Robert Gavin Bonnar, abogado, escritor y cuñado de la reina Letizia: “Claro que tengo quejas y críticas por la invasión de mi intimidad”
El letrado internacional y autor irlandés, célebre en España por su matrimonio con Telma Ortiz, acaba de publicar la novela ‘El cuarto poder’, en la que expresa, a través de la ficción, su profunda preocupación por el equilibrio geopolítico del mundo
Robert Gavin Bonnar (Belfast, 59 años) escribió su primera novela hace 20 años. Se titulaba Credo, y en ella imaginaba un Estados Unidos en el que el Partido Republicano se rompía y era tomado por una facción llamada Partido de América con un presidente que confiaba en la agenda fascista para llevar a cada ciudad de América un estado de alarma. Entonces vivía allí. “Mi agente se la pasó a grandes editoriales, pero me exigían que cambiara el final, porque termi...
Robert Gavin Bonnar (Belfast, 59 años) escribió su primera novela hace 20 años. Se titulaba Credo, y en ella imaginaba un Estados Unidos en el que el Partido Republicano se rompía y era tomado por una facción llamada Partido de América con un presidente que confiaba en la agenda fascista para llevar a cada ciudad de América un estado de alarma. Entonces vivía allí. “Mi agente se la pasó a grandes editoriales, pero me exigían que cambiara el final, porque terminaba con una guerra civil y la salida de California de la Unión. Me negué. Y ahora Trump está pidiendo la anexión de Groenlandia. Veinte años después, cuando veo todo lo que ha ocurrido me pregunto qué me empujó a escribir eso”.
Veinte años después, este abogado internacional, que en España se hizo célebre por su divorcio de Sharon Corr, del legendario grupo irlandés The Corrs, y posterior matrimonio con Telma Ortiz, la hermana de la reina Letizia, ha conseguido por fin que le publiquen un thriller lleno de sexo y de intrigas geopolíticas protagonizado por un abogado irlandés que lucha contra los grandes bancos tras el credit crunch de 2009. Y aunque se resiste a decir si su cuñada ya lo ha leído (”no hablo de mi familia”) sí confiesa que la hecho circular por altas instancias.
Pregunta. ¿Se siente algo profeta?
Respuesta. No. Me parece ridículo decirlo. Simplemente es que me interesa mucho la historia. Y, como le digo a mis hijos, si entiendes los últimos 40.000 años de la existencia humana entonces tal vez puedas ver tres semanas, meses o años en el futuro.
P. ¿Cómo nació la idea del El cuarto poder (Ediciones Agoeiro)?
R. He viajado mucho a China, el norte de África y Oriente Próximo en los últimos años y he comprobado que hay un verdadero odio, aversión, desconfianza, elige la palabra, hacia Occidente. Al volver de mis viajes siempre me preguntaba: ¿Por qué no estamos todos hablando de esto en Europa? Somos muy vulnerables. Las grandes potencias protegen su círculo de influencia. ¿Dónde está nuestro círculo de influencia? Tenemos más ciudadanos que Estados Unidos. ¿Cuál es nuestro sentido de identidad? ¿Quién protege nuestros intereses? La gente no tiene esa preocupación, y debería tenerla.
P. ¿Y está tan convencido como dice en el libro de que las economías no occidentales se están aliando para crear una nueva moneda?
R. Es que eso es un hecho. Nos educaron creyendo en un mundo bipolar de soviéticos y americanos en el que la economía de estos era muy fuerte. Y todavía lo es, pero los americanos están tan endeudados que nunca podrán pagar. Además, las administraciones estadounidenses han decidido cada vez más utilizar las sanciones como arma de guerra económica contra muchos países. No se puede usar la moneda de reserva así. También significa que nosotros, debido a que el euro está tan vinculado al dólar, somos igual de vulnerables. ¿Por qué la clase política europea pensó que era una buena idea externalizar nuestra seguridad a Estados Unidos, nuestra producción a China y nuestras necesidades energéticas a Rusia? ¿A quién se le ocurrió en Bruselas ese maravilloso plan? Y además hay un déficit democrático enorme. Nadie votó a Ursula von der Leyen. No puedes opinar sobre si te gusta su forma de hacer política.
