El significado de los broches de un millón de euros de Camila y Kate Middleton en el día de la Commonwealth
La reina y la princesa de Gales lucieron destacadas joyas de la Corona británica durante la primera celebración de la Mancomunidad de Naciones con Carlos III como monarca
Cada año, el segundo lunes de marzo, el Reino Unido recuerda de forma solemne su unión con la Commonwealth, la Mancomunidad de Naciones que agrupa a 56 países y naciones en la que se reconvirtió el ya olvidado Imperio británico. Lo hace con un servicio religioso (que no exactamente una misa) en la abadía de Westminster, en Londres, a la que acuden los miembros más importantes de ...
Cada año, el segundo lunes de marzo, el Reino Unido recuerda de forma solemne su unión con la Commonwealth, la Mancomunidad de Naciones que agrupa a 56 países y naciones en la que se reconvirtió el ya olvidado Imperio británico. Lo hace con un servicio religioso (que no exactamente una misa) en la abadía de Westminster, en Londres, a la que acuden los miembros más importantes de la familia real británica. Y este ha sido el primer año en siete décadas en el que Isabel II no ha estado presente (tanto en la abadía como a través de un mensaje, como hizo en sus últimos años cuando su salud ya era delicada).
De hecho, el flamante rey Carlos quiso recordar a su madre —fallecida hace seis meses, el 8 de septiembre, a los 96 años— en su discurso. “El día de la Commonwealth era una ocasión de particular orgullo para mi amada madre, la difunta reina, una oportunidad de oro para celebrar a su familia de la Mancomunidad, a cuyo servicio dedicó su larga y destacable vida”, afirmó el actual monarca sobre esta unión que agrupa a 2.500 millones de personas. “Saco gran fuerza de su ejemplo, junto a todo lo que he aprendido de la extraordinaria gente a la que he conocido en toda la Commonwealth a lo largo de los años. Ha sido un constante en mi vida y su diversidad sigue sorprendiéndome e inspirándome”.
Cada marzo, la ocasión es festiva, pero solemne. La familia real muestra sus mejores galas para ese momento, especialmente destacado en la sociedad y la prensa británica —se recuerda especialmente el de 2020, último acto en el que aparecieron Enrique de Inglaterra y Meghan Markle antes de dejar atrás a los Windsor—. Y este año, el primero de Carlos y Camila como reyes y de Guillermo y Catalina como herederos, han sacado la artillería pesada. En especial las mujeres de la familia, con más capacidad para jugar en sus apuestas estilísticas y que han mandado mensajes con, sobre todo, las joyas que han llevado.
La reina Camila se ha vestido de azul, con un abrigo largo abotonado con algo de vuelo, de la diseñadora Fiona Clare, asentada en Londres, y un tocado de plumas a juego de Philip Treacy, que tuvo que sujetarse a la entrada del servicio, puesto que, con el viento, se le volaba. Pero lo más llamativo de su estilismo eran las joyas, y especialmente el gran broche que portaba en su solapa. Redondo, el complemento estaba compuesto por un zafiro central de profundo color azul de gran tamaño, rodeado por una hilera de oro y, en su borde exterior, por otra fila de 18 diamantes.
El broche perteneció a la reina Isabel II, que lo vistió en numerosas ocasiones (como para una visita con el papa Francisco en 2014, por ejemplo, o en varios banquetes de Estado y ceremonias de entrega de la orden de la Jarretera). Antes fue de la reina madre y, antes aún, de la reina María, que lo compró a mediados de los años treinta del siglo pasado. A finales del siglo XIX, fue parte del joyero de la emperatriz de Rusia Maria Feodorovna, madre del zar Nicolás II y hermana de la reina Alexandra (casada con Jorge V y por tanto consorte del Reino Unido). De ahí que se lo suela conocer como el broche de racimo de zafiros ruso. Según ha explicado el joyero británico Maxwell Stone al medio estadounidense Page Six, la joya tendría un valor de unos 640.000 euros.
Para Kate Middleton también se trataba de una ocasión especial y la ahora princesa de Gales lo hizo notar. Si en la mayor parte de celebraciones anteriores de este evento había acudido con un look similar al de su suegra —abrigo monocolor a media pierna y tocado mediano a juego—, esta vez decidió romper su propia tradición y añadirle más sofisticación al asunto. Prescindió del abrigo y optó por un elegante traje de dos piezas azul marino con estampado floral de la firma británica Erdem. El conjunto de chaqueta escotada y con peplum, y falda, estrecha y larga, han sido muy alabadas entre los cronistas británicos, así como el gran sombrero azul.
La princesa de Gales llevó su anillo de pedida, el que perteneció a la princesa Diana, y los pendientes de diamantes y zafiros a juego, que suele utilizar con cierta frecuencia. Pero en ella también destacó el broche que lucía en la solapa. Es una pieza de 1863, un regalo a la princesa Alexandra de Dinamarca por parte de las mujeres de Gales cuando esta se casó con Eduardo VII. El broche escenifica, por tanto, el escudo de Gales, con tres plumas que salen de una corona, tal y como está establecido desde el siglo XIV. Está compuesto también de 18 diamantes dispuestos en círculo que encierran dicho escudo, formado también por diamantes, así como por rubíes y esmeraldas (que se pueden poner colgando del mismo, en forma de gota) en representación de la bandera de esta nación. Puede usarse tanto como broche como en forma de colgante con una cadena. Según el joyero experto Maxwell Stone, tiene un valor estimado que supera los 373.000 euros.
La pieza ha sido usada por las distintas princesas de Gales, las esposas del heredero a la corona, desde la princesa Diana (que la llevó en 1981 y 1986) hasta la hoy reina Camila. De hecho, Kate lo estrenó en su cargo en noviembre de 2022, cuando lo lució con una esmeralda colgando durante la visita que el presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa realizó al Reino Unido en otoño.