La nueva arquitectura que convierte el espacio escolar en instrumento didáctico

Nuevas tendencias en el diseño de los centros educativos buscan crear entornos dinámicos e interactivos que fomenten el aprendizaje activo y el bienestar del alumnado

Aula de tecnología del Colegio Caude de Majadahonda.David Frutos

En los últimos años, la arquitectura escolar ha experimentado una auténtica revolución conceptual para dar respuesta a las necesidades cambiantes de los alumnos y adaptarse a las nuevas metodologías educativas que han emergido en tiempos recientes. Trabajando codo con codo, arquitectos y pedagogos se han nutrido de campos como la psicología ambiental y la neurociencia para diseñar colegios innovadores que potencian el bienestar y contribuyen a reemplazar la dinámica de enseñanza tradicional por un enfoque de aprendizaje activo y participativo.

La idea es que los colegios se adecuen al mundo moderno, señala José Picó, fundador de Espacios Maestros, un estudio de arquitectura multidisciplinar especializado en el diseño de espacios educativos. Para ello, destaca la necesidad de abandonar la rigidez de las estructuras cerradas y de transformarlas en lugares flexibles y versátiles, capaces de ajustarse a diferentes circunstancias. “Es lo que ya ha sucedido con las oficinas de trabajo, que han evolucionado radicalmente. Ya no son esos largos pasillos con muchas puertas que daban acceso a despachos”, explica el arquitecto.

Otro pilar de la nueva arquitectura escolar es la participación de los alumnos, de los padres y profesores en la toma de decisiones sobre el entorno escolar. Esto permite que la distribución del espacio se alinee con la metodología educativa y permita fomentar nuevas formas de aprendizaje. Por eso, Picó afirma que antes de iniciar cada proyecto, en Espacio Maestros llevan a cabo talleres de design thinking para identificar necesidades y diseñar espacios que aborden problemas específicos de cada comunidad educativa.

La reconceptualización del espacio arquitectónico como un recurso pedagógico más también ha cobrado gran relevancia, comenta Santiago Atrio, director del grupo de investigación Escuela en Arquitectura Educativa de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “A lo largo de la historia hemos tenido distintos materiales educativos, como los ábacos, las reglas, los bloques lógicos y los materiales de laboratorio. Pero el propio espacio escolar, el edificio en sí, no se había utilizado nunca como un material educativo. Explorar cómo lograrlo es uno de los desafíos en los que estamos trabajando actualmente”, apunta.

Una de las propuestas es convertir los colegios en espacios interactivos, similares a un museo de experiencias. Para ello, se plantean iniciativas como la incorporación de áreas táctiles que permitan a los niños explorar distintas texturas; estanques escolares donde puedan comprender la flotabilidad de los barcos o espacios geométricos concebidos para que los alumnos experimenten de forma práctica el teorema de Pitágoras. “La intención es que el colegio no sea simplemente un edificio funcional, sino un entorno de aprendizaje donde los alumnos puedan interactuar con su entorno de forma práctica”, dice Atrio, quien profundiza en estas ideas en su libro Espacio Educativo: Material Didáctico y Catalizador del Cambio Educativo, publicado en 2022.

El profesor e investigador de la UAM cita como uno de los principales impulsores de la actual transformación de la arquitectura escolar a escala global al autor y futurista estadounidense David Thornburg, fundador del Center for Space Exploration, una entidad dedicada a promover el uso de la exploración espacial como una herramienta educativa. También menciona al arquitecto indio Prakash Nair y a la arquitecta danesa Rosan Bosch, quienes se han convertido en referentes internacionales gracias a sus diseños de colegios arquitectónicamente innovadores, pensados para estimular la creatividad y la exploración de los alumnos.

Estética y funcionalidad

La filosofía promovida por figuras como Thornburg, Nair y Bosch ha impulsado un movimiento global que busca mejorar la educación a través de la arquitectura. En España, la influencia de estas propuestas gana cada día más terreno. Un ejemplo es la transformación del Colegio La Salle Maravillas, en Madrid, cuyo edificio fue erigido por el arquitecto Alejandro de la Sota en los años cincuenta, después de que el original ardiese durante la Guerra Civil.

En 2019, Estudio b76 y Virai Arquitectos recibieron el encargo de convertirlo en un centro educativo moderno. Su metamorfosis incluyó la reformulación de las aulas teóricas tradicionales para convertirlas en espacios dinámicos “que permitieran rotar a los alumnos y generar una relación diferente entre el profesor y el estudiante”, detalla Carlos Hernández-Carrillo Lozano, CEO de Estudio b76. Además, se crearon aulas-taller amplias y diáfanas, así como entornos con diseños multisensoriales, provistos de diferentes texturas y luz natural. “La neuroeducación ha demostrado que el entorno influye en el aprendizaje y puede mejorar la concentración, fomentar la creatividad y generar emociones positivas”, resalta Marta Parra, una de las socias fundadoras de Virai Arquitectos, en referencia a las ideas que guiaron el proyecto.

Una clase del colegio La Salle Maravillas de Madrid.Estudio b76 Octavian Craciun

El estudio Espacio Maestros, fundado por José Picó, también ha participado en el diseño de varios centros educativos punteros en España. Entre ellos, el Colegio Internacional Torrequebrada, en Málaga, que fue el primero en implementar el concepto del colearning en el país, con espacios concebidos para fomentar el aprendizaje participativo y colaborativo. Otro ejemplo es el Colegio Homeschool Internacional, en Valencia, que prescinde de pasillos y está organizado en pequeñas plazas que conforman barrios educativos dispuestos alrededor de un ágora. “Nuestro objetivo es transformar los espacios que van a ayudar a transformar la educación que transformará a los niños que, a su vez, transformarán esta sociedad”, resume a modo de lema el arquitecto.

En la misma línea, aunque con matices diferentes, trabaja el estudio EmotionLab, especializado en diseñar espacios educativos que estimulan el aprendizaje a través del juego y la interacción, y que son concebidos, también, a través de un proceso participativo. “Es importante innovar, además, en la dimensión ambiental, cuidando aspectos como la iluminación, la acústica, la ventilación y la temperatura, ya que hay evidencia científica de que estos factores influyen en el aprendizaje”, sostiene su CEO, Elena Bolarín.

En la página web de EmotionLab, el visitante se topa con una cita de la ya mencionada Rosan Bosch, que dice: “Diseñar un mundo mejor empieza en la escuela”. Es una declaración de intenciones. En el apartado de proyectos, se pueden observar espacios donde se aplican algunos de los conceptos de la arquitecta danesa: desde aulas polivalentes, en ocasiones gamificadas, que priorizan la continuidad espacial y las paletas de colores vivos, hasta bibliotecas inspiradas en los coworking, con pufs, cojines, graderías y “paisajes de aprendizaje”.

Material fluorescente

Uno de los proyectos más llamativos lo entramos en el Colegio El Madrigal, en el municipio madrileño de Fuenlabrada, en cuyas aulas de educación infantil se incorporan espacios cerrados con cortinas, mesas de luz verticales y zonas con luz ultravioleta para que los niños trabajen con materiales fluorescentes.

A pesar de los avances y las posibilidades que ofrece hoy en día la arquitectura escolar, existen obstáculos que impiden que los nuevos conceptos de diseño se generalicen. Uno de ello es la resistencia al cambio; otro, la brecha que existe en el ritmo de transformación entre los colegios públicos y los privados y concertados. “El problema en los públicos no es de inversión, ya que ha habido fondos disponibles para transformar colegios, sino de visión y de facilidades. Es más fácil replicar lo existente que innovar”, lamenta Picó.

Para Fermín Blanco, arquitecto y fundador de la plataforma educativa Sistema Lupo, “el principal problema es que para realizar una transformación primero hay que actualizar los edificios e instalaciones, desde el aislamiento energético hasta la acústica y la ventilación, ya que muchas infraestructuras de la red pública tienen 40 o 50 años”. Aun así, las cosas empiezan a cambiar poco a poco. “Antes se veía más en la privada y la concertada, porque hay más competencia y recursos económicos, pero en la pública también se está avanzando. Hemos trabajado con varias escuelas en proyectos viables económicamente, demostrando que con buena organización se pueden hacer grandes transformaciones”, asegura Bolarín.

Una muestra de esto es precisamente la labor que realiza Sistema Lupo a través de proyectos que buscan transformar los espacios educativos públicos a través de la participación comunitaria en Galicia, País Vasco y Navarra. “Estamos trabajando mucho en patios escolares. Hay un movimiento por abrir los espacios, por comunicar el interior y el exterior”, subraya Blanco. Además, destaca el uso de materiales sostenibles. “La madera es fundamental, ya que es un material orgánico que cambia con el entorno. La biofilia también es un concepto clave en el diseño de espacios educativos. Cuando entras en un aula y ves plantas y elementos naturales, eso contribuye a un ambiente más saludable”, añade Blanco.

Cuando las pistas deportivas mutan en recintos inclusivos

Durante los años ochenta y noventa los colegios invirtieron en la construcción de pistas deportivas con el fin de fomentar la práctica del ejercicio físico. Sin embargo, esta oleada de instalaciones provocó que los patios escolares quedaran prácticamente ocupados por campos de fútbol o baloncesto, lo que a su vez generó una exclusión involuntaria de aquellos niños y niñas que no practicaban ambos deportes.
Como respuesta, la nueva arquitectura escolar busca transformar estos recintos en entornos más inclusivos y multifuncionales. La clave, explica Elena Bolarín, CEO de EmotionLab, no está en eliminar el deporte, sino en equilibrar el uso del espacio para que todos los niños, independientemente de sus intereses o habilidades, puedan disfrutar del recreo. Por ello, destaca que la tendencia es adaptar las pistas deportivas para dar cabida a otras actividades, como juegos creativos, espacios de socialización y zonas verdes. 
Santiago Atrio, director del grupo de investigación Escuela en Arquitectura Educativa de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), coincide en que las instalaciones deportivas han evolucionado. “Ya no se enfocan solo en deportes tradicionales como fútbol o baloncesto, sino en una educación física integral que abarca la motricidad humana, la salud y el bienestar. Las nuevas tendencias buscan espacios deportivos versátiles y adaptados a diversos usos pedagógicos”, señala Atrio. 
Fermín Blanco, fundador de la plataforma educativa Sistema Lupo, incide en que el deporte es fundamental, “pero la pista puede generar una percepción de riesgo si no se gestiona adecuadamente. Se debe considerar la diversidad de actividades que se pueden realizar en el patio”, ahonda.
En paralelo a la transformación de los patios, los gimnasios de los colegios también están siendo adaptados para ser más versátiles. “Muchos los están adaptando para que sirvan no solo para educación física, sino también para actividades extracurriculares, eventos musicales o incluso reuniones. Esto responde a la necesidad de aprovechar mejor los espacios grandes y sin equipamiento fijo, aumentando su funcionalidad”, subraya Bolarín.
La arquitecta también destaca que otra tendencia es utilizar paletas de colores vivos, materiales sostenibles y una buena iluminación y acústica para reconvertir los gimnasios en lugares donde no solo se estimula el ejercicio físico, sino que también se motive a los estudiantes y se promueva su bienestar.

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