P. Dice mucho que deberíamos estar muy preocupados, pero supongo que es una sensación muy habitual cuando se está especializado en un tema. ¿Nunca piensa que maneja demasiada información?
R. Creo que, en todo caso, el flujo de información que manejamos no es confiable. La desinformación, las mentiras y las personas que moldean agendas están por todas partes. Lo he visto gracias a mi profesión: personas que no ocultan quiénes son realmente. Por ejemplo, si estás en un país llevando a cabo algún tipo de transacción comercial importante y te presentan a un Jake de Virginia, es posible que pronto descubras que es un agente de la CIA, o él mismo te lo dirá. O conocerás a alguien que es miembro del Servicio Exterior Ruso, o del MI6, en alguna granja en África, y te dirán que estudiaron en Oxbridge o en una de las mejores universidades de EE UU. Puedes darte cuenta de quiénes son. Hay un perfil de personas que hablan idiomas, han estado en diferentes países, provienen de algunas de las mejores universidades de EE UU y recopilan información estratégica. No es una novela de James Bond. Son muy reales y están muy activos.
P. ¿En qué sentido?
R. En que trabajan para un nuevo orden. Por ejemplo, hace cinco años, todos los países del norte de África aún estaban controlados por Francia, que va por ahí dando lecciones de derechos humanos. Esos países nunca recibieron la independencia económica de Francia y el estilo de vida francés se ha mantenido desde abajo gracias al dinero succionado de ellos. Es un hecho. No es una cuestión de izquierdas o de derechas. También controlan los bancos centrales. Utilizan bancos privados como la Société Générale y sus directores para controlar los presupuestos de los estados-nación aparentemente libres e independientes. Entonces, de repente, los rusos van a esos países y son los salvadores y Europa hace como que el norte de África ya está en el otro bando.
P. ¿En qué momento exacto se obsesionó con estas cuestiones? Porque su especialidad como abogado es el derecho al honor y el libelo…
R. Tuve éxito muy joven en un caso contra Rupert Murdoch. Gané el segundo acuerdo de responsabilidad más grande de la historia legal para Louis Walsh, un presentador al que el periódico de Murdoch quería sacar del armario y al que acusaron de agredir sexualmente a un hombre en un baño y era mentira. Cuando llevaba ese caso, en una ocasión, la policía me dijo que estaba molestando a gente muy poderosa. Y ahí empecé a aprender mucho sobre el vínculo entre las tres P: la prensa, la policía y los políticos; y comencé a darme cuenta de que la prensa es propiedad de unos pocos actores globales. Entonces empecé a examinar otros sectores, a levantar las cortinas y averiguar quién está detrás de los intereses creados.
P. Pero a pesar de todo lo poderoso que era Murdoch, usted ganó el caso. Es decir, el sistema funciona. ¿Por qué su conclusión es la contraria entonces?
R. Mi conclusión no es la contraria. No digo eso. Creo que nuestras instituciones son muy importantes. Me las tomo en serio. Creo que la separación de poderes es crucial. Pero en el sistema constitucional británico hay una persona, el Lord Chancellor o Ministro de Justicia, que se sienta en el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Un solo ser humano. Nuestros jueces son designados políticamente. Para mí, los nombramientos políticos de jueces siempre son problemáticos. ¿Cómo pueden ser neutrales? No pueden. Sirven a su maestro político.
P. Estoy segura de que usted sabe de la causa que existe contra el fiscal general en España ahora mismo. Existen mecanismos de control.
R. Pero la ciudadanía tiene que estar vigilante y proteger sus instituciones. Y eso es lo que la prensa debe hacer como cuarto poder. Excepto que hoy hablamos más del tamaño del culo de Kim Kardashian. Y eso es lo que me preocupa.
