La constante dicotomía del éxito de Richard Branson

El multimillonario británico, que se prepara para ir al espacio en uno de sus cohetes en 2021, sufre en dos de sus compañías las secuelas de la pandemia entre noticias de bancarrota

Richard Branson, en Dover, Inglaterra, el pasado febrero.SIMON DAWSON (Reuters)

Richard Branson no está pasando por sus mejores momentos. El multimillonario empresario vive en una dicotomía constante desde que comenzó la pandemia del coronavirus. El británico, de 69 años y con una fortuna estimada en más de 4.000 millones de euros, está sufriendo las secuelas de la pandemia en sus propias carnes. Y no en cuestión de salud, sino en cuanto a sus empresas se refiere. Después de que la filial de su compañía aérea en Australia, ...

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Richard Branson no está pasando por sus mejores momentos. El multimillonario empresario vive en una dicotomía constante desde que comenzó la pandemia del coronavirus. El británico, de 69 años y con una fortuna estimada en más de 4.000 millones de euros, está sufriendo las secuelas de la pandemia en sus propias carnes. Y no en cuestión de salud, sino en cuanto a sus empresas se refiere. Después de que la filial de su compañía aérea en Australia, Virgin Australia, entrara en quiebra por falta de fondos el pasado abril, Branson intenta por todos los medios que no ocurra lo mismo con otra de sus grandes apuestas: Virgin Atlantic, que opera en todo el Reino Unido.

Entre rumores y noticias de bancarrota, esta importante compañía del Grupo Virgin se ha visto obligada a presentar su solicitud de quiebra en Nueva York, acogiéndose al capítulo 15 de la legislación mercantil de Estados Unidos. Virgin Atlantic es propiedad de Richard Branson en un 51% y de Delta, la compañía americana, en el resto. El capítulo 15 al que se ha acogido la compañía es un tipo de bancarrota que se aplica en empresas que operan al tiempo en varios países y deja que puedan actuar en el sistema judicial americano. Sin embargo, el multimillonario británico no quiere levantar la liebre y ha querido aclarar que no se trata de la quiebra ni del cierre de la compañía, sino que se está solicitando una “reestructuración del capital solvente”. Desde la compañía se insiste que actualmente todo sigue igual —Virgin Atlantic tenía hasta ahora bases en Heathrow y Gatwick pero ha cerrado esta última—, la actividad se recuperó en julio pero no dan por seguro que puedan continuar con liquidez el próximo mes, de ahí dicha solicitud a Estados Unidos. “Es necesaria una recapitalización más completa para asegurar el futuro de la actividad y garantizar que pueda cumplir sus responsabilidades y requisitos de financiación más allá de mediados de septiembre de 2020”, ha explicado un portavoz de Virgin Atlantic.

Pero no todos son malas noticias para el excéntrico empresario. La presentación de este plan por parte de una de sus grandes compañías se produce en la misma semana que Branson anunció que tiene previsto lanzarse al espacio a bordo de uno de sus cohetes de Virgin Galactic para principios de 2021, abriendo así el camino para futuros vuelos comerciales. Una iniciativa que estaba prevista para este año pero que también se vio perjudicada por la pandemia. Virgin Galactic se convirtió en octubre en la primera empresa de viajes espaciales en cotizar en bolsa, adelantándose a SpaceX, fundada y dirigida por Elon Musk, y a Blue Origin, de Jeff Bezos.

Branson, que fue muy criticado el pasado abril por solicitar al gobierno británico un rescate cuando él posee una inmensa fortuna, entre las 600 mayores del planeta y entre las 10 primeras del Reino Unido, confía en salir adelante. Y si no, siempre puede recurrir a cualquiera de sus ingentes propiedades, como ya hizo al ofrecer su isla privada Necker Island como garantía al Gobierno británico por dicho rescate. Está claro que en cuanto a ideas extravagantes es difícil ganar al que es el multimillonario británico más mediático. El mismo que liberó a las azafatas de su compañía del maquillaje y del cosificado uniforme; el que creó una línea de cruceros en la que estaba prohibida la entrada a los niños para que los mayores disfrutaran de su plena libertad o el que impulsó la flexibilidad de sus trabajadores instándoles a coger todas las vacaciones que quisieran. Falta ver con qué sorprenderá ahora.

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