Aeropuertos, nuevas ciudades para el ocio
Con nuevas tecnologías biométricas que agilicen los controles de seguridad y todo tipo de servicios y atracciones, los aeródromos del futuro aspiran a ser un destino en sí mismos
Se imagina reservar un aerotaxi para ir al aeropuerto? ¿Que un dron le lleve el equipaje hasta el mostrador de facturación? ¿Moverse por las terminales como Pedro por su casa sin que ningún control le interrumpa? ¿Visitar una galería de arte, comprarse un cuadro o un coche de lujo antes de su vuelo? ¿Cenar en un restaurante con estrella Michelin o tener una reunión de negocios? ¿Hacerse unos largos en la piscina, relajarse en un ...
Se imagina reservar un aerotaxi para ir al aeropuerto? ¿Que un dron le lleve el equipaje hasta el mostrador de facturación? ¿Moverse por las terminales como Pedro por su casa sin que ningún control le interrumpa? ¿Visitar una galería de arte, comprarse un cuadro o un coche de lujo antes de su vuelo? ¿Cenar en un restaurante con estrella Michelin o tener una reunión de negocios? ¿Hacerse unos largos en la piscina, relajarse en un spa o en un jardín tropical, y todo ello sin salir del aeropuerto? La tecnología y los nuevos conceptos sobre cómo deben ser los aeródromos del futuro lo hacen posible.
“Los aeropuertos son megaestructuras de gran complejidad, la puerta de entrada a una ciudad o incluso a un país, y construyen imagen de marca. Son las catedrales del siglo XXI. Ahora, en la era de la supermodernidad, se conciben como espacios de tránsito donde se consume tiempo, se gasta en compras, gastronomía, ocio y mucho más. Son además espacios para ser contemplados como grandes iconos, no solo meros lugares donde aterrizan aviones”, señala José Luis Penelas, experto en Urbanismo y Arquitectura de la Universidad Europea.
Uno de los emblemas de este tipo de aeropuertos es el de Changi (Singapur), uno de los mayores del mundo y un destino en sí mismo. Inundado de luz natural, dispone de todo tipo de servicios y atracciones —la mayoría, gratis— para los pasajeros: piscina, un vergel tropical con cascada de 40 metros y mariposario, hotel, cine panorámico, una ruta de tiendas de todo tipo, y hasta el tobogán más alto del mundo, de 12 metros. Además, durante las escalas de larga duración (stopover) ofrece a los pasajeros en tránsito la posibilidad de conocer las principales atracciones de la ciudad también de forma gratuita.
Los superaeropuertos de Doha (Qatar), Dubái, el nuevo de Estambul o los del sudeste asiático (Seúl, Hong Kong, Shanghái) marcan tendencias y ofrecen también espectaculares servicios y atractivos para los viajeros. O el de Atlanta, tan inmenso que alberga tres estaciones de bomberos.
“Los aeropuertos también son hitos de poder. Un símbolo. Todos los países quieren tener un magnífico aeropuerto y se rifan a los arquitectos más reputados”, enfatiza Penelas. Destaca el diseño, la altura y la luz del Adolfo Suárez Madrid-Barajas, y recuerda que “recoge muchos elementos de la tradición arquitectónica española, como el detalle y la exquisitez”. También llama la atención sobre “la ausencia de ruido gracias a su techo acústico que absorbe el sonido, y eso es un valor añadido”.
Penelas apuesta por “estructuras aeroportuarias más verdes, con mayor integración de la naturaleza y espacios más flexibles, mejor dimensionados y más digitales”. El 11-S primero y la covid después han convertido los aeropuertos en búnkeres donde priman las medidas de seguridad y las sanitarias. Llegar a la puerta de embarque se ha convertido en una suerte de yincana con eternos procedimientos, formularios a rellenar, controles de seguridad y sanitarios, diversos escáneres por superar, largas colas para todo y recorridos eternos deambulando entre terminales. Un tiempo precioso y… perdido.
