Milán reorganiza el guardarropa masculino
Dolce&Gabbana, Prada, Zegna, Dsquared2, Etro y Fendi llenan la pasarela italiana de declaraciones de intenciones. Magliano y Federico Cina marcan el paso a la próxima generación
La semana de la moda de hombre de Milán, que desde el pasado viernes ha mostrado las colecciones destinadas al próximo otoño, ha estado parcialmente marcada por la crisis sanitaria; algunas firmas relevantes, como Giorgio Armani o JW Anderson, han cancelado o aplazado sus desfiles presenciales, pero la sensación generalizada ha sido de una cierta normalidad. También de consolidación de ideas que, sugeridas por el contexto surgido tras la irrupción de la pandemia, han acabado enraizando en el lenguaje de las firmas.
El domingo por la tarde el desfile de Prada presumió de la claridad de i...
La semana de la moda de hombre de Milán, que desde el pasado viernes ha mostrado las colecciones destinadas al próximo otoño, ha estado parcialmente marcada por la crisis sanitaria; algunas firmas relevantes, como Giorgio Armani o JW Anderson, han cancelado o aplazado sus desfiles presenciales, pero la sensación generalizada ha sido de una cierta normalidad. También de consolidación de ideas que, sugeridas por el contexto surgido tras la irrupción de la pandemia, han acabado enraizando en el lenguaje de las firmas.
El domingo por la tarde el desfile de Prada presumió de la claridad de ideas y de la continuidad que hasta ahora caracterizan a las colecciones firmadas a medias por Miuccia Prada y Raf Simons. Los actores Kyle McLachlan y Jeff Goldblum abrieron y cerraron respectivamente un desfile estructurado en torno a la ropa de trabajo, declinada en materiales lujosos como la seda técnica. Varias de sus siluetas, como sus gabardinas con cinturón ceñido y hombros anchos o mangas voluminosas, son ya clásicos instantáneos de la temporada, igual que las piezas de piel o pelo que, a modo de manguitos a la altura del codo o de ribetes a gran escala en los bajos, reflejan el talento de Prada para marcar tendencia a partir de gestos eficaces, memorables y siempre envueltos en una atmósfera de extrañeza.
También suben la apuesta Domenico Dolce y Stefano Gabbana. Su colección masculina para el próximo otoño abraza la multiplicidad de públicos y territorios donde tiene presencia la marca, y ofrece un amplísimo repertorio de prendas donde dominan los estampados con grafiti y el colorido hedonista que caracteriza a la marca desde siempre. En la rueda de prensa previa al desfile, los diseñadores declararon su voluntad de mantener la atención de la generación zeta con diseños, colores e imágenes tan pregnantes y versátiles como un vídeo de TikTok. “Los jóvenes utilizan la moda de forma diferente, pero su motivación sigue siendo la misma que cuando empezamos: expresarse”, explicaron Dolce y Gabbana. Las gafas de sol extragrandes tienen doble lectura: remiten a los dispositivos de realidad virtual que anticipan el metaverso, o proponen llevar la indumentaria del esquí a la moda urbana. El desfile, protagonizado por el rapero Machine Gun Kelly —y por su prometida, la actriz Megan Fox, desde la primera fila—, también vino acompañado por una declaración de intenciones. Dolce&Gabbana ha dejado de emplear pieles naturales —visón, zorro y otros materiales de peletería— en sus colecciones para sustituirlas por Pradade distintos orígenes. Sin embargo, los diseñadores han querido que sean sus peleteros de siempre quienes las confeccionen para así conservar un oficio artesanal en peligro de extinción. Las prendas resultantes de esta estrategia son monumentales abrigos que, en un guiño a las colecciones que dieron la fama a Dolce&Gabbana en los noventa, contrastaban con prendas interiores ceñidas. Hay que evolucionar, pero sin perder la propia identidad.
