La reconciliación pública de la familia Thyssen
Carmen Cervera y Francesca Thyssen escenifican su acercamiento tras un acuerdo de colaboración entre sus colecciones y en el centenario del nacimiento del barón
Una fotografía publicada en la cuenta de Instagram de Francesca Thyssen esta semana parece confirmar que se ha sellado la paz en la familia Thyssen, justo en el año en el que se celebra el centenario del nacimiento de Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, el multimillonario empresario que ha pasado a la historia como ...
Una fotografía publicada en la cuenta de Instagram de Francesca Thyssen esta semana parece confirmar que se ha sellado la paz en la familia Thyssen, justo en el año en el que se celebra el centenario del nacimiento de Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, el multimillonario empresario que ha pasado a la historia como uno de los grandes coleccionistas de arte del mundo.
En la imagen, publicada el pasado lunes, Francesca Thyssen, una de los cinco hijos del barón, sonríe abiertamente mientras abraza a Carmen Cervera y a Borja Thyssen, a quien el barón adoptó tras casarse con la que fue su quinta y última esposa. Para culminar la reconciliación, en la fotografía también aparece Blanca Cuesta, esposa de Borja desde hace casi 14 años y madre de sus cinco hijos, a quien la baronesa no vio con buenos ojos cuando se anunció la boda con su retoño y a quien este ha defendido incluso a costa de estar años sin hablarse con su madre. Aunque es verdad que en ese distanciamiento, ampliamente publicitado por las revistas, también tuvieron mucho que ver los motivos económicos, resumidos en el afán de la madre por proteger el patrimonio frente al deseo del hijo de vivir aún más holgadamente de lo que lo hace.
Podría ser una imagen más de cualquier familia bien avenida –y en este caso, extraordinariamente rica– pero su significado va más allá, porque tan conocidas son las desavenencias entre Borja Thyssen y su madre como que Francesca ha sido la más combativa de los hermanos frente a la última esposa de su padre tras su muerte, cuando comenzaron las discrepancias por su herencia. Quienes siguieron de cerca el proceso y las negociaciones entre los abogados de la viuda y los hijos, que hasta entonces tenían buena relación con el barón pero no excesivo contacto entre todos ellos por ser hijos de cuatro madres diferentes, especulan con que Carmen Cervera fue la que pudo perder algo más en el camino porque fue la que se quedó con una parte muy sustanciosa de la colección de arte de Heinrich Thyssen-Bornemisza y a cambio renunció a mucho patrimonio.
Sea como fuese, desde hace más de un año la relación entre Francesca y su madrastra se pinta de otro color, y en ello ha tenido mucho que ver el acuerdo al que llegó el Museo Thyssen-Bornemisza con la Fundación Francesca Thyssen-Bornemisza de la que es creadora. Un convenio por el que la institución se compromete a exponer dos muestras al año de su extensa colección de arte contemporáneo, algo que antes era tema tabú para la baronesa. El texto que acompaña a la publicación de la fotografía es sorprendentemente explícito: “Hoy ha sido otro día familiar muy especial con Tita, Borja y Blanca en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Estábamos visitando el enorme proyecto nuevo que Guillermo Solana tiene de remodelar la mayor parte del museo, incluida la maravillosa colección de Tita que todos rezamos para que permanezca en el museo”, dice en él Francesca. Y continúa: “Este es posiblemente el mejor regalo que podemos hacerle a mi padre, en su centenario, que todos hagamos el esfuerzo de llevarnos mejor, que hagamos posibles todas nuestras contribuciones al museo (…) Cabe señalar que la mayor contribución de este año ha sido y siempre será la de Tita. ¡Y contar con el apoyo de Borja es fundamental para que todo esto suceda!”.
Una reconciliación en toda regla que Francesca ya anunció de alguna manera en una entrevista con EL PAÍS realizada a finales de septiembre de 2019 y en la que marcaba una fecha: el 13 de abril de 2021, día del centenario del nacimiento de su padre: “Ya les he dicho a mis hermanos, ‘chicos, esta es nuestra última oportunidad para hacer las paces”, dijo entonces. Ahora su propio deseo parece haberse cumplido y aunque la pandemia ha socavado cualquier acto conmemorativo que hubiera reunido a toda la familia más allá de las exposiciones y conferencias que se van realizando en el museo, se han sucedido gestos que hablan del cambio de rumbo de sus relaciones. Tales como el préstamo de obras que pertenecen a las colecciones privadas de los hijos del barón Thyssen y que han formado parte de la exposición sobre expresionismo alemán que se inauguró a finales del año pasado y terminó en febrero, las 20 piezas de Tesoros de la Colección Familia Thyssen que salpican desde hace dos semanas las salas de la colección permanente o las que llegarán para la gran exposición sobre pintura americana que se inaugurará el próximo otoño. Un momento en el que, si las medidas sanitarias lo permiten, puede que haya más imágenes que confirmen que la armonía ha vuelto al clan y que si Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza estuviera vivo ya solo tendría que preocuparse, como lo hacen ahora sus descendientes, de disfrutar de “la colección privada más grande del mundo creada por los miembros de una sola familia”. Palabra de Francesca.