En general, hay que invertir tres horas antes de la salida de nuestro vuelo si es internacional, y dos si el destino es nacional, lo que nos produce aburrimiento, frustración y, a veces, desesperación. Eso sin contar el tiempo que necesitamos hasta llegar al aeropuerto, generalmente ubicados a kilómetros de las ciudades.
Más agilidad, misma seguridad
“El transporte aéreo ha sido uno de los sectores más afectados durante esta crisis sanitaria y todavía se encuentra en niveles inferiores a los de prepandemia”, advierte Cándido Pérez, socio responsable de Infraestructuras, Transporte y Gobierno de KPMG en España. “Las medidas sanitarias de distanciamiento y aislamiento global que se vivieron, sin lugar a duda, afectarán a la conceptualización y el diseño de estas infraestructuras de transporte”, añade Pérez mirando al futuro.
Y no hay que desanimarse. La tecnología y los nuevos conceptos de cómo debe ser un aeropuerto juegan a favor del pasajero. La biometría, los fast tracks o fast lanes (accesos prioritarios a controles de seguridad, generalmente de pago) instaurados en muchos complejos aeroportuarios, también en el de Madrid-Barajas, harán que moverse por estos megaespacios sea mucho más fluido y sencillo.
“Uno de los handicaps de estas nuevas tecnologías es la privacidad”, advierte Esteve Almirall, experto en Operaciones, Innovación y Data Sciences de Esade. “Los nuevos escáneres permiten identificar lo que llevas en la maleta sin sacar nada de ellas, con lo cual se agiliza mucho este trámite. En los principales aeropuertos de Estados Unidos se ha implantado ya el fast track con reconocimiento facial, también en los de China, pero estos son muy invasivos y te persiguen por todo el aeropuerto. Estás permanentemente controlado desde que entras hasta que sale tu vuelo. La ventaja es que todo se hace con bastante rapidez y te interrumpen muy poco”.
AENA también ha anunciado que establecerá controles biométricos en los aeropuertos españoles para ciudadanos extracomunitarios a fin de mejorar la seguridad y agilizar las colas. Un proyecto cuyo coste se calcula en 150 millones de euros y que sufragarán las aerolíneas. El sistema registrará el nombre del viajero, el tipo de documento de viaje, la imagen facial, huellas dactilares, así como la fecha y lugar de entrada y salida.
El objetivo del gestor aeroportuario español, que previamente ha realizado pruebas en los aeropuertos de Menorca, Barajas y El Prat (Barcelona), es que el pasajero solo tenga que registrarse una vez en el programa biométrico y le sirva para cualquier aeropuerto de su red y cualquier aerolínea adscrita al proyecto.
Aerotaxis y drones, llega la revolución
Están llamados a transformar radicalmente la navegación aérea por la diversidad de posibilidades y usos que ofrecen: desde el transporte de pasajeros, caso de los aerotaxis, hasta las nuevas funcionalidades en paquetería, alertas de tráfico o emergencias que ofrecen los drones.
En España, Enaire, gestor de navegación aérea, participa en “dos ensayos de vuelo con aerotaxis, uno ya realizado en Santiago y otro previsto en Jaén, que se engloban dentro de la iniciativa europea U-space”, cuenta Daniel García-Monteavaro, jefe de desarrollo de negocio de drones.
U-space regula los nuevos servicios y procedimientos para respaldar la seguridad, eficiencia y acceso al espacio aéreo para drones. Es decir, garantizar un corredor aéreo seguro para estos vehículos, y coordinado con el resto de aeronaves, tanto civiles como la propia aviación comercial, explica García-Monteavaro. El papel de Enaire, detalla, “es integrar este tipo de operaciones en el espacio aéreo y para ello estamos desarrollando una plataforma digital”.
En Europa se espera que sea una realidad operativa en dos años si se aprueba (en 2023) la primera reglamentación prevista para este tipo de vuelos eléctricos, que primero serán tripulados para, en un segundo paso, pasar después a vehículos autónomos con capacidad para entre dos y cinco pasajeros.