Países emergentes y sostenibles
Las economías en desarrollo, vitales para reducir las emisiones globales, luchan por atraer más recursos para financiar su transición hacia un modelo más ecológico
El cambio de modelo energético es un reto de volumen. Frente a la catástrofe que implica el calentamiento global, causado por el uso de combustibles fósiles, de muy poco le servirá al mundo que un país como Noruega (con casi seis millones de habitantes) se provea en un 98% de fuentes renovables y sea líder absoluto en energía circular. El motor de la transformación y la respuesta para evitar la calamidad climática está en el grueso de los mercados emergentes, donde se dará casi todo el crecimiento demográfico previsto para las próximas décadas: serán el hogar de gran parte de los 2.000 millone...
El cambio de modelo energético es un reto de volumen. Frente a la catástrofe que implica el calentamiento global, causado por el uso de combustibles fósiles, de muy poco le servirá al mundo que un país como Noruega (con casi seis millones de habitantes) se provea en un 98% de fuentes renovables y sea líder absoluto en energía circular. El motor de la transformación y la respuesta para evitar la calamidad climática está en el grueso de los mercados emergentes, donde se dará casi todo el crecimiento demográfico previsto para las próximas décadas: serán el hogar de gran parte de los 2.000 millones de personas que se sumarán a la población global para 2050. Y allí, en ese grupo de países —India, Brasil, Colombia, Nigeria, Vietnam, entre otros—, se libra una batalla por atraer recursos que den vida a las energías limpias.
“El futuro energético y climático del mundo depende cada vez más de que las economías emergentes y en desarrollo puedan hacer una transición exitosa a sistemas de energía más limpios”, resalta la Agencia Internacional de Energía (AIE) en un informe especial en colaboración con el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial publicado el año pasado. Sin incluir a China —que para la AIE y otros organismos ya no entra en esta categoría debido a su tamaño de mercado—, los países emergentes copan solo un tercio de la inversión mundial en energía y menos del 20% de la inversión en energía limpia, según la agencia. El resto está en manos del gigante asiático, Estados Unidos y Europa. Para lograr las emisiones netas cero en torno a 2050 es necesario un aumento sin precedentes en inversiones en energías limpias en estas economías emergentes y en desarrollo. Pero estas han disminuido un 8% —por debajo de los 150.000 millones de dólares— en 2020 y tuvieron apenas un leve repunte en 2021, explica la agencia, que toma como referencia una treintena de países, entre ellos Angola, Argentina, Bangladés, Brasil, Chile, Costa Rica, Egipto, Etiopía, India, Indonesia, Irak, Filipinas, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Tailandia, Uruguay y Vietnam.
Para finales de la presente década, el gasto de capital anual en energía limpia en estas economías debería ser siete veces mayor, superando el billón de dólares, para poner al mundo en camino de alcanzar las cero emisiones netas para mediados de siglo, afirma la AIE. “Las economías emergentes aún tienen un potencial de inversión increíble. Especialmente aquellos bendecidos con recursos naturales”, afirma Chris Berkouwer, CFA, responsable de las estrategias de inversión en Robeco. Brasil, Chile e Indonesia encajan en esta categoría. “Poseen abundantes reservas de capital natural, como recursos minerales, y amplias oportunidades de energía hidroeléctrica, solar y eólica”, dice el experto del fondo de inversión.
Demasiada concentración
Pero, aun con estos atributos, la inversión en energía renovable está muy concentrada en apenas un puñado de mercados. En 2020, una quincena de países atrajo unos 248.000 millones de dólares para energías limpias, es decir, el 88% de todas las inversiones a escala global, según Bloomberg NEF. Solo China representó un tercio del total, seguida de EE UU (16%) y Japón (6%). Estas tres naciones juntas han acaparado el 60% de los 1,3 billones de dólares que se destinaron a proyectos de energías renovables entre 2016 y 2020, según la agencia. Todo ello ocurre mientras el crecimiento del consumo de energía se dispara en las naciones emergentes.
“El consumo de energía per capita en Asia ha aumentado un 18% en la última década, mientras que se ha mantenido estable en las economías desarrolladas”, afirma Valentín de Miguel, responsable de sostenibilidad y de consultoría para los mercados emergentes en Accenture. Según la AIE, casi el 70% del aumento proyectado en la demanda mundial de energía se encuentra en los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Las instalaciones eólicas, sin embargo, están concentradas solo en algunos territorios. Los 10 países principales (entre los que están China, EE UU, Alemania, India, Reino Unido y Brasil) representan el 84% de las adiciones de capacidad mundial eólica en la última década, según Bloomberg NEF. España, por ejemplo, acaparaba solo el 1% de esta capacidad global, pero el 4% de la capacidad eólica total instalada en 2020.
El potencial latinoamericano
Lo mismo sucede con la solar fotovoltaica. Una decena de naciones, entre emergentes y desarrolladas (China, EE UU, Japón, India, Alemania y Vietnam, entre otras), han sido responsables del 81% de los 730 gigavatios (GW) de nueva energía solar construida durante los últimos 10 años. “La necesidad de energía verde ya no es opcional”, comenta De Miguel. Latinoamérica, resalta Agustín Rico, socio responsable de energía en EY, también tiene un gran potencial y podrá presentar un mayor crecimiento una vez que se resuelva la incertidumbre política en la que viven muchos países de la zona. Brasil desempeña un papel fundamental en esta historia. “Su capacidad instalada de renovables supera con creces al resto del mercado latinoamericano”, arguye el experto. La capacidad de energía solar brasileña se ha duplicado en el último año y se convertirá en la segunda mayor fuente de generación del país, solo por detrás de las centrales hidroeléctricas. Este año ha superado los 20 GW, lo que supone el 9,6% de la capacidad instalada del país, según la Asociación Brasileña de Energía Solar Fotovoltaica (Absolar).
La energía eólica en Brasil, por su parte, alcanzó a mediados de este 2022 la marca de 22 GW de capacidad instalada, suficiente para abastecer a 28,8 millones de hogares. Chile también tiene una gran apuesta. Esta economía quiere llegar al 80% de generación eléctrica renovable para 2030 y quiere convertirse en el productor más eficiente en cuando a hidrógeno verde se refiere. Cada país, dice De Miguel, tiene sus propios objetivos. Por ejemplo, el sudeste asiático tiene como meta alcanzar una participación del 23% de renovables en el suministro total de energía primaria para 2025. “Ya estamos viendo un alejamiento del carbón”, afirma este experto.
A escala mundial, se prevé que la inversión en energía aumente más del 8% en 2022 para alcanzar un total de 2,4 billones de dólares, muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia, de acuerdo con la AIE. Mientras tanto, se espera que la dedicada a energías limpias supere los 1,4 billones de dólares. “Aunque los altos precios debido a la inflación podrían empujar a ciertos países a invertir en combustibles fósiles, no desacredita los esfuerzos en curso para la transición a energía limpia y renovable por parte de la mayoría mundial”, concluye el experto de Accenture.