Ernesto de Hannover, condenado a diez meses de cárcel en régimen de libertad condicional
El príncipe pidió disculpas al principio del juicio, pero se declaró inocente de las acusaciones de agresión a dos empleados y un agente de policía y culpó a su hijo mayor de abandonarle
Ernesto Augusto de Hannover, el príncipe más famoso y polémico de Alemania, vivió este jueves su hora más amarga en su largo historial de escándalos y problemas con el alcohol cuando tuvo que enfrentarse a la justicia austriaca para responder a varios cargos que podrían haberle supuesto tres años de cárcel en Austria. El aristócrata de 67 años, al final, ha sido condenado a una pena de cárcel de diez meses en régimen de libertad condicional por una juez del Tribunal Regional de Wels.
La juez, a...
Ernesto Augusto de Hannover, el príncipe más famoso y polémico de Alemania, vivió este jueves su hora más amarga en su largo historial de escándalos y problemas con el alcohol cuando tuvo que enfrentarse a la justicia austriaca para responder a varios cargos que podrían haberle supuesto tres años de cárcel en Austria. El aristócrata de 67 años, al final, ha sido condenado a una pena de cárcel de diez meses en régimen de libertad condicional por una juez del Tribunal Regional de Wels.
La juez, al dictar la sentencia, señaló que existía la certeza de que el príncipe, en total estado de embriaguez, había atacado, durante el verano pasado, a varios agentes de la policía y amenazado a una pareja de cuidadores que trabajaban en su pabellón de caza. La juez también emitió una orden que prácticamente declara al famoso príncipe como persona non grata en Austria. Ernesto de Hannover, según establece la sentencia, deberá buscar una residencia que no sea su pabellón de caza de Auerbach en Grünau im Almtal –donde tuvieron lugar los incidentes–, no puede acercarse a ciertos edificios de la Fundación Cumberland –la organización que administra sus propiedades–, no puede tener ningún contacto con la pareja de cuidadores que trabajan para él, tampoco puede beber alcohol y debe someterse a psicoterapia.
El juicio, que despertó una inédita curiosidad periodística debido a los muchos altercados protagonizados por el príncipe, se inició con un raro gesto de humildad por parte del aristócrata, pero también convenció a los periodistas que estaban presentes en la sala de que la justicia austriaca hace excepciones al principio universal que señala que todas las personas son iguales ante la ley. Según los comentarios de varios de ellos “algunas personas son más iguales que otras”, ya que Ernesto de Hannover tuvo un trato especial: se le permitió llegar por la entrada trasera al edificio del tribunal y también a la sala de audiencias, para evitar el acoso de la prensa que lo esperaba en la entrada principal del edificio.
Al inicio de la vista, el príncipe, que continúa legalmente casado con la princesa Carolina de Mónaco, aunque llevan separados más de una década, pidió disculpas: “Acepto la responsabilidad, estoy muy arrepentido de lo ocurrido y estoy dispuesto a pagar los daños”, dijo el aristócrata ante el tribunal. Acto seguido se declaró inocente de los cargos que le imputó la Fiscalía, que lo acusó de haber agredido a policías y a otras personas bajo un estado de intoxicación causada por la ingesta de alcohol y medicamentos. El príncipe fue acusado de resistencia a la autoridad, lesiones graves, amenazas y coacciones.
Después del raro acto de arrepentimiento del príncipe, sus abogados diseñaron una estrategia dirigida a reducir el castigo que tuvo el éxito esperado. Los letrados encargados de la defensa dijeron que su cliente se encontraba en una situación excepcional tras una operación de cáncer y debido a un conflicto con su hijo. “Se sintió abandonado. El hecho de haber estado aislado de su familia y haber sido abandonado tras su operación de cáncer le ha pasado una factura física y psicológica”, afirmó Otto Dietrich, uno de los abogados defensores. Ya antes del juicio había quedado claro que el príncipe quería hacer responsable a su hijo mayor de los escándalos que protagonizó el verano pasado. Según sus letrados, el primogénito y actual jefe de la Casa Güelfa habría dado instrucciones a los empleados de su padre para que le dieran alcohol, probablemente sabiendo que era propenso a los arrebatos motivados por su ingesta.
Los incidentes se remontan al pasado mes de julio. Poco después de la una de la madrugada, la policía recibió una llamada de auxilio del príncipe, quien reveló que estaba tirado en una zanja y que terceras personas intentaban asesinarlo. Dos agentes de la policía se dirigieron al lugar señalado y encontraron a dos personas, un hombre y una mujer, pero no había rastro de Hannover. Los guardias finalmente encontraron al príncipe en su pabellón de caza en Grünau, donde reaccionó con irritación y expulsó de su propiedad tanto a los agentes como a la pareja que les acompañaba. Según el periódico austríaco Kronen Zeitung, el príncipe les dijo a los policías que ese hombre ya había tratado de matarlo tres veces al no darle su medicación. Según el informe policial en poder del periódico, el aristócrata se fue poniendo cada vez más agresivo y agarró a uno de los dos oficiales por la cabeza. El policía se defendió y le dio un golpe de tal calibre que lo tiró al suelo. Fue entonces cuando el príncipe amenazó a los agentes con un afilador de cuchillos de 30 centímetros. Los oficiales se lo quitaron de la mano y lo retuvieron en el suelo. Después de unos segundos, los agentes permitieron que el príncipe volviera a levantarse y al hacerlo, el bisnieto del último emperador alemán le dio un puñetazo a un agente. A causa de este incidente y por prescripción médica, fue ingresado en un pabellón psiquiátrico durante un breve periodo de tiempo.
Ernesto Augusto de Hannover mantiene desde hace años una agria disputa con su hijo mayor por la herencia de la que se considera una de las ramas más antiguas de la nobleza europea. Se trata de varias donaciones, entre ellas el castillo de Marienburg, que había transferido al príncipe heredero en 2004 y que ahora exige que le sean devueltas por “ingratitud grave”. Como el hijo se niega, el padre presentó oficialmente una demanda ante el Tribunal Regional de Hannover en febrero de 2021, en la que exige a su primogénito cinco millones de euros.