P. Eso me recuerda que ha tenido clientes muy famosos, como Britney Spears.
R. Sí, cuando abrí su sumario estaba en Marbella. Todavía estaba casada con Kevin Federline y demandamos al National Enquirer porque publicaron que tenían problemas. Pero no los demandamos en Estados Unidos, porque allí los derechos de imagen son muy fuertes y los derechos de difamación muy pobres debido a un caso llamado New York Times contra Sullivan. Así que les demandábamos en Dublín. Así que conseguíamos un recurso, un resultado y se lo dábamos a su publicista, y el publicista podía decir: “Hemos ganado”. Cambiamos la forma en que el cliente famoso buscaba reparación para su reputación mundial.
P. Así que en el fondo también tiene algo de gestor de relaciones públicas…
R. Cuando eres ese tipo de abogado tienes que entender por qué Kim Kardashian y su familia son importantes para la gente. Por qué las valoran. Si no entiendes en qué se basa la reputación de una persona no puedes defenderla si ha sido ferozmente atacada.
P. ¿Diría que España es un país especialmente corrupto?
R. Como abogado, no me siento capacitado para hablar de España de forma significativa. Elijo España como lugar para venir a vivir, pero no para ponerme en una posición política.
P. El personaje de su novela se hizo abogado para proteger a su madre de los bancos. ¿Usted por qué lo hizo?
R. Porque he visto mucha corrupción bancaria en Irlanda. Bank of Ireland. AIB. No son de fiar. Y siempre he sabido que un buen abogado lucha por la justicia, no solo por un resultado. Era un chico joven en los años setenta que vivía en Belfast. Recuerdo a soldados británicos que venían a casa de mi familia y nos sacaban y nos ponían en la calle a las tres de la mañana. Alguien con un acento muy fino de Oxford diciendo a mi abuela: “Lo siento terriblemente”. Sigue sin gustarme ese acento porque lo asocio con maldad, pero porque no era algo agradable para un niño de siete u ocho años estar ahí viendo la humillación de su madre, su tía, su abuela, mujeres con su dignidad, sentadas en la calle en camisón. Ya de mayor, recuerdo haber estado junto a la policía porque representé a Brendan MacFarlane o Gerry Kelly, dos de los actores más significativos del IRA. Y lo hice sin ningún miedo. Pero sabía que la policía, al abuchear, me estaba diciendo: “Sabemos quién eres, sabemos lo que haces y no nos gusta a quién representas”.
P. De nuevo molestando a gente muy importante…
R. Esa fue la primera vez. Más tarde, cuando tuve mi propio proyecto de cooperación en Sudáfrica, con el que construimos 20.000 casas en Ciudad de Cabo, conocí a Nelson Mandela y él, sabiendo que era de Belfast, me dijo: “¿Cuándo perdiste tu infancia?”. Sabía exactamente lo que habíamos vivido los niños de mi generación.
P. ¿Qué sintió cuando murió Isabel II?
R. Recuerdos de mi pasado. Como cuando George Mitchell fue enviado especial para el proceso de paz. También en esta época conocí a Ian Paisley, que en mi infancia había sido para mí el hombre del saco. Pensábamos que era una persona malvada. Estudié en la misma universidad que su hijo, quien no me dirigía la palabra porque yo era católico. Años más tarde gané un caso para él contra el Daily Mail y nos hicimos amigos. Cuando te sientas y conoces a esas personas que son, en cierto sentido, los representantes de la gente que te asustaba cuando eras joven, muchas cosas cambian.
P. Pero hay sentimientos primarios que no se pueden borrar. Por ejemplo, la idea de Margaret Thatcher…
R. Sí. También hablo de esto en mi novela. Si me hubieras entrevistado cuando tenía 20 años y era momento del thatcherismo y el reaganismo te hubiera dicho que para mí el monetarismo era un desastre. Sé que gente como Elon Musk piensa que las ideas de la Escuela de Economía de Chicago son lo más grande de la historia. Estoy totalmente en desacuerdo. Cuando teníamos un enfoque keynesiano para el modelo económico, al menos, teníamos capital y trabajo. En mi juventud en Belfast, Thatcher era peor que Ian Paisley.
