El arte como pintora de Eugenia Martínez de Irujo
La hija de la duquesa de Alba exhibe en sus redes sociales su afición pictórica, que ha desarrollado durante la pandemia y ha heredado su madre
Pocas cosas hay más tiernas que una fotografía de la infancia. Eugenia Martínez de Irujo ha compartido recientemente un recuerdo con sus más de 223.000 seguidores en Instagram. “Yo cuando daba clases de natación”, ha escrito la duquesa de Montoro junto a una imagen de cuando era una niña. Una instantánea que ha generado multitud de mensajes tiernos y emoticonos graciosos, pues luce un llamativo gorro adornado con flores ros...
Pocas cosas hay más tiernas que una fotografía de la infancia. Eugenia Martínez de Irujo ha compartido recientemente un recuerdo con sus más de 223.000 seguidores en Instagram. “Yo cuando daba clases de natación”, ha escrito la duquesa de Montoro junto a una imagen de cuando era una niña. Una instantánea que ha generado multitud de mensajes tiernos y emoticonos graciosos, pues luce un llamativo gorro adornado con flores rosas. “¡No dudéis ni por un segundo! Que el gorro de mis clases de natación lo eligió ella”, aclara con una antigua portada de la revista ¡Hola! en la que aparece su madre, Cayetana Fitz-James Stuart, con uno todavía más florido.
De rasgos similares, Eugenia, la menor de los seis hijos que tuvo la duquesa de Alba con su primer marido, Luis Martínez de Irujo, comparte con su madre las ganas de disfrutar de la vida, la pasión por viajar, el estilo bohemio y la rebeldía, algo poco común dentro de la aristocracia. La mujer que más títulos nobiliarios ostentó (más de 40) se caracterizó por bailar sevillanas frente a las cámaras, casarse por tercera vez ya octogenaria y rodearse más de artistas, músicos y escritores que de nobles.
A raíz del confinamiento por la crisis del coronavirus, Eugenia Martínez de Irujo ha desvelado una afición que también encandiló a su madre: pintar. “Intentando poner un poco de color a este oscuro momento”, dijo la benjamina de los Alba en mayo con una fotografía en la que aparece rodeada de sus obras: flores, jarrones, animales y geishas son las figuras que predominan en una colección de tonalidades alegres.
Su madre también tenía talento para las artes plásticas. Cuando su hija tenía 13 años le regaló un cuadro con un arlequín vestido de azul que Eugenia guarda con especial cariño. La duquesa de Alba prefería pintar antes que ser retratada. “Es muy aburrido, horroroso. Cuando me pintó [Ignacio] Zuloaga sobre un caballo yo me movía más que él”, reconoció en 2009 durante la presentación de una exposición en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, donde también habló de su negativa a posar para Pablo Picasso como si fuera la Maja de Francisco de Goya (en sus dos versiones, la vestida y la desnuda): “Creo que me hubiera agobiado. Eran otros tiempos”.
Decidió dejar a un lado el pincel tras una paralización de su mano derecha y la muerte de su segundo marido, Jesús Aguirre. Pero mantuvo su faceta de coleccionista, que le llevó a entablar amistad con la baronesa Thyssen, Carmen Cervera. Uno de sus cuadros favoritos era La duquesa de Alba vestida de blanco, inmortalizada por Goya a finales del siglo XVIII. Una obra a la que Eugenia Martínez de Irujo homenajeó hace un año, cuando para un baile se disfrazó de la mujer que ostentó el mismo título que su madre siglos atrás. Con una peluca morena y un vestido blanco con adornos rojos, diseñado por Lorenzo Caprile, Eugenia posó con su actual pareja, Narcís Rebollo, presidente de Universal, que se metió en el papel del pintor. Se conocieron en un concierto e hicieron su primera aparición pública en la Feria de Abril de 2017. Ese mismo año se casaron en Las Vegas (Nevada, EE UU); él vestido de Elvis Presley y ella, de Marilyn Monroe.
Aquel alocado enlace no tuvo validez y se desconoce si después la pareja ha oficializado su matrimonio. Lo que sí dejó claro Eugenia con aquel gesto es que ella prefiere una vida alejada de las normas sociales y lo convencional. Una perspectiva totalmente diferente a la que reflejó en su primera boda. Pasó por el altar junto al torero Francisco Rivera en 1998. En aquella ocasión no escogió una falda con vuelo, sino que se decantó por un vestido de novia clásico y una corona de diamantes y perlas. Como si se tratara de una princesa.
Después de tres años y medio de matrimonio y una hija, anunciaron su separación. Luego llegaron otros hombres a la vida de Eugenia: Gonzalo Miró, José Coronado y Nicolás Vallejo Nágera, entre otros. La vida amorosa de la duquesa de Alba tampoco estuvo exenta de polémica. Se casó de nuevo en 1978 tras enviudar y lo hizo con Jesús Aguirre, exsacerdote y escritor con ideas progresistas. Lo calificaron de oportunista pero la noble siguió adelante porque estaba enamorada. También hizo lo mismo cuando con 85 años contrajo nupcias con el exfuncionario Alfonso Díez. Tras su muerte, su último marido recibió cerca de un millón de euros, una casa de más de 220 metros cuadrados en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y 3.000 euros mensuales de por vida que financia la Fundación Casa de Alba.
Eugenia Martínez de Irujo no se prodiga como antaño en los eventos familiares ni en los funerales en recuerdo a su madre. “A mí no me hace falta ya tanta misa. A mi madre la llevo en el corazón, está conmigo siempre en el recuerdo. Las polémicas, misas y actos sociales de este tema no me van”, zanjó ante los medios. Su fallecimiento fue un duro varapalo para Eugenia, que llegó a perder 37 kilos. “Lo pasé muy mal. Estaba muy unida a ella. Tenía una personalidad y un humor irrepetibles. La tengo siempre muy presente”, reveló en el programa Planeta Calleja.
También se ha sincerado sobre las ahora complicadas relaciones con su hermano menor. “Con Cayetano no tengo relación, pero nunca dejaré de quererlo. Es mi hermano. No sé si alguna vez me reconciliaré con él porque a mí hay ciertas cosas que me hacen mucho daño”. Ambos eran los más mediáticos de la familia y estaban muy unidos. Pero con la publicación de la biografía De Cayetana a Cayetano, —con la que el duque de Arjona ventiló los fantasmas de su infancia— y las acusaciones al primogénito, Carlos, de quitarle las atribuciones y expulsarle del palacio de Liria, en Madrid, la benjamina decidió posicionarse a favor del mayor. Desde entonces el único que se acerca a Cayetano Martínez de Irujo es su hermano Fernando; el único que fue a visitarle al hospital cuando fue operado de urgencia por una obstrucción intestinal el pasado septiembre.