¿Qué llevaban puesto?

Dos exposiciones ponen el foco en las historias, condiciones y dificultades que migrantes de todo el mundo sufren hasta llegar a Europa, si llegan

Una de las salas de 'Huir con lo puesto', en el Museo del Traje (Madrid).Borja Sanchez-Trillo ((EPA) EFE)

Una griposa mañana, esas que son habituales en estas fechas, entre sueño, toses y mocos, oyes aún desde la cama: “50 muertos en Canarias”. De repente, todos los conductos se despejan y pones los cinco sentidos para saber qué ha pasado. