Natalia Vodianova, modelo, millonaria y filántropa
La ‘top’ rusa, casada con Antoine Arnault, heredero del imperio del lujo LVMH, ha sido nombrada embajadora de la ONU para combatir los estigmas relacionados con la salud femenina
Cada vez son más las modelos que aprovechan su visibilidad mediática para hablar de inclusión racial, de feminismo o sostenibilidad. Las marcas de moda, por su parte, son más conscientes que nunca de que no pueden hacer oídos sordos a la problemática social y algunas, incluso, están comenzando a contratar a sus embajadoras en función de su posicionamiento frente a determinadas causas. ...
Cada vez son más las modelos que aprovechan su visibilidad mediática para hablar de inclusión racial, de feminismo o sostenibilidad. Las marcas de moda, por su parte, son más conscientes que nunca de que no pueden hacer oídos sordos a la problemática social y algunas, incluso, están comenzando a contratar a sus embajadoras en función de su posicionamiento frente a determinadas causas. Natalia Vodianova, por ejemplo, siempre estuvo ahí. Puede que su perfil de supermodelo (y su matrimonio con Antoine Arnault, hijo del todopoderoso dueño de LVMH) hayan eclipsado su labor, pero lo cierto es que la maniquí rusa lleva desde los 17 años, cuando se trasladó a París y firmó sus primeros contratos importantes, luchando por que las niñas de zonas empobrecidas crezcan en condiciones más favorables.
Ahora acaba de ser nombrada embajadora del Fondo de Población de la ONU (UNFPA). Trabajará como portavoz para concienciar sobre los estigmas que a día de hoy siguen existiendo en torno a la menstruación. “Algo que lleva demasiado tiempo minando la autoestima de muchas mujeres. No importa dónde nazcan”, declaró la modelo en la conferencia de prensa posterior al anuncio. La llamada pobreza menstrual, es decir, la dificultad para acceder a productos de higiene femenina, afecta al menos a una de cada cuatro mujeres en todo el mundo. Eso sin contar con los prejuicios que aún hoy existen en ciertos países en torno a este tema. La propia Vodianova abrió un foro de debate sobre el asunto hace un par de días a través de su Instagram, en el que varias mujeres abordaron sus situaciones personales.
Vodianova sabe a lo que se enfrentan estas chicas. Pertenece a esa generación de modelos de Europa del Este que, en el cambio de siglo, vieron en este oficio una salida para escapar de la pobreza. Pasó su infancia en la pequeña localidad rusa de Nizhni Nóvgorod vendiendo fruta en la calle para ayudar a su madre. A los 15 se apuntaba a una agencia de modelos para probar suerte, y a los 17 viajaba a París y comenzaba su carrera como top model. “Cuando empecé a tener éxito, era muy consciente de que estaba dejando a millones de personas detrás”, contaba en una entrevista a la revista Business of Fashion.
En 2005 creó Naked Heart, una fundación que construye parques y zonas de recreo infantiles en su Rusia natal. En diez años, ya habían finalizado doscientos. “Nuestra misión es crear espacios seguros de juego, adaptados a todas las capacidades. El juego forma parte del crecimiento sano; es un derecho, no un lujo”, cuenta la modelo en la web de la fundación. Su rol destacado dentro de la moda es, además, el principal medio de financiación de Naked Heart. Vodianova celebra anualmente una gala benéfica, Love Ball, en la que las personalidades más destacadas de la industria realizan subastas y donaciones. También está presente en la media maratón de París junto a firmas como Guerlain para publicitar la causa.
En 2018, la idea de capitalizar su notoriedad para apoyar causas sociales dio un paso más allá. Fundó Elbi, una aplicación que pone en contacto a usuarios, firmas e influentes, para convertir los Me Gusta en microdonaciones de un dólar. Un mes después de su lanzamiento, la aplicación ya tenía más de 150.000 usuarios donando pequeñas cantidades a un centenar de ONG, en su mayoría enfocadas a mejorar las condiciones de los niños en riesgo de exclusión y de los menores con discapacidad, las dos obsesiones de Vodianova, que tuvo que bregar con la pobreza y cuidar desde que era muy pequeña de una de sus hermanas, discapacitada psíquica.
Mientras tanto, sigue ejerciendo como modelo protagonizando portadas, desfilando o prestando su imagen a campañas. Su labor filantrópica y su vida familiar (es madre de cinco hijos) la han apartado de esa carrera frenética que la llevó a entrar en la lista de las modelos mejor pagadas durante varios años consecutivos, pero no quiere dejar de estar en el foco mediático. A fin de cuentas, es consciente de que su visibilidad es la mejor garantía para poder ayudar. Y más ahora que trabajará desde la ONU para concienciar sobre la salud femenina.