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La educación que une a Madrid: un modelo público que protege a las familias

Madrid es hoy una comunidad más rica, pero su educación pública no ha mejorado al mismo ritmo. La inversión educativa es menor que hace una década

Hay una pregunta sencilla que cualquier familia madrileña se hace, vote a quien vote: “¿Está la educación de mis hijos mejor hoy que hace 10 o 15 años?"

No es una pregunta ideológica. Es una pregunta práctica. Y la respuesta honesta es incómoda: Madrid es hoy una Comunidad más rica, pero su educación pública no ha mejorado al mismo ritmo. Al contrario. En términos reales, la inversión educativa es menor que hace una década, mientras hay más alumnado, más diversidad y más exigencias. Eso no es una opinión: son datos.

Durante años hemos discutido sobre presupuestos, porcentajes y partidas. Hemos criticado —con razón— muchas decisiones del Gobierno regional. Pero quizá ha llegado el momento de hacer algo distinto: explicar con claridad qué queremos hacer y por qué eso beneficia a la inmensa mayoría de la gente. Desde el Partido Socialista defendemos un modelo educativo distinto: reforzar la enseñanza pública para que funcione mejor para todos.

Porque la educación en Madrid tiene solución. Y no pasa por grandes ocurrencias ni por gastar sin medida. Pasa por algo mucho más sensato: reordenar prioridades y fortalecer aquello que funciona para todos.

Un buen centro público cerca de casa

La primera idea es muy simple: que cualquier familia tenga un buen centro educativo público a 15 minutos de casa. No un centro “de emergencia”, no un centro “provisional”, no un centro en barracones o en obras eternas. Un centro cuidado, moderno, bien equipado, donde se pueda aprender con tranquilidad.

Esto no va de ideología. Va de vida cotidiana. De no cruzar media ciudad. De no depender de la renta para elegir colegio. De que la calidad no dependa del código postal.

Invertir en infraestructuras educativas ―reformas, nuevas construcciones, eficiencia energética― no es un lujo: es una política de igualdad que protege a todos, incluida la clase media, la que hoy paga de su bolsillo servicios que deberían estar garantizados con los impuestos que ya aporta.

Profesores con tiempo para enseñar… y para atender

La segunda idea es igual de concreta: profesores con tiempo para atender bien a cada alumno. No hay milagros educativos sin docentes. Y no hay buena enseñanza con ratios imposibles y jornadas lectivas excesivas.

Reducir horas lectivas, estabilizar plantillas y mejorar salarios no es un privilegio corporativo. Es la condición básica para que un profesor o una profesora puedan detectar dificultades, apoyar a quien se queda atrás y exigir más a quien puede dar más. Eso mejora la educación de todo el alumnado, no solo en los que tienen más dificultades.

Conviene decirlo con claridad: ayudar más a quien lo necesita no perjudica a tu hijo. Al contrario. Un aula con apoyos, con recursos y con tiempo es un aula que funciona mejor para todos. La educación no es un juego de suma cero.

Centros que sean el corazón del barrio

Queremos que los centros educativos sean algo más que edificios que abren de 9.00 a 16.00. Queremos centros abiertos por las tardes, los fines de semana y en verano. Centros con actividades culturales, deportivas y educativas sin coste para las familias. Centros que ayuden a conciliar, que den vida al barrio, que sean espacios compartidos.

Cuando hablamos de centros abiertos por las tardes, los fines de semana o en verano, no hablamos de ampliar la jornada lectiva ni de cargar más trabajo sobre el profesorado. No son horas obligatorias ni forman parte del horario docente. Se trata de actividades educativas, culturales y deportivas, con personal específico y financiación pública, gratuitas para las familias y pensadas para apoyar la formación, la conciliación y hacer comunidad.

Esto no es una utopía. Funciona en muchas ciudades europeas. Y es una de las políticas que más claramente une a familias de distintos orígenes, rentas y sensibilidades.

Igualdad real, sin eslóganes

Madrid es una región diversa. Hay familias que lo tienen fácil y familias que lo tienen muy difícil. Ignorar esa realidad no crea igualdad: crea desigualdad silenciosa.

Una educación que refuerza a quien más lo necesita —con apoyos, orientación, becas comedor y recursos— no resta oportunidades a nadie. Al contrario: construye un suelo común de calidad que beneficia al conjunto de la sociedad.

La mayoría de los madrileños compartimos algo esencial: queremos que nuestros hijos tengan un futuro mejor que el nuestro. Y eso solo es posible si avanzamos juntos, no si cada cual se salva como puede.

Un nuevo consenso educativo para Madrid

Durante demasiado tiempo, la política educativa ha sido un campo de confrontación permanente. Mucho ruido, demasiada caricatura y pocas soluciones duraderas. Madrid necesita otra cosa: un nuevo consenso educativo, basado en lo que une y no en lo que divide.

Ese consenso existe. Está en la experiencia cotidiana de miles de familias. En la idea, profundamente compartida, de que una educación pública fuerte no es “para unos”, sino para todos. También para quienes hoy sienten que tienen que pagar dos veces para garantizar a sus hijos lo que debería estar asegurado desde el principio.

No se trata de quitar nada a nadie. Se trata de mejorar lo que sostiene al conjunto. De reforzar aquello que solo lo público puede garantizar: igualdad de oportunidades, calidad educativa y futuro compartido.

Madrid puede hacerlo mejor. Tiene recursos, tiene profesionales y tiene familias comprometidas.

Lo que necesita es una política educativa que deje de pensar solo en minorías y vuelva a pensar en la mayoría. Este es el compromiso del Partido Socialista con Madrid: una educación pública que proteja a las familias y ofrezca futuro.

Porque el verdadero progreso no consiste en llegar antes ni en llegar solo. Consiste en llegar juntos y a tiempo.

Esteban Álvarez León es portavoz de Educación del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid


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