Los gemelos Dan y Dean Caten, las cabezas pensantes de Dsquared2, convirtieron su desfile en una celebración del poder transformador del viaje que se plasma en estilismos donde todo casa con todo: las lentejuelas con los plumíferos, los vaqueros con los estampados, el punto con la sastrería. Su colección plantea una evolución respecto a la de previas temporadas, pero sin quemar las naves: ahí están para demostrarlo sus imbatibles pantalones vaqueros o su utilización en clave grunge del tartán, uno de sus éxitos recientes. Viajero es asimismo el itinerario vital de Kean Etro, director artístico de las colecciones de la firma que lleva su apellido. Sin embargo, tras varias colecciones de tema exótico concebidas casi como ejercicios de escapismo en tiempos pandémicos, su colección para el próximo otoño es un viaje interior o intelectual. Presentado en la sede de la universidad Bocconi de Milán y antecedido por invitaciones en forma de exlibris de libros de la legendaria colección Adelphi de Roberto Calasso, el desfile ahondaba en las claves de la indumentaria universitaria, con toques deportivos y una muy acertada selección de prendas de punto.
En Fendi, la vuelta a los orígenes se plasma en un cromatismo más contenido y una línea más clásica y sartorial de lo que venía practicando últimamente. Los tonos son los clásicos de la casa romana —tierra, beis, negro, burdeos—, pero su repertorio de cortes es más sereno. Frente a la euforia deportiva y urbana de los últimos años, Silvia Venturini Fendi da un golpe de timón en dirección a una elegancia nostálgica que, sin embargo, no desecha hallazgos recientes. Así lo demuestran sus grandes gabardinas, sus trajes de hombros rectos y formas suaves, y su empleo preciso de los anagramas. El estampado más destacado de la temporada se llama Fendi O’Lock y no es un logo netamente tipográfico, sino un motivo que recuerda a una trama de eslabones.
En Zegna, el director artístico Alessandro Sartori apuntaba el viernes varias innovaciones. Para empezar, la unificación de las distintas líneas existentes con anterioridad en una única marca, Zegna. Por otro, una simplificación de las nomenclaturas: de ahora en adelante, todas las prendas de la colección se dividirán en tres únicas categorías, con prendas para la parte superior y la parte inferior del cuerpo, y prendas ligeras para el interior. En su nuevo traje, la chaqueta, la camisa y el pantalón están confeccionados con el mismo tejido en distintos gramajes y espesores. Además, todas las prendas están disponibles en distintos colores combinables entre sí y, según contaba Sartori en un encuentro previo al desfile, también combinables a lo largo de las distintas temporadas. También híbrido fue el formato elegido para presentarlo: un cortometraje rodado en Oasi Zegna, la reserva natural de la empresa, y una presentación técnica donde Sartori explicó las peculiaridades de las prendas ante un reducido grupo de prensa.
La firma Tod’s, la punta de lanza del grupo empresarial de la familia Della Valle, eligió asimismo el vídeo como formato de presentación. Los imponentes paisajes de Turín y del renovado Castello di Rivoli aportan continuidad a prendas que celebran los tonos de la naturaleza. El calzado, el producto estrella de la casa, se vuelve más flexible y combinable, y reduce su paleta de colores en un ejercicio de paisajismo.
El cuidado por los materiales y el amor por las raíces, un leit motiv recurrente en muchas de las colecciones, articula asimismo las propuestas de Federico Cina y Luca Magliano, dos de las incorporaciones más jóvenes y emergentes de la semana de la moda milanesa. Cina es de la región de la Romaña, y su evocación de los bailes populares de Rávena en los setenta es también una indagación en su propia infancia en los noventa. Los tonos secundarios —malva, turquesa, gris— aportaban ecos retro a una colección donde destacan las prendas tricotadas con patrones, texturas y motivos añejos. También defiende el guardarropa emocional el siempre interesante Magliano, aficionado a una suerte de realismo sucio muy evocador. Su colección, presentada junto a varias performances en Arci Belleza, un espacio asociativo del sur milanés, abunda en la melancolía de los materiales —pana, paño, punto—, reflexiona sobre la crisis de la masculinidad y propone prendas que parecen vividas, llenas de recuerdos y de heridas.