos de las princesas”, puntualiza Robert Hardman, autor del libro Isabel II. Vida de una reina (Planeta, 2022) y reconocido analista de la realeza británica a EL PAÍS en llamada telefónica. Pero en los últimos días, cada vez más políticos están demandando que se retire los títulos de manera definitiva y no que queden inactivos. “Dicen que eso no es suficiente, que quieren quitarle el título. Si lo hacen, será más difícil para las dos hijas, porque, en la práctica, eso supondría eliminar su apellido. Nos adentraríamos en un terreno más incierto. Por ahora, todo va bien, pero la situación podría empeorar”, añade.

No es habitual ver a Beatriz y Eugenia con sus progenitores, pero en contadas ocasiones sí que acuden a actos públicos con ellos, sobre todo con su madre. “Cuando se reúnen, siempre es muy en privado. Al príncipe Andrés se le ve muy raramente, es muy esquivo. Creo que entiende que no es bueno para nadie que se le vea con ellos. Así que eso no va a cambiar. Están en contacto, son una familia bastante unida. Se ven bastante porque viven cerca unos de otros, pero en privado”, explica el escritor real. De hecho, esta misma semana se pudo ver a Beatriz saliendo de Royal Lodge, la casa de 30 habitaciones en la que viven sus padres y que está también en peligro. Ambos permanecen allí, alejados de la polémica y esperando que la tormenta amaine, aunque no hay visos de que eso vaya a ocurrir pronto. “Un encuentro ocasional, en un contexto privado y respetuoso, comunica humanidad sin comprometer la neutralidad. En cambio, aparecer en actos de relevancia o exposición mediática podría reabrir controversias que afecten tanto a ellas como a la estabilidad comunicativa de la monarquía”, añade Gómez y Verdú.

Aunque ambas han mantenido durante años un discreto segundo plano, el príncipe Andrés las ha utilizado de coartada para sus mentiras. Por ejemplo, en su entrevista en la BBC para el programa Newsnight en 2019, el hijo de la reina Isabel II negó conocer a Virginia Giuffre porque, según su relato, el día en el que ocurrió el supuesto encuentro, él estaba con sus hijas, que entonces tenían 13 y 11 años. “Estaba con las niñas, y llevé a Beatriz a una fiesta en el Pizza Express de Woking, en torno a las cuatro o cinco de la tarde”, aseguró en la citada conversación. Sin embargo, la existencia de una fotografía junto a ella contradice esta versión en la que implica a sus hijas. “Toda la familia siente mucha simpatía por las dos. Se dan cuenta de que Andrés es un idiota y que Fergie es una vergüenza. Ellas han llevado una vida intachable, no han hecho ninguna tontería, son agradables, educadas y hacen cosas por caridad. Como dice el viejo refrán: ‘No se puede dejar que los pecados del padre recaigan sobre el hijo”, agrega Hardman.

A los Windsor, además, les conviene mantenerlas cerca: aunque no son del conocido como núcleo duro de la familia, necesitan que sigan teniendo una agenda activa para recurrir a ellas llegado el caso. En el último año y medio se ha demostrado el problema que tiene la familia real británica cuando alguno de sus miembros se ausenta por enfermedad. “El monarca mantendrá una política de prudente protección: no las incorporará plenamente a la agenda oficial, pero tampoco las marginará. Aparecerán en actos benéficos, culturales o de apoyo a causas sociales, siempre en línea con los valores que se esperan de una royal británica”, puntualiza Gómez y Verdú.

¿Habría actuado igual Isabel II? Hay que recordar que Giuffre cerró un acuerdo multimillonario extrajudicial con el príncipe Andrés en febrero de 2022. Nunca se hizo pública la cifra, ya que jamás admitió oficialmente su culpabilidad. En aquel momento, la prensa británica habló de unos 14 millones de euros y publicó que gran parte de ese dinero había salido del patrimonio personal de la entonces monarca. “Era muy buena separando la familia de los negocios. Entendía que la monarquía tenía que hacerlo y le habría causado un gran dolor [quitarle los títulos]. Quería a Andrés, pero de la misma manera que le dijo a Enrique que no podía ser real solo a medias y que no podía seguir siendo Su Alteza Real, habría hecho lo mismo con su hijo”.

Beatriz y Eugenia son las únicas que pueden decidir qué postura van a tomar: si prefieren mantenerse neutrales y ajenas a la polémica, distanciarse de sus progenitores o apoyarles en su nueva vida alejada de la monarquía. Uno de los próximos pasos será saber si van a Sandringham a disfrutar de la Navidad junto al resto de la familia —a la que ya no están invitados ni Andrés ni Sarah Ferguson— o pasar con sus progenitores esta fecha señalada.

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