P. Al leer el libro uno puede quedarse con la idea de que no le gustan nada las ideas ni las políticas woke.
R. Cuando escribes una novela tienes que escribirla contando lo que ves, no lo que opinas, esa era la escuela de Hemingway. Lo que intento transmitir en esa novela sobre ese punto no es en absoluto mi opinión personal. Es lo que escucho sobre cómo nos desafían y nos atacan desde el exterior. Puedo asegurarte que los chinos, la gente de Oriente Medio y los norteafricanos creen que el wokismo es ridículo y es una forma de atacarnos.
P. ¿Puede Europa defenderse como usted quiere sin adoptar políticas ultranacionalistas?
R. Pongamos esto en un contexto. Dejemos de hablar de derechas e izquierdas. La política ya no es una línea, es un círculo. Si decimos ultranacionalismo llegamos siempre a lo que llaman ultraderecha. Nunca había visto tanta gente de ultraderecha. ¿De dónde han salido todos? ¿Dónde estaban hace 15 años? Es una mentira política. Eso no me gusta. Si no estás de acuerdo con esta agenda de inmigracion ilegal, entonces eres racista. No estoy de acuerdo. No me gusta. No es inteligente. No es una cuestión social individual. En Irlanda, por ejemplo, ha habido una inmigración ilegal descontrolada y también he llevado casos de asilo legal. Si hay un 20% de nuevas entradas en un país muy pequeño en un corto período de tiempo y eso causa conflictos sociales y como ciudadano te quejas, estás fuera del discurso. Es demasiado forzado. No me lo creo. Se llama “efecto paralizador” y significa que la gente se calla porque teme ser etiquetada. Mira lo que le pasó a la autora de Harry Potter. Alguien que me gustaba, a quien admiraba, que de pronto es ridiculizada y tachada de basura por tener una opinión sobre lo que es una mujer.
P. Pero ella no solo tiene una opinión. Es una persona tránsfoba.
R. Puso un tuit y habló de lo que pensaba que era la definición de mujer. Y ahora está más radicalizada por los ataques que recibió. De eso hablo también en mi novela. Del poder de los algoritmos para radicalizarse. Volviendo al senador George Mitchell, él me dijo en una ocasión: “Puedes perder una generación, una religión y un estrato de la sociedad en tres meses, pero se necesitan tres generaciones para que todo el mundo vuelva a estar unido”. Es fácil separarse pero muy difícil reconciliarse. Esto es lo que no me gusta del wokismo.
P. Irlanda es un país con una moral muy católica. ¿Nota lo mismo en España?
R. Algunos de mis últimos casos como abogado defensor fueron contra la Iglesia católica. Seguía siendo una institución muy fuerte y seguía habiendo actos repugnantes de traición al pueblo. Irlanda estaba aún muy dominada por la Iglesia, tal vez como lo estuvo España durante la dictadura. Pero la primera vez que yo vine aquí, en la época post-Movida, tuve la sensación de que todo el mundo tenía un arcoiris dentro y estaba deseando practicar sexo [risas].
P. La moral por la que pregunto yo es la que juzga. ¿Se siente muy observado aquí por quién es su mujer y su pasado?
R. Creo que la máxima ironía en mi vida es que he asesorado jurídicamente a gente para defender su reputación pública para luego ser yo mismo el cliente. Claro que tengo quejas, y críticas por la invasión de mi intimidad.
P. ¿Qué es lo peor que la prensa ha contado de usted?
R. Las circunstancias detrás de mi divorcio. Eso fue muy doloroso de leer. Hablaban de mi corazón y de mi vida y yo decía: “No sucedió así”. De hecho, ¡fue totalmente lo contrario! Si te retratan como que dejaste a una persona pero fuiste el dejado, es muy duro de soportar y un reto emocional.
P. En el libro, la amante del protagonista ha trabajado para Naciones Unidas y fue bailarina, exactamente igual que su esposa. ¿Está inspirado en ella el personaje?
R. Siempre se inspira uno en lo que conoce y ha vivido. Cada escritor crea personajes compuestos. Así que hay algo hay…
P. ¿Puedo llevarle a la trampa donde le hago decir que no es monárquico?
R. No serías la primera periodista en España que lo intenta, pero no es verdad.