Raphael: “En la pandemia he pasado miedo porque nadie sabe de qué va esto”
El artista, de 77 años, se rodea de jóvenes colegas en su regreso tras el confinamiento, en el que ha gestado el disco y los conciertos con los que celebrará sus 60 años cantando
Un joven de 77 años llega caminando despacio y acompañado de un pequeño séquito a la segunda planta del palacio de los deportes de Madrid, el ahora conocido como WiZink Center. Ese famoso joven que sobrepasa los límites de la tercera edad es Rafael Martos Sánchez, más conocido simplemente por su nombre: Raphael. Delgado y con impecables traje, pelo y sonrisa, el artista lo tiene claro: “Siempre he sido joven”. Pero ahora se presenta ante los medios de comunica...
Un joven de 77 años llega caminando despacio y acompañado de un pequeño séquito a la segunda planta del palacio de los deportes de Madrid, el ahora conocido como WiZink Center. Ese famoso joven que sobrepasa los límites de la tercera edad es Rafael Martos Sánchez, más conocido simplemente por su nombre: Raphael. Delgado y con impecables traje, pelo y sonrisa, el artista lo tiene claro: “Siempre he sido joven”. Pero ahora se presenta ante los medios de comunicación para celebrar que cumple 60 años sobre un escenario.
Las seis décadas de carrera del cantante llegan en forma de múltiples celebraciones. La más grande es un concierto, en ese mismo WiZink Center de Madrid, al que seguirá una gira cuyas fechas van modificándose cada día a causa de la pandemia. La covid condiciona a todos, y también a Raphael. “El 12 de marzo estaba en México, después en Colombia”, recuerda el artista. “Me llamaron y me dijeron: ‘Vente para acá’. Y el 14 nos confinaron. Directo de Colombia para casa y sin cantar, claro. Toda esa gira americana hay que hacerla, además de la española”, explica convencido. Además, será el encargado de amenizar la Nochebuena en la televisión pública española en un programa especial que ya ha grabado y le ilusiona especialmente. “Es muy bonito que la gente te vea en Navidad. Aunque no te escuchen, aunque estés ahí de fondo... Además toda la historia empezó así”, dice en referencia a su célebre villancico El tamborilero.
Concierto y gira se titulan 6.0, como el disco donde repasa esas canciones de siempre que nunca había grabado, pero a las que tenía ganas. A ello se ha dedicado en el confinamiento. Lo hace junto a artistas de actualidad, esos jóvenes de los que, confiesa, le gusta rodearse: Vida loca con Luis Fonsi, Lucha de gigantes con Mikel Izal, Se nos rompió el amor con Vanesa Martín... Los ha elegido él aunque con ayuda de su hijo, el músico y productor Manuel Martos. “Sí, tengo a mi hijo, claro. Pero si por ejemplo le digo: ‘Dile a tal artista que quiero hablar con él’, me dice: ‘¡Papá! ¡Llámalo tú! Porque te van a decir que sí, a mí me pueden poner excusas, pero a ti no’. Y tiene razón”, ríe divertido. Desvela que él mismo llamó a Pablo Alborán para proponerle una canción en francés (De quererte así, De t’avoir aimée), y que al malagueño le encantó la idea. El acercamiento a la aclamada cantante chilena Mon Laferte, con quien versiona Frente a frente de Jeanette, fue distinto. “A Mon le puse un WhatsApp, ¿y qué me contestó?: ‘No me lo creo. Pero eres tú. ¿Túuu?”, dice divertido.
De las 13 canciones, solo una es en solitario, la última. Y es nada menos que Resistiré, el famoso tema del Dúo Dinámico que ha resurgido a raíz del confinamiento. “Eso ha sido mi mujer”, confiesa, siempre con un toque de sentido del humor. “Pero no está ahí por la pandemia, está desde octubre del año pasado, que empecé a hacer el repertorio. Fue la primera canción elegida. Natalia [Figueroa] lleva 20 años pidiéndomelo. ‘Cuando tenga ocasión la haré', le decía. Y esta era una ocasión. Es en solitario porque como era un deseo de mi mujer, tenía que ser yo solo”, relata.
Explica Raphael que, aunque está “todo el día encima de un avión”, en sus giras va solo, ya no le acompañan Jacobo, Alejandra y Manuel, sus tres hijos ya adultos y con sus respectivos hijos y trabajos. Tampoco Natalia Figueroa. “Viajamos mucho, pero de paseo. Es mejor para ella y para mí, porque no tengo esa responsabilidad de tener que salir a cantar a las ocho”. Ambos han pasado encerrados el confinamiento en su casa madrileña donde, dice, han formado parte del ritual, cantando Resistiré, aplaudiendo a las ocho y apoyando a los sanitarios. “He estado mucho con todo el mundo... Estoy, estoy”, se corrige. “Porque esto no ha pasado todavía. Aunque viene más flojito... Según me dice gente enterada, quizá para mayo. Es que tengo muchos amigos médicos, como comprenderás”, explica quien es paciente hepático y trasplantado de hígado desde hace 17 años.
El confinamiento le ha traído mucho trabajo, la capacidad de poder acabar este disco antes de lo habitual y de poderlo presentar a los medios antes del concierto, ese que intentará que dure dos horas y media “pero el público a veces no piensa lo mismo, siempre pide más”, ríe. También le ha ayudado a conocer ciertas ventajas de la tecnología. “Hay cosas de mi profesión que me gustan más y otras que me gustan menos”, relata, después de seis décadas de trote. “El otro día estuve haciendo muchas entrevistas con América, televisadas, pero por videoconferencia, y me encantó. Porque estás en tu casa, en tu despacho, en tu ordenador... Eso sí lo voy a utilizar. Es más divertido”, reflexiona.
En esta inédita pandemia global, Raphael reconoce que sí, que como tantos otros ha pasado miedo. “Más que nada por mi familia. Y por mí también. Pero es un miedo relativo, porque claro, ni tú ni nadie sabe de qué va esto. No sabemos nada”. ¿Y la gestión de la pandemia, la ha visto acertada? “Creo que se ha hablado poco de la pandemia y mucho de otras cosas que a nadie le importan. Porque ahora me dicen que han bajado el IVA dos milésimas de céntimo en no sé qué cosas. ¿Y qué?”, dice, acompañado de sus constantes y definitorios gestos con las manos. En lo que confía es en que, al menos, saldremos mejores. “Yo creo que sí. Sí, porque hay que ser muy bruto si no aprendes. No son comprensibles los botellones y todo eso... ¿En la que estamos metidos?”, se lamenta.
Delante de Raphael, con 77 años, 60 de carrera, cerca de 80 discos y una legión de seguidores que van desde España a América Latina pasando por un nutrido club de fans en Rusia (”me llama mucho la atención, sobre todo su fidelidad”, confiesa), la pregunta es obligada: ¿Hasta cuándo? Él mira al cielo, sonríe, y la reformula: “¿Hasta cuándo, jefe?”. Ante las risas generalizadas, matiza que será hasta el último día si está bien “en condiciones”. “Si mi voz está bien, que es lo importante”. “Yo no estoy dispuesto. Que no tenga prisa”.