David Otero: “Llegué a pensar en dejar la música”

Después de años de terapia, el exmiembro de El Canto del Loco se reconcilia con su pasado y regresa con ‘Otero y yo’, un álbum que incluye algunos temas icónicos de la extinta banda

El músico David Otero, en una calle del centro de Madrid esta semana.Jaime Villanueva (EL PAÍS)

Once años después de haber formado parte del que fue uno de los grupos más populares del pop español, El Canto del Loco, David Otero (Madrid, 40 años) se ha reconciliado con su pasado. Apenas ha pasado el tiempo por él. El compositor y guitarrista sigue conservando ese flequillo que, bajo una gorra y con una mascarilla que solo deja al descubierto unos ojos de intenso color verde, esconde una cabeza bien amueblada. Para conseguirlo ha requerido varios años de psicólogos que le han ayudado a conocerse y, sobre todo, a quererse...

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Once años después de haber formado parte del que fue uno de los grupos más populares del pop español, El Canto del Loco, David Otero (Madrid, 40 años) se ha reconciliado con su pasado. Apenas ha pasado el tiempo por él. El compositor y guitarrista sigue conservando ese flequillo que, bajo una gorra y con una mascarilla que solo deja al descubierto unos ojos de intenso color verde, esconde una cabeza bien amueblada. Para conseguirlo ha requerido varios años de psicólogos que le han ayudado a conocerse y, sobre todo, a quererse. Su último logro en este aprendizaje terapéutico llega en forma de álbum, Otero y yo, donde repasa su amplia trayectoria e incluye algunos de los éxitos del extinto grupo que han formado la banda sonora de varias generaciones. “Es una retrospectiva a toda mi historia. No veía mucho sentido hacer un disco solo de El Canto, porque mi vida no solo es eso. Es una mirada hacia atrás pero también hacia adelante”, justifica Otero a EL PAÍS sobre la decisión de incluir solo tres canciones de la banda juvenil —Una foto en blanco y negro, Tal como eres y Peter pan—, además de otros temas de sus discos en solitario y algunos inéditos.

De manera inevitable, esa revisión de melodías antiguas ha removido en el artista sensaciones y sentimientos pasados, pero reconoce que nunca se ha alejado de esa época. “Estas canciones han estado distanciadas de mi escenario y he tardado años en volver a incluirlas, pero siempre me han acompañado en mi intimidad”, admite quien nunca ha dejado de tocar en casa o en el estudio canciones de El Canto del Loco. Él es autor de gran parte de la discografía de la banda y el tiempo, la reflexión y, sobre todo, los años de terapia le han servido para darse la potestad de volver a hacerlas suyas. Cuenta que comentó la idea de su proyecto con algunos excomponentes del grupo, “no con todos”, pero no pidió permiso a nadie. “Las canciones son de todos y había pasado el tiempo suficiente para volver a conectar con ellas encima de un escenario”.

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La última etapa de El Canto del Loco fue dura, culminada delante de un juez cuando el grupo denunció a su mánager por apropiación indebida. Un final que puso el broche a una década de locura por un éxito que en alguna ocasión sobrepasó a Otero, pese a que él nunca formó parte de los excesos. “Mi pasión era cambiar las cuerdas de la guitarra o comprarme el último micro del mercado, mi mundo no giraba alrededor de un reservado o de una vida a todo trapo”, afirma quien aprovechaba sus meses de descanso para recorrer Perú de mochilero o viajar en coche hasta Marruecos: “Buscaba realidades donde nadie me conociese y me dijese: ‘Eres la hostia”.

Esa gestión del éxito, tanto a los 20 como a los 40, la ha trabajado también con los psicólogos. Aunque nunca ha terminado de creerse la fama, enfrentarse a un escenario él solo sí le ha supuesto algún quebradero de cabeza. Ese fue uno de los principales motivos por los que en sus primeros años cantó bajo el pseudónimo El Pescao. “Fue un escudo, por miedo. Si fracasa que sea él, no yo”. Pese a publicar dos álbumes de estudio y recorrer España y parte de Latinoamérica, seguía sin creérselo. Tanto que hace unos tres años estuvo a punto de abandonar. “Llegué a pensar en dejar la música. Pasé una etapa de conflictos internos, con la industria, con cosas que no entendía… Por compararme y no dar valor a lo que conseguía de forma privada”.

Su reconocimiento personal llegó en 2017 con su primer álbum homónimo, David Otero, y un año después lanzó 1989. Ahora con Otero y yo ha logrado hacer partícipe al público de sus avances personales. “Esto ha sido lo que más he trabajado con el terapeuta, el éxito privado, no el público”, explica sincero mientras busca con la mirada la complicidad de su mujer, la argentina Marina Roveta, sentada a su lado como su representante y también madre de sus dos hijos, Luna y Gael, de 14 y 7 años, respectivamente. “A ella la llamo mi back to reality (vuelta a la realidad, en inglés)”, dice sobre el que es el mayor de sus anclajes a la tierra. Psicóloga de profesión, aunque no ejerce, Roveta ha apoyado al artista en todos sus proyectos y en todas sus etapas, incluso en la de escritor, pues en 2019 publicó Precipicio al mar, un libro de relatos sobre la paternidad.

Si algo define a David Otero es la perseverancia. Él no desiste ante el rechazo y eso que han sido muchas las veces que le han cerrado la puerta en la cara. Primero cuando quiso ser dibujante de cómic y a ninguna editorial le interesó. Después cuando le descartaban muchas de las canciones que llevaba al estudio de grabación de El Canto del Loco y que más tarde se convertían en éxitos. Y, ahora, cuando a una discográfica no le convenció su recién estrenado álbum, que ha acabado produciendo él mismo. “Después de 20 años en la industria que una gran compañía te diga que no... Por suerte venía bien asesorado mentalmente y en vez de hundirme decidí trabajar el doble y ¡bum! El mejor año de mi carrera”, cuenta sonriente quien en 2020 se convirtió en el artista español más escuchado en la radio.

En su nueva aventura, Otero canta acompañado de Taburete, Ana Guerra, Bely Basarte y Funambulista, entre otros. En los duetos no hay rastro de Dani Martín. “¿Hubiera sido políticamente correcto o hubiera complacido a algunos fans? Puede ser, pero las cosas hay que hacerlas desde el corazón”, reconoce. En sus palabras no hay rencor hacia su primo y excompañero en la banda, y respeta que cuando Martín ha cantado esas canciones sobre el escenario nunca le haya llamado. “Era fiel a su corazón y si le pedía hacerlo con otra gente, con otro enfoque, me parece perfecto”. Con él apenas hay relación pero se alegra mucho por sus éxitos. “Entre nosotros hay mucho respeto y cariño. De vez en cuando nos intercambiamos algún mensaje para ver qué tal nuestras familias, pero no hay una relación cercana” asegura mientras descarta cualquier reencuentro de El Canto del Loco: “En un mundo como este en el que todo es marketing y nosotros hemos elegido realidad y emoción no tendría ningún valor. Igual lo hubiéramos petado, aunque yo creo que hubiera sido una mierda porque no lo sentimos de corazón”.

A un mes de cumplir 41 años, David Otero tiene las cosas claras. No cambiaría nada de su pasado y al futuro le pide seguir aprendiendo. Por ahora ya sabe que es un acierto poner un abogado en su vida profesional y un terapeuta en la personal. Todo lo nuevo que llegue, él lo espera con los brazos abiertos.

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