Más y mejores profesionales en salud mental

El aumento de la demanda en terapia psicológica tras la crisis de la covid eleva el interés por los ciclos relacionados con estas disciplinas

Jokic.Milos (GETTY IMAGES)

Según datos del informe La situación de la salud mental en España, publicado en 2023 por la Confederación Salud Mental España y Fundación Mutua Madrileña, un 26,2% de la población acude a un especialista en salud mental y un 18,9% consume psicofármacos. Este porcentaje ha ido aumentando en los últimos años, sobre todo desde la pandemia, algo que se debe, explica Juan Antonio Luengo, experto en Psicología Educativa y decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COPM), a una mayor visi...

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Según datos del informe La situación de la salud mental en España, publicado en 2023 por la Confederación Salud Mental España y Fundación Mutua Madrileña, un 26,2% de la población acude a un especialista en salud mental y un 18,9% consume psicofármacos. Este porcentaje ha ido aumentando en los últimos años, sobre todo desde la pandemia, algo que se debe, explica Juan Antonio Luengo, experto en Psicología Educativa y decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COPM), a una mayor visibilización. “Que se incluya en el debate social y político los desajustes, desórdenes y trastornos psicológicos de la población, y el impacto que producen en la vida de las personas, ha puesto de manifiesto la necesidad de considerar los recursos con los que el sistema cuenta para atender las crecientes demandas”. Esto, recuerda Luengo, representa una ventana de oportunidad en el presente y futuro de las profesiones implicadas.

Este aumento de la demanda de profesionales de la salud mental ha ido de la mano en un mayor interés por los estudios relacionados. Carolina Palma, directora del grado de Psicología de Blanquerna (Universidad Ramon Llull), asegura que se ha multiplicado por 2,5 la demanda para esta formación; un aumento similar a otras universidades. “Desde la pandemia se reciben más del doble de solicitudes que en años anteriores a 2020. Es posible que la visibilización del malestar mental y la conexión con la necesidad de ayuda, junto con la ruptura de tabús sociales, haya puesto en un lugar visible a los psicólogos para la ciudadanía”, señala Palma.

La especialización también es un camino que exploran quienes llegan a la salud mental. Azul Forti Buratti, psiquiatra y coordinadora del Curso de Psiquiatría Perinatal del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, explica que aún es desconocida en España la rama de la psiquiatría que atiende los problemas de salud mental de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio —hasta el primer año de vida del bebé, habitualmente—, así como del bebé y la pareja de la madre. Sí lo es en otros países como Alemania, Finlandia, Francia, Irlanda, Malta, Reino Unido o Estados Unidos. “Recientemente hemos conseguido tener en España la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, así que otro objetivo de la Psiquiatría Perinatal podría ser el desarrollo de la especialidad de forma reglada, como en otros países de nuestro entorno”, sostiene. Quienes se forman en Psiquiatría Perinatal, asegura Forti, no solo adquieren herramientas para el desempeño de la profesión en esta etapa tan vulnerable, sino que pueden entender a los pacientes de una forma más global.

Sensibilidad y vocación

“Los estudiantes que eligen grados como Psicología o especialidades como Psiquiatría siempre tienen una sensibilidad especial al malestar emocional y una cierta vocación por trabajar en ello”, señala Carolina Palma, aunque recuerda que las primeras motivaciones en la elección de la carrera tienen que ver con comprender los propios procesos, el propio malestar vinculado a experiencias personales. “El incremento de solicitudes pospandemia fue de jóvenes que la sufrieron, y sufrieron sus consecuencias y secuelas. Bajo esta premisa, el perfil de ingreso tiene una sensibilidad muy especial en la interacción interpersonal y experiencias personales complicadas, pero también mucha vocación”, explica la experta.

Berta Ausín, profesora y subdirectora del departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), sitúa la lucha contra el estigma de los problemas de salud mental en los propios profesionales, ya que puede afectar a las intervenciones que desarrollan. En este sentido, Palma ve imprescindible la formación continua y la supervisión, pero también la terapia personal cuando se necesita. “La herramienta somos nosotros y debe estar a punto para establecer relaciones de ayuda”, dice.

Esto, para Juan Antonio Luengo, es importante porque la atención psicoterapéutica desarrollada por los profesionales representa un espacio esencial en el abordaje de los trastornos psicológicos y mentales. “Una de las consecuencias de lo vivido durante y tras la pandemia ha sido, con pocas dudas al respecto, la evolución en los procesos de normalización de la petición de ayuda a los especialistas en situaciones en las que la vida empieza a colapsar por alguno de sus flancos. Y esta es una buena noticia”. Insiste Luengo en que es un error psicopatologizar la vida cotidiana, “con sus frustraciones y caídas normativas”, pero cuando el sufrimiento, el dolor psicológico y la autopercepción de pérdida es significativa dentro de los estándares de bienestar psicológico razonables, aconseja pedir ayuda especializada. También para los propios profesionales.

Desafíos

La vocación en el ámbito de la salud mental debe hacer frente también a los desafíos actuales de la profesión. La profesora de la UCM Berta Ausín cree que es importante seguir insistiendo en la prevención: intervenir desde los sistemas educativos junto al profesorado en la detección y posterior derivación de población infantojuvenil a los servicios de salud mental. También señala como esencial avanzar en el desarrollo de las tecnologías para evaluar problemas de salud mental. Por último, Juan Antonio Luengo, del COPM, recuerda que es imprescindible incrementar los recursos personales en los servicios y dispositivos especializados en estas materias, aunque no olvida la necesidad de crecer en el desarrollo de políticas comunitarias de prevención y promoción de la salud y del bienestar emocional. Tareas todas ellas para los psicólogos y psiquiatras del futuro.

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