Beatriz de York publica las dos fotos de su boda secreta con un vestido de su abuela, Isabel II
Para su enlace con Edoardo Mapelli Mozzi, la hija mayor del príncipe Andrés ha llevado la misma tiara que la reina y un diseño que la soberana lució en 1962
El viernes el palacio de Buckingham sorprendía anunciando que la princesa Beatriz de York, de 31 años, hija mayor del príncipe Andrés de Inglaterra y por ello mismo nieta de la reina Isabel II, se había casado con su prometido, el italiano Edoardo Mapelli Mozzi, de 36. Una celebración íntima y en secreto, poco habitual entre la familia real más famosa del mundo, que se había producido ese mi...
El viernes el palacio de Buckingham sorprendía anunciando que la princesa Beatriz de York, de 31 años, hija mayor del príncipe Andrés de Inglaterra y por ello mismo nieta de la reina Isabel II, se había casado con su prometido, el italiano Edoardo Mapelli Mozzi, de 36. Una celebración íntima y en secreto, poco habitual entre la familia real más famosa del mundo, que se había producido ese mismo día en la capilla de Todos los Santos, dentro de los terrenos del castillo de Windsor.
Hasta 36 horas después ha tardado la familia real británica en decidirse a publicar alguna imagen al respecto; dos, en concreto. A las once de la noche del sábado, el perfil oficial de la familia en redes sociales lanzaba dos fotografías. En la primera se ve a los novios fuera de la capilla junto a los abuelos de la novia: Isabel II y el duque de Edimburgo. Los más mayores aparecen mirando, sonrientes, a los jóvenes, aunque las dos parejas mantienen la distancia de seguridad marcada tanto por el coronavirus como por la edad de la monarca y su retirado marido: 94 y 99 años, respectivamente. Esas edades les han mantenido especialmente aislados —precisamente en el castillo de Windsor, a una hora de Londres— durante la pandemia del coronavirus, y esta es la primera vez que se les ve desde antes de la crisis de la covid-19 con miembros de su familia.
En la segunda imagen, los novios posan divertidos, agarrados de la mano y saliendo por las puertas de la iglesia, completamente rodeadas de flores en tonos blancos y rosas, iguales que las del ramo de Beatriz, que tras la boda y como es tradición entre las novias reales fue depositado ante la tumba del soldado desconocido. Para la ocasión, el novio vestía traje de tres piezas oscuro con chaleco crema, mientras que la novia llevaba un clásico vestido blanco, con mangas amplias, cuerpo bordado en pedrería y falda casi hasta los pies, y adornaba su melena pelirroja, suelta en esta ocasión, con la tiara de la reina María. La sorpresa ha llegado porque el vestido es una pieza antigua en tafetán de seda que perteneció a su abuela Isabel II. La reina llevó ese mismo vestido en diciembre de 1962 para el estreno en Londres de la película Lawrence de Arabia. En este caso, se han arreglado y añadido las mangas, puesto que el original llevaba tirantes; además, se han realizado cambios en el bajo. Los arreglos han corrido a cargo de Angela Kelly, modista personal de la soberana.
El traje es un diseño antiguo de Norman Hartnell (fallecido en 1979), que fue el creador de los vestidos de boda tanto de la propia Isabel (que contrajo matrimonio el 20 de noviembre de 1947 en la abadía de Westminster) como de su hermana, la princesa Margarita, cuando se casó con Antony Armstrong-Jones el 6 de mayo de 1960. Hartnell también diseñó el vestido de la coronación de Isabel II y el de sus damas de honor del momento, fue uno de los creadores favoritos de la alta sociedad británica entre los años treinta y setenta y llegó a convertirse en el modisto de cabecera oficial de la Reina Madre; de hecho, llegó a ser nombrado sir. Sus diseños fueron famosos en todo el mundo y retratados en portadas de revistas como Vogue. Además, vistió a gran cantidad de estrellas de cine de los años dorados de Hollywood, como Vivien Leigh, Elizabeth Taylor o Marlene Dietrich, y realizó vestuario para una treintena de películas y para algunas obras de teatro.
Ambos elementos, vestido y tiara, son un evidente homenaje a su abuela, Isabel II. En el caso de la diadema, se trata de una valiosa pieza de diamantes que María, abuela de la actual soberana, rehizo en 1919 a partir de unas joyas que pertenecieron a la reina Victoria. María se la cedió en 1936 a la conocida como Reina Madre, que la prestó a dos notables novias en el día de sus casamientos: su hija, la hoy reina Isabel, en 1947, y su nieta Ana, la segunda hija de la actual monarca, en 1973. Según expertos gemólogos, su valor hoy día sería de unos 5,5 millones de euros.
Las fotos del enlace brillan más por las ausencias que por las presencias. Y hay una que destaca especialmente: la del príncipe Andrés, el padre de la novia. Podría no aparecer su madre, Sarah Ferguson, al estar ambos progenitores divorciados; algo que también ocurre en el caso de los padres del novio, también separados. Sin embargo, la cuestión de que Andrés no salga en la foto va más allá: el pasado noviembre dio un paso atrás y se retiró de la vida pública, tras su implicación en el escándalo de Jeffrey Epstein, el pedófilo estadounidense que se ahorcó en su celda el pasado mes de agosto de 2019 y de quien era buen amigo. Una mujer llamada Virginia Roberts afirma que fue obligada a tener relaciones sexuales con el príncipe cuando ella solo tenía 17 años y con Epstein como mediador.
Beatriz y Edoardo se conocen desde hace años, puesto que sus familias son buenas amigas, aunque no empezaron a salir hasta hace dos años. Hicieron público su compromiso el pasado septiembre y estaba previsto que se casaran en mayo. La pandemia del coronavirus les obligó a cambiar sus planes. Sin embargo, se esperaba una boda pospuesta pero grande, quizá sin el boato de la de su hermana Eugenia (también en Windsor) hace dos años, pero de algo más de una veintena de personas y en absoluto secreto. Pero el escándalo en el que está implicado el padre de la novia les ha hecho decantarse por un enlace de mucho menor calado e impacto público, algo casi inédito en la familia real británica.