Las hermanas Nakajima se hacen millonarias jugando para impulsar la igualdad de género en Japón
Las jóvenes empresarias sacan a Bolsa Coly, su firma de videojuegos gestionada y dirigida a mujeres, y ganan 116 millones cada una
Si la vida fuera un juego, Anna y Mizuki Nakajima ya se lo habrían pasado. Hace siete años estas dos treintañeras y hermanas gemelas fundaron Coly, una empresa de videojuegos hecha por y para mujeres. Desde hace dos semanas ambas son también millonarias, después de que su firma protagonizara la mejor salida a Bolsa en lo que va de año en Japón.
Coly debutó en el parqué tokiota el pasado viernes 26 de febrero. En esa primera jornada, el valor de sus títulos aumentó de 8.140 yenes (62,96 euros) a 9.640 (74,56 euros); una marcada subida del ...
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Si la vida fuera un juego, Anna y Mizuki Nakajima ya se lo habrían pasado. Hace siete años estas dos treintañeras y hermanas gemelas fundaron Coly, una empresa de videojuegos hecha por y para mujeres. Desde hace dos semanas ambas son también millonarias, después de que su firma protagonizara la mejor salida a Bolsa en lo que va de año en Japón.
Coly debutó en el parqué tokiota el pasado viernes 26 de febrero. En esa primera jornada, el valor de sus títulos aumentó de 8.140 yenes (62,96 euros) a 9.640 (74,56 euros); una marcada subida del 18%. Pasado el fervor inicial, no obstante, estos se han desinflado hasta un 24% con respecto a su precio de apertura hasta los 6.150 yenes por unidad (47,57 euros) a fecha de hoy. Las participaciones de las hermanas, que se reparten poco más de dos tercios, llegaron a rebasar los 15.000 millones de yenes (116 millones de euros) para cada una.
Si algo destaca en la particular trayectoria de esta empresa es que se trata de un proyecto fundado, gestionado por y dirigido a mujeres. Casi tres cuartos de su plantilla de 200 personas lo son. Coly se especializa en un tipo de videojuegos para teléfonos móviles conocidos como otome –término que se podría traducir como “doncella” o “señorita” –. Este género, muy popular entre el público femenino, no se basa en la competitividad entre jugadores sino en el desarrollo de sus líneas argumentales.
De hecho, la descarga de los videojuegos de Coly –famosos por la calidad de sus guiones y diseño gráfico– es gratuita y sus usuarios solo pagan para desvelar historias alternativas. La casa ha registrado dos grandes éxitos comerciales hasta la fecha: Stand My Heroes y Promises of Wizard, cuya premisa básica es sencilla. En el primero, el jugador reúne y lidera una unidad de atractivos policías antinarcóticos. En el segundo, debe salvar el mundo con la ayuda de poderes mágicos y, también, varios agraciados luchadores.
Las aficionadas al otome se caracterizan por la devoción y fidelidad a los títulos. En Japón, aquellas que establecen una vinculación emocional profunda con un juego se conocen como yumejoshi, mientras que fujoshi apela a quienes prefieren historias relacionadas con personajes masculinos. A la hora de describir las perspectivas futuras de su negocio, la empresa empleó ambos términos en los documentos presentados durante su oferta pública inicial; aunque más tarde tuvo que disculparse por el uso de estas “expresiones indebidas” después de que parte de sus usuarios protestaran ante lo que entendieron como una caricaturización.
Según cifras proporcionadas por Coly en dichos documentos, el mercado de los videojuegos diseñados específicamente para mujeres pasó de 70.000 millones de yenes (541 millones de euros) en 2019 a 80.000 millones (618 millones) en 2020, un incremento cercano al 15% que atestigua la celeridad de su expansión. Esta cantidad supone, no obstante, tan solo un 6% de los 1,3 billones de yenes (10.000 millones de euros) que mueve el mercado global de videojuegos para teléfonos móviles en Japón, lo que manifiesta que sigue representando un segmento minoritario.
A diferencia de los videojuegos para ordenador y otras plataformas, los otome son mucho más sencillos de desarrollar, lo que facilita el acceso de nuevos competidores a la industria. Esto permitió que en 2014 las gemelas Nakajima crearan Coly pese a carecer de conocimientos técnicos. Antes, Anna había trabajado como periodista para el diario Sankei Shimbun, mientras que Mizuki se dedicaba a las finanzas como empleada de la multinacional Morgan Stanley. Ambas son muy celosas de su vida privada, hasta el punto de que apenas hay imágenes suyas: prefieren que la promoción se centre en sus productos.
Su proyecto pronto alzó el vuelo, lo que evitó la necesidad de recurrir a fondos de inversión y permitió a las hermanas mantener el control sobre la mayor parte del accionariado. Antes de la salida a Bolsa ambas poseían el 90% de Coly, mientras que el 10% restante correspondía a otro ejecutivo. Su posición hace de ellas rara avis en la sociedad nipona: apenas el 8% de los máximos responsables de empresas son mujeres, la mayoría de ellas féminas de avanzada edad que han heredado las riendas de sus progenitores, según datos de Teikoku Databank. En el caso de las empresas de software, la ratio es aún menor: 5%. Las Nakajima son la excepción que confirma las reglas de un juego destinado a cambiar.