Los millonarios británicos que piden dinero público para salvar sus negocios
La diseñadora Victoria Beckham está en el centro de la polémica por recurrir a ayudas mientras lleva una vida de lujo. Richard Branson y Stella McCartney también se acogen a ERTE
¿Es aceptable que un multimillonario recurra al dinero de los contribuyentes para cubrir los salarios de sus empleados durante la crisis del coronavirus? Con ciertas dosis de populismo, el británico Daily Mail ha planteado una cuestión que personaliza en la nómina de los famosos locales más pudientes cuyos negocios optaron por acogerse a las ayudas públicas. Un paso que han dado otras miles de compañías de las islas, pero que viene resintiendo la imagen de rostros tan conocidos como ...
¿Es aceptable que un multimillonario recurra al dinero de los contribuyentes para cubrir los salarios de sus empleados durante la crisis del coronavirus? Con ciertas dosis de populismo, el británico Daily Mail ha planteado una cuestión que personaliza en la nómina de los famosos locales más pudientes cuyos negocios optaron por acogerse a las ayudas públicas. Un paso que han dado otras miles de compañías de las islas, pero que viene resintiendo la imagen de rostros tan conocidos como los de la diseñadora Victoria Beckham o el empresario Richard Branson, dos de los blancos favoritos de los tabloides. Las imágenes que estos y otros privilegiados vienen colgando en las redes desde sus confinamientos de lujo solo han contribuido a azuzar el debate.
“Mimada prima donna, el plan de rescate [del Gobierno] no era para millonarios como tú”, espetaba días atrás el presentador Piers Morgan a la exspice pija ante los televidentes del programa Good Morning Britain. El exitoso presentador aludía a la decisión de Victoria Beckham de aplicar un ERTE a tres decenas de empleados de su firma de moda, lo que significa que el 80% de sus sueldos procede ahora del erario público. La diseñadora cubre el 20% restante y ha eliminado su propio salario para dedicar el importe a los bancos de alimentos, pero ese gesto ha sido tildado en las redes de muy pobre cuando la fortuna que comparte con su marido, el exfutbolista David Beckham, supera los 350 millones de euros, según Forbes. La pareja y sus cuatro hijos cumplen el confinamiento en su opulenta mansión de los Cotswolds, en el Reino Unido, donde Victoria sopló hace una semana las 48 velas, en el que ha confesado haber sido su cumpleaños “más triste”.
En el caso de otra colega del sector de la moda y famosísima desde la cuna, Stella McCartney, el expediente de regulación temporal de empleo afecta a la mitad de los 1.400 empleados de la compañía que lleva su nombre y que el pasado verano vendió una sustancial participación al conglomerado de lujo LVMH. Las ayudas públicas supondrán un balón de oxígeno para la firma, que entró en números rojos en el pasado ejercicio a causa de los costes de reorganización. Los tabloides recuerdan, empero, que la segunda hija del exBeatle Paul McCartney, hoy recluida con los suyos en el domicilio londinense del exclusivo barrio de Belgravia, suma a su cartera de propiedades una granja georgiana en el campo inglés y otra residencia en los Hamptons, rincón favorito de las estrellas de la farándula y en general del dinero en la costa este de Estados Unidos.
Quien sin embargo ha renunciado a abrazar el ERTE es el magnate televisivo Simon Cowell (promotor de realities a la caza de talentos como The X Factor o Britain´s Got Talent), decidido a seguir pagando el sueldo completo de todo el personal de sus productoras de Londres y Los Ángeles en plena parálisis. También ha donado casi dos millones de euros a organizaciones benéficas, al tiempo que urgía a otros poderosos a que se rasquen los bolsillos en la causa común de la lucha contra el covid-19. Cowell no ha apuntado el dedo contra nadie, aunque desde su entorno se ha difundido el mensaje de que solo las empresas que realmente lo necesitan para su supervivencia son las que deberían recurrir a los fondos públicos.
Mucho más directo en su crítica ha sido el multimillonario británico Duncan Bannatyne, hoy a la cabeza de una extensa red de clubs para ponerse en forma. “¿Por qué no pides un préstamo al banco en lugar de depositar esa carga sobre los trabajadores británicos?”, reza su misiva colgada en Twitter y dirigida a Richard Branson, quien ha solicitado una línea crediticia al Gobierno para salvar su aerolínea Virgin Atlantic (la rama australiana ya ha suspendido pagos) y ofreciendo como hipoteca la isla caribeña y paraíso fiscal de Necker Island donde reside habitualmente. El multimillonario Bannatyne ha aplicado el ERTE al grueso de sus 3.000 trabajadores en plantilla, prueba de que cada uno adapta a su gusto las medidas de lo permisible.
La antipatía que, por ejemplo, genera entre el público la figura del “rey de las tiendas” y de la moda asequible, sir Philip Green, señalado desde que comprometió el plan de pensiones de sus empleados en beneficio propio, le garantizó la crítica inmediata en cuanto anunció un ERTE (de nada sirvió que fuera ligeramente más benévolo que en otras firmas del sector)
En el reverso de la moneda, al menos en cuanto a la narrativa de los tabloides, destaca el príncipe Carlos. El Daily Mail le jalea por no haber recurrido a las ayudas públicas para proteger a la plantilla de su fundación, que cubre con reservas propias. Pero quizá más de un ciudadano de a pie exclame ¡qué menos! cuando se trata del heredero de la corona que pretende dar ejemplo, amén de ser un propietario y terrateniente cuya fortuna podría ser la envidia de algunos de los personajes referidos en este artículo.