BIM, una revolución en las autopistas
La integración de la información para trazar las carreteras se consolida como el gran avance que mejora la seguridad, el mantenimiento y el impacto ecológico
La planificación de una autopista solía ser hasta no hace muchos años un asunto de lápiz, papel y teléfono móvil para supervisar, coordinar y dirigir obras que involucran a cientos de personas y decenas de empresas. “Ahora hay menos teléfonos, es el programa informático que lo integra todo. Especifica con fecha y hora exacta qué permisos son necesarios, qué personal viene, qué materiales utilizas, para qué y cómo han evolucionado las tareas”, explica Álvaro Maldonado, gerente de obras y conservación extraordinaria de Autopistas. Maldonado participó en ...
La planificación de una autopista solía ser hasta no hace muchos años un asunto de lápiz, papel y teléfono móvil para supervisar, coordinar y dirigir obras que involucran a cientos de personas y decenas de empresas. “Ahora hay menos teléfonos, es el programa informático que lo integra todo. Especifica con fecha y hora exacta qué permisos son necesarios, qué personal viene, qué materiales utilizas, para qué y cómo han evolucionado las tareas”, explica Álvaro Maldonado, gerente de obras y conservación extraordinaria de Autopistas. Maldonado participó en la prolongación de la C-32 de Cataluña en 2019, una de las remodelaciones de carreteras españolas que fueron pioneras a la hora de dejar atrás el papel y el boli para pasarse al BIM (modelado de información para la construcción, según sus siglas en inglés).
El BIM es la gran revolución tecnológica de las obras civiles en los últimos años. Sin embargo, la novedad de este sistema no es un ingenio, sino la forma de trabajar las obras. Álex Gárate, codirector técnico y académico en Civile BIM y vocal de la Comisión BIM del Ministerio de Transportes, explica que esta nueva concepción permite utilizar la tecnología para “integrar todas las variables” de una obra a través del modelado 3D y de la centralización de datos en programas informáticos. El BIM incluye toda la información disponible al proceso de obra para que, antes de ejecutar cualquier actuación, exista un registro y una documentación archivada que pueda gestionar y optimizar la fase de conservación y mantenimiento. “Hacemos que el histórico de información sea útil”, concreta Gárate.
Una autopista que haya sido construida con BIM es, en apariencia, igual a una convencional. No obstante, la diferencia está en los datos. Domingo Pérez, director de Innovación y Transformación Digital de la constructora Azvi, afirma que estas infraestructuras son una opción “más segura” para los conductores. “Gracias a esta nueva forma de producir la información en la fase de diseño, se incorporan controles de calidad para evaluar procesos que, anteriormente, solo se podrían haber hecho cuando el proyecto hubiera finalizado”, comenta.
La seguridad es solo una parte. La metodología también es útil para reducir el impacto ecológico y gestionar mejor los activos de las carreteras. BIM ayuda a reducir el volumen de residuos hasta un 15% y disminuye el coste de su gestión un 57%, según el informe Digitalisation in the construction sector, Analytical Report”, al que hace referencia el Comité Interministerial del BIM.
Conservación más digital
El plano de la conservación es otro aspecto central. España ya cuenta con la red de autopistas más extensa de la Unión Europea y, según el Ministerio de Transportes, 165.375 kilómetros de carreteras. Gárate afirma que el fomento de la construcción ha pasado a un segundo plano en favor de impulsar la movilidad. La red española ya es madura, y muchas de las iniciativas están dirigidas a que su conservación y mantenimiento sea lo más digital, estandarizada y sencilla posible. “La idea es que el BIM permita conocer los signos vitales de cómo se comporta la infraestructura [para poder optimizar su mantenimiento]”, asegura el codirector técnico y académico en Civile BIM.
“BIM no es solo digitalizar por digitalizar”, explica Antonio Pablo Romero, codirector técnico y académico del máster BIM en Ingeniería Civil del Colegio de Ingenieros de Caminos de Andalucía. En cada fase del ciclo de vida, la metodología se enfoca de una manera. Por ejemplo, en la de diseño los modelos digitales permiten saber la huella de carbono que tiene cada una de las soluciones que se implementan. En la de gestión de activos se puede saber con qué material hacer la recomposición del firme. “Pero el objetivo siempre es el mismo: que haya trazabilidad, transparencia y coherencia en la toma de decisiones”, concluye Romero.
Además, para el sector de la construcción en particular, en el que los retrasos en los plazos son habituales, el BIM también ofrece un ahorro sustancial de tiempo y dinero en los proyectos. Maroto, gerente de Autopistas, afirma que, en su experiencia, la diferencia entre las obras de una autopista como la C-32 y otra que no usara la metodología BIM era que “no había errores de bulto”. “Todo iba más fluido. Había menos idas y vueltas con los contratistas y menos recálculos”, recuerda.
Desde Azvi también afirman que es una herramienta útil para solventar por adelantado problemas que pueden aparecer en la fase de obra. Esto repercute en un ahorro de costes. El EU BIM Task Group, en el que participa el Ministerio de Transportes, calcula que la digitalización de los procesos de ingeniería, construcción y explotación podría suponer unos ahorros de entre el 10% y el 20% del gasto de las obras de edificación e infraestructuras.
Crecimiento en obra pública
Cada vez más obras civiles utilizan la metodología BIM y, en la contratación pública crece de manera exponencial. Entre 2021 y 2022 el número de licitaciones públicas de la Administración General del Estado que solicitan el uso de BIM ha pasado de 109 a 190, y el volumen de licitación se ha multiplicado casi por tres, al pasar de 455 millones de euros a 1.209 millones de euros, según los datos del Plan BIM en la Contratación Pública del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
La metodología todavía está lejos de implantarse a corto plazo de manera generalizada. Aunque en el Informe diagnóstico BIM 2021, el 71% de los encuestados aseguraba disponer de actividades a las que se le podría aplicar BIM, pero solo un 34% de los órganos considera que esta forma de trabajo tendrá un uso generalizado en la contratación pública en un plazo de tres a cinco años. No obstante, cuando se amplía el periodo, las compañías son más optimistas. El 73% de las encuestadas espera que se generalice el uso de esta tecnología en un plazo de hasta 10 años.
Una metodología con falta de profesionales
Según el Informe diagnóstico BIM 2021, la formación es la principal barrera percibida para la implantación de BIM en el sector público estatal. En dicho informe, solo un 38,77% de las respuestas recibidas señalan haberse formado en la metodología.
Romero afirma que hay una falta de mano de obra especializada “tremenda” que “padecen” las empresas. Gárate explica que esta falta de oferta es la respuesta a que el sector de la construcción “no ha mirado de frente al potencial de la digitalización como sí lo han hecho otros sectores industriales”. “Seguimos trabajando muchas veces con herramientas del siglo pasado y hay un abanico de perfiles que se incorporan al mercado laboral que necesitan de las nuevas”, comenta.