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América Latina, atenazada por la polarización política y social

La región hace frente a grandes retos como la desinformación, la desigualdad y la fragmentación de la convivencia

Hay una frase muy usada, citada por Miguel de Cervantes y retocada, mucho tiempo después, por César Moro, que ha viajado bien en el tiempo y ha navegado sin atavíos por ambas orillas del Atlántico. “En todas las casas se cuecen habas”. “Y en la mía a calderadas”, diría el español, señalando que sus problemas son mayores. Mientras que el poeta y pintor surrealista latinoamericano seguiría: “Pero en el Perú solo se cuecen habas”.

Actualmente, y no solo en Perú, sino en toda América Latina, “nunca antes se han cocido tantas y tan mal como ahora”, afirmó Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). La región atraviesa múltiples crisis que se entrelazan como un nudo difícil de desenmarañar, y no se sabe si unas son la causa o la consecuencia de las otras. De esa trama surgen un profundo déficit de confianza en las instituciones; una fatiga democrática persistente; la expansión de la desinformación, que fragmenta la convivencia; el auge de los populismos, que alimentan los extremismos, y una desigualdad estructural sin parangón en el mundo. “Nunca he encontrado una sociedad tan polarizada. Se vive una crisis muy grave y estructural, no un fenómeno episódico”, subrayó Jabonero.

Pero si hay un problema que sobresale de todos los demás es el narcotráfico. Su peso es inmenso. Por ejemplo en México, donde el volumen de negocio que se mueve con la venta de drogas es mayor que el que genera la comercialización del petróleo, cifró Jabonero. “Cuando penetra ese cáncer, es una metástasis, porque destruye las instituciones; porque tiene un poder económico al que no hay quien se resista a la famosa frase: plata o plomo”, añadió Ramón Jáuregui, ex diputado del Parlamento Europeo y presidente de la Fundación Euroamérica. “La inseguridad es enorme y sin seguridad no hay libertad. Es un continente con bandas criminales más poderosas que los propios Estados”, resaltó Jáuregui. ¿Cómo hacer frente a este obstáculo?

El narcotráfico no da tregua

“La única solución es recuperar el control de los mercados: que el Estado regule la venta y retire el negocio a las bandas”, planteó este último experto. Ello también pasa por construir administraciones fuertes con políticas fiscales serias que incentiven la formalización del trabajo y combatan el flujo de dinero negro. “Sin un Estado que recaude y gaste al menos el 40% de su PIB, no habrá Estado del bienestar”. Después, esta receta es importante apuntalarla con el fortalecimiento de las instituciones: reformas electorales y sistemas que aseguren la estabilidad y eviten el populismo polarizante. La inversión en educación es más que necesaria. Sin embargo, esta ha caído en 16 países de América Latina y la cooperación europea prácticamente ha desaparecido, en gran parte porque sus recursos están volcados en Ucrania, Palestina o el Sahel. La inversión pública interna también se ha reducido, lo que alimenta un círculo de desconfianza hacia los organismos multilaterales. “Se trata, además, de una zona especialmente dependiente del exterior. Es quizá la única región del mundo con una conexión tan marcada con Estados Unidos que vive pendiente de las prioridades de los grandes donantes”, añadió el secretario de la OEI. Este cúmulo de problemas ha hecho que la región pierda perspectiva y rumbo, que esté supeditada a las necesidades y caprichos de otros.

“La historia ya no la escribimos nosotros. Nos la escriben desde Pekín o Washington”, arguyó Jabonero. El Estado se ha convertido en una lucha por el poder entre políticos que buscan privilegios y defienden posiciones cada vez más difíciles de conciliar. “Los ciclos políticos en América Latina son extremos, no polarizantes”, ahondó Jáuregui. Si hasta ahora ha gobernado la izquierda en Chile, por ejemplo, mañana se espera que el candidato de la extrema derecha llegue al poder. “Esto es fruto de un desafecto”, dijo el presidente de la Fundación Euroamérica. Y ello quizás tiene su origen en la desigualdad de la zona, donde el 50% de las personas que trabajan lo hacen en la informalidad y donde el porcentaje medio de ingreso fiscal de los estados ronda el 20% del valor de todos bienes y servicios producidos (frente al 33,9% de promedio en los países de la OCDE, según datos de 2023). Sin resolver estos desafíos, el continente seguirá cociendo habas.

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