Fibra de coco, humus de lombriz, perlita ¿qué necesita un buen sustrato para tus plantas?

La oferta para lograr la combinación perfecta en la tierra de una maceta es amplia, así que repasamos para qué sirve cada compuesto en busca de la mejor fórmula

El sustrato —lo que coloquialmente conocemos como tierra en la maceta— es fundamental para el correcto desarrollo de una planta.Catherine Delahaye (Getty Images)

Cualquiera que esté en el camino de dejar de ser un mataplantas y haya investigado en ese vasto universo que es internet en busca del mejor sustrato para ellas se habrá encontrado con conceptos como fibra de coco, humus de lombriz, vermiculita o musgo sphagnum. Y con esos nombres, quién puede resistirse. Pero antes de correr a comprarlos todos y añadirlos a lo loco en un intento de que cualquier planta crezca como si de una secuoya se tratase, vamos a ver qué son, para qué se utilizan y si todos estos elementos son necesarios.

En primer lugar, es cierto que el sustrato —lo que coloquialmente conocemos como tierra en la maceta— es fundamental para el correcto desarrollo de una planta. Pero lo ideal para dar con la mezcla perfecta es conocer su hábitat natural, no es lo mismo un cactus de Nuevo México que una calathea de la selva brasileña. “No podemos recrear el suelo de origen porque es imposible, pero sí que podemos crear unas condiciones idóneas para que nuestras plantas puedan enraizar y crecer a gusto”, señala Pedro Chueca, fundador de Planta y Trasplanta. Esas condiciones serán las que permitan aportar, en la cantidad que la planta necesite, los tres elementos fundamentales: agua, aire y nutrientes.

Para lograrlo hay actualmente una oferta que puede resultar apabullante para los neófitos. “Las principales diferencias que encontramos entre los distintos materiales son las capacidades que tiene cada uno de retener moléculas de aire o agua”, sintetiza Chueca. Así pues, como señala el colaborador de EL PAÍS Eduardo Barba, jardinero, paisajista, profesor de jardinería e investigador botánico en obras de arte, podemos encontrar materiales orgánicos que proporcionan la retención de agua y la reserva de nutrientes y materiales minerales que aportan principalmente drenaje y aireación. Y en la combinación de ambos está la fórmula ganadora.

Materiales para la base del sustrato

Entre los materiales con los que se suele componer la base del sustrato se encuentra la fibra de coco, presente en la mayoría de los sustratos universales que se comercializan ya hechos. Como explican desde Creasustratos, su punto fuerte es su capacidad para retener la humedad, favoreciendo, a su vez, la aireación y el drenaje. Su punto débil, por otra parte, es su falta de nutrientes. Otro ejemplo son las turbas, la rubia se caracteriza por su color más claro y es más porosa y aireada, además de tener una cantidad mayor de materia orgánica, mientras que la negra es menos ácida y también cuenta con una alta capacidad de retención de agua.

En comparación, explican desde Creasustratos, las turbas contienen más materia orgánica y retienen más agua, pero eso también provoca que tienda a compactarse, disminuyendo así la oxigenación de las raíces, mientras que la fibra de coco, aunque retiene menos agua, mantiene mejor la porosidad. Y también hay que mencionar que la obtención de la turba tiene un alto coste medioambiental, ya que se obtienen de turberas, ecosistemas con alto valor ecológico.

A esa base del sustrato es a la que se añaden diferentes componentes, como por ejemplo el humus de lombriz, un evocador nombre para el producto obtenido de la descomposición de la materia orgánica por parte de las lombrices. “Es un mejorante del suelo, ayuda a mejorar la estructura del suelo”, explica Mari Carmen Rodríguez, de Viveros Gondra. Eso sí, añadirlo no implica que no se deba abonar cuando corresponda.

Materiales que aportan mejor drenaje

Una vez se tiene la base del sustrato, se le pueden añadir materiales que aporten un mejor o menor drenaje. La más utilizada probablemente es la perlita, que procede de rocas volcánicas silíceas trituradas y se emplea principalmente mezclada con el sustrato por su elevada porosidad que, además de retener agua, también facilita la aireación y el drenaje. Otro elemento a tener en cuenta es la vermiculita, algo más cara que la anterior. “La vermiculita se suele utilizar más en semilleros, en la parte superior, porque es mejor aislante térmico”, detalla Rodríguez.

Lo ideal para dar con la mezcla perfecta de sustrato es conocer el hábitat natural de la planta, no es lo mismo un cactus de Nuevo México que una calathea de la selva brasileña.Westend61 (Getty Images)

Las arenas, de río o de sílice, sirven también para aflojar los suelos, reduciendo la compactación y suele tener entre 0,5 y 2 milímetros de diámetro. Por su parte, la arlita o arcilla expandida suele ser de mayor tamaño, por lo que es más habitual que se emplee como un fondo en la maceta para mejorar la evacuación del agua y cuando se cultivan plantas en hidroponia —esto es, en agua, prescindiendo de la tierra—.

Y a medio camino están los materiales que se emplean a veces en el sustrato, pero principalmente como acolchamiento. Un ejemplo es la corteza de pino, muy habitual en el sustrato específico de las orquídeas. “Se puede utilizar para airear, aunque mayoritariamente se emplea como acolchado, como mulching, para proteger del frío o del calor”, apunta Rodríguez. De esta forma, se pone sobre la tierra y previene la pérdida de humedad provocada por el sol o, en invierno, que la planta sufra con las heladas. Otro componente que a veces se emplea para acolchar y así aportar un extra de humedad a las plantas es el musgo sphagnum, que puede retener más de 20 veces su peso seco en agua. Aunque Rodríguez apunta dos utilidades más para este material: para hacer esquejes y dentro de tutores para plantas trepadoras o con raíces aéreas como el filodendro.

Así pues, volvemos al principio. Conociendo ya los materiales y sus propiedades, es imprescindible saber cuáles son las condiciones que necesita cada planta —y las condiciones que hay en el hogar en el que habitan— para poder recrear el sustrato más adecuado. “Por ejemplo, si quisiéramos un sustrato drenante añadiríamos a nuestro sustrato universal (compuesto por turbas rubias y negras) arena de sílice y algo de perlita. Si queremos un sustrato que nos mantenga mucho más la humedad añadiríamos fibra de coco y vermiculita”, resume Chueca. Aunque eso sí, para ir adentrándose poco a poco en el mundo de los sustratos sin volverse demasiado loco, Chueca también apunta: “Si tuviéramos que decantarnos por solo alguno, sin duda serían la perlita, la fibra de coco y la corteza de pino”.

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