Día mundial de sacar la lengua, del gato o de la hamburguesa: ¿por qué existe una fecha oficial para todo?

Junio es el mes donde se concentran más días conmemorativos. A los aprobados por la ONU se suman los promovidos por empresas como una estrategia de negocio más, una serie de iniciativas que pueden diluir el objetivo original: concienciar sobre ciertos temas y visibilizar problemáticas

Un grupo de fans celebran el Star Wars Day, un día no oficial pero abrazado por su comunidad, en Ciudad de México el 4 de mayo en 2024.Daniel Cardenas (Anadolu/ Getty Images)

Solo a lo largo de junio se concentran un total de 30 días mundiales e internacionales, siendo este mes el que mayor número de celebraciones de este tipo aglutina. Desde el Día Mundial de la Bicicleta (3 junio) al Día Internacional del Yoga (21 de junio) o el de Apoyo de las Víctimas de Tortura (26 de junio). La cifra es todavía mucho mayor si atendemos a las fechas señaladas que no forman parte del calendario oficial de Naciones Unidas. Pero, ¿basándose en qué se determina un día mundial? ¿Quién decide las causas a las que dar voz? ¿Cómo se promueve su aprobación?

En los últimos años, estas efemérides y conmemoraciones han sido arrastradas por la deriva comercial de las compañías privadas que han fagocitado esta clase de iniciativas como parte de una estrategia de negocio más. Por ello, hay que diferenciar entre los días mundiales e internacionales dictados por la ONU, aquellos que podríamos definir como “oficiales”, y los impulsados por empresas y marcas.

Desde la ONU explican: “Los días internacionales se determinan por los Estados miembros de Naciones Unidas”. En concreto, después de ser propuestos por uno o varios Estados miembros, la Asamblea General (formada por los 193 países que integran la organización) llega a un consenso para adoptar (o no) la resolución que establezca el día en cuestión. “Algunos días se promueven por agencias especializadas y no están reconocidos por el conjunto de los Estados miembros”, matizan desde la institución. Por ejemplo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo) se promulgó primero por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y después fue adoptado por la Asamblea General.

La elección de una causa concreta se toma en función de su peso en la sociedad, y es que antes de ser aprobados por los Estados miembros la temática del día mundial ha tenido normalmente un recorrido previo entre la ciudadanía y se ha convertido en objeto de debate político. En este sentido, llama la atención la creciente presencia de días mundiales relacionados con la naturaleza. Solo en junio se celebra el Día mundial del Medio Ambiente (día 5), el de los Océanos (8 de junio) o el de la Lucha contra la desertificación (17 de junio). Si tenemos en cuenta que la protección del medio ambiente es uno de los grandes temas de conversación del momento —el 93,5% de la población española considera que el cambio climático es una problemática real—, se evidencia ese paralelismo.

Un grupo de personas en Nueva Delhi (India) celebran el Día internacional del yoga, el 21 de junio. The India Today Group (Getty Images)

Con el objetivo de subrayar la importancia de establecer un día mundial determinado, en sus resoluciones la ONU siempre aporta una explicación que justifique la elección de esa fecha y no otra. Así, en el Día de la Gente de mar, el 25 de junio, apuntan que su “propósito declarado es reconocer la aportación única que realiza la gente de mar de todo el mundo al comercio marítimo internacional, la economía mundial y la sociedad civil en su conjunto”. Mientras que el Día de la Gastronomía sostenible (18 de junio) responde a la voluntad de reconocer “la gastronomía como una expresión cultural de la diversidad natural y cultural del mundo”. Cuantificar el impacto de los días mundiales en la población es complejo, sobre todo ante el aluvión de fechas a recordar, en crecimiento año tras año.

En opinión del sociólogo, escritor y divulgador Álvaro Soler, creador de Sociología Inquieta, “los días mundiales e internacionales cumplen una utilidad en ocasiones velada. Es decir, tienen una funcionalidad dentro del aparato ideológico del Estado y del capitalismo global. Estos días, aunque aparentemente buscan visibilizar y movilizar a la población en torno a temas de justicia social importantes, acaban siendo cooptados por intereses capitalistas, funcionando más como mecanismos de control social, mercantilización y despolitización de estas mismas reivindicaciones que como verdaderas fuerzas de cambio”.

No hay calendario para tantos días

El objetivo original de este tipo de iniciativas —fomentar la movilización con relación a determinadas causas, visibilizar a minorías, concienciar sobre ciertos temas o subrayar el reconocimiento de algunos logros— queda diluido ante la saturación de fechas conmemorativas. A las del calendario oficial se suman las iniciativas lanzadas por entidades privadas, una estrategia que, en la mayoría de casos, tiene una razón de ser maketiniana. Algunos de estos días están ya muy arraigados en la sociedad. “Hay conocidas marcas que han creado y capitalizado importantes fechas internacionales, como el Día del Orgullo Friki, creado por la compañía GAME. El Día de la Hamburguesa (Burger King), el Día del Emoji (Apple) o El día Olímpico, creado por el Comité Olímpico Internacional para promover que la gente se mueva más”, apunta Carla Alexander, codirectora general en la agencia creativa Burns The Agency.

Junto a esos días creados para incentivar el consumo, las compañías también se han lanzado a explotar determinadas fechas ya existentes, como el Día Internacional de la Mujer o el del Orgullo LGTBI (este último, no reconocido en el calendario de la ONU). “La utilización de los key days [días clave] por parte de una marca puede ofrecer muchas ventajas, desde el punto de vista de la visibilidad y el engagement [interacción], e incluso de ventas”, sostiene por su parte Raquel Serón, de Burns The Agency. Y añade que la saturación de esta clase de iniciativas puede resultar contraproducente para las empresas, ya que “la gran participación de marcas en muchos de ellos provoca saturación de los usuarios e, incluso, consigue que nuestra marca pase desapercibida y disminuya su efectividad y relevancia. En otras ocasiones, hay marcas que se unen a causas que no tienen nada que ver con sus valores o que no construyen en la relación a largo plazo”.

El Orgullo LGTBI+ es otro de los ejemplos de una lucha que se despolitizada por las fuerzas del capitalismo. En la imagen, un McDonalds en Madrid durante el Orgullo.Cristina Arias (Getty Images)

Eva Rami, autora y editora del libro infantil Días Mundiales Ilustrados, sí reivindica la importancia de este tipo de fechas que “educan o visibilizan realidades que muchas veces son diferentes a la nuestra”. Pero también está de acuerdo en que la concepción comercial de muchos de estos días ha minimizado su significado real. “Por ejemplo, cuando realizo actividades en colegios para el Día del Libro, les explico, tanto a pequeños como a docentes, que en realidad se llama Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor. Y que con él no solamente se pretende fomentar la lectura, sino también reconocer y proteger los derechos de autoría de los creadores de los libros (escritores, ilustradores, traductores, fotógrafos...), algo que el rumbo tan comercial que ido tomando esta celebración ha podido dejar en un segundo plano”.

La proliferación de días mundiales roza en muchas ocasiones el delirio con celebraciones como el Día Mundial de llevar a tu perro al trabajo (21 de junio), el del Sándwich mixto (12 de abril) o el de sacar la lengua (19 de julio), lo que ha impregnado esta clase de efemérides de una pátina de banalidad. Ante la sensación de que cada día es un día mundial, se puede perder el foco de las causas que realmente necesitan atención y visibilidad.

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