Howie Nicholsby, el sastre fino y gamberro que quiere que los hombres lleven falda
El diseñador no cree que haga falta ser escocés para ponerse esa falda que se denomina kilt, ni que todas ellas se hagan con un tartán. Las que él confecciona, con diferentes materiales, son aptas para un alunizaje o una visita al urólogo
Para rebajar el orgullo rebelde y nacional de los escoceses, en el siglo XVIII se les prohibió vestir falda de tartán. Elemento destacado de su cultura que despierta simpatías y curiosidad en muchos lugares del mundo, con el paso del tiempo su uso volvió a generalizarse en bodas, graduaciones, partidos de fútbol de la selección nacional y otros eventos sociales. También hacen uso de ella algunos diseñadores de moda. Las que confecciona Howie Nicholsby (Edimburgo, 46 años) son poco convencionales y de un trabajo de sastrería impecable.
Este gamberro edimburgués e infiel del tartán calza unas botas altas azules con puntera reforzada y los cordones atados con desgana. Los calcetines de punto grueso, al no estar estirados del todo, dejan al descubierto un tatuaje en su pierna derecha. Justo un poco por encima de la cadera le cae una falda de tejido vaquero que sujeta un cinturón con una hebilla metálica igual que la de los aviones y rematada con un alfiler. A los lados de la misma le cuelgan dos bolsillos exteriores grandes cruzados de cuero negro, semicubiertos por una camisa sobre la que lleva una chaqueta con estampado de cuadros y de tres botones abierta. Dice que de los tres; fotógrafo, periodista y él, está claro quién es el que mejor viste. El mismo que lleva más de 20 años sin ponerse un pantalón vaquero.
Howie Nicholsby es el fuego que incendió el tradicional mundo de los fabricantes de kilts, las faldas escocesas hechas con tartán; una tela de lana con cuadros de diferentes colores que distingue a los clanes históricos. Antes de romper las normas establecidas, alguien le tuvo que enseñar a tejerlas. Alguien del que, tiempo después, se separaría para seguir su propio camino.
A Geoffrey Nicholsby, padre de Howie, le enseñó a tejer faldas su madre, quien lo hacía desde la Segunda Guerra Mundial. En 1969 se graduó en la Tailor & Cutting Academy de Londres y obtuvo el título de Master Tailor. Dos años después, junto a su esposa Lorna fundaron Geoffrey (Tailor) Highland Crafts Ltd., denominación empresarial bajo la que opera la tienda Geoffrey The Tailor’s Kiltmakers and Tartan Specialists, ubicada en la popular Royal Mile de Edimburgo y que se convirtió en una referencia mundial en cuanto a kilts clásicos y con un toque contemporáneo, hechos a mano y de calidad. También fue la escuela en la que Howie aprendió el oficio y lo que no haría en su propio negocio.
Con su padre y su madre estuvo 10 años. Mientras aprendía a coser faldas a mano, se decía a sí mismo que debían de ser prendas llevables de uso cotidiano, sin esa conexión histórica entre clan y tartán. Pronto aparecieron diferencias comerciales y estéticas entre sus progenitores y él. Howie lo describe diciendo que sus padres le instaban a vender Mercedes, cuando lo que él quería era ofrecer Teslas. Tampoco le convencía la ubicación de la tienda: la Royal Mile es una zona transitada por miles de turistas, los mismos que se compran por 50 libras (unos 60 euros) faldas hechas en China que, en el mejor de los casos, visten en despedidas de solteros. Finalmente, el joven Howie se aburrió, no de la falda, sino del tartán, y se puso a experimentar. Hasta romper las reglas del juego. Él habla de una “evolución radical” que se hizo real bajo la denominación 21 st Century Kilts, marca que creó con 18 años en 1996.
Antes de independizarse en 2009 y abrir su propia tienda en Thistle Street, entre sus 20 y 30 años viajó mucho a Estados Unidos y empezó a mirar Escocia a través de los ojos de aquel país. De ahí ese punto de entretenimiento que tienen sus diseños, aunque sin desligarse nunca, de manera inconsciente, de los diseños tradicionales de sus padres. En vez de ese tejido cuadricular del tartán, a él le gusta tejer sus faldas con lana, tipo tweed, tejido vaquero y cuero negro, así como hacer uso del camuflaje y la raya diplomática. En sus diseños prima la comodidad frente a la moda. Por eso, adornos y forros al margen, sus faldas no parten de la cintura, sino de un punto por encima de la cadera, para darle un aire más informal, y los bolsillos externos y desmontables que cuelgan sustituyen al clásico monedero que iba alrededor de la cintura de la falda.
Como si de un Tesla se tratara, sus faldas hay que encargarlas y a su tienda hay que ir con cita previa. Hacerlo asegura a los clientes que el propio Howie les atienda y asesore a la hora de escoger la falda que mejor se adapta a su cadera, y una cerveza o un whisky. Si el motivo de la cita es para escoger la falda que va a vestir el novio el día de su boda, entonces es champán lo que ofrece. Trabaja bajo demanda y crea y teje faldas a medida. Se toma su tiempo para tener listas las prendas; entre seis y ocho semanas en el caso de las faldas. Quien encarga un traje de falda le toca esperar entre ocho y doce semanas. Su negocio es un taller, no una fábrica.
Los encargos terminados y a la espera de que vengan sus propietarios a recogerlos están colgados en unos rieles de corte industrial. Antes de descolgarlos, los clientes han pagado de media 900 libras por falda (unos 1.065 euros) y unas 300 libras (unos 355 euros) por los bolsillos desmontables. Personas que no es improbable que en su fondo de armario haya más de una falda de Howie Nicholsby. Él tiene más de 10.
Se encargue lo que se encargue, Howie siempre regala un alfiler decorativo: su logo. Una marca que han vestido Vin Diesel, Lenny Kravitz, modelos fotografiados por Mario Testino y otras celebridades que muestra en su página web.
Un negocio que le fue bien hasta que llegó la pandemia en 2020 y tuvo que hacer cambios para seguir con la tradición familiar de tejer faldas escocesas a mano. Cerró su tienda en Thistle Street y se volvió a la de su padre, jubilado, en 59 High Street, Royal Mile, calle de la que en el pasado renegó. El taller donde teje ahora se encuentra en el histórico castillo de Duntarvie, en el que en el pasado se encontraban las sastrerías reales y que a finales del siglo XX adquirió su padre. Aquí se confeccionan los vestidos tradicionales de las Highlands y proveen a las mejores tiendas de venta de productos fabricados en Escocia.
Desde enero de 2023, las riendas del negocio las llevan el propio Howie Nicholsby y John Webster, amigo y colega de profesión. Juntos han podido superar la crisis derivada de la pandemia y seguir con el legado y la confección de faldas escocesas a mano y de calidad. Kilts con el sello del gamberro que se aburrió del tartán y confecciona faldas para todo el mundo. Sea o no miembro de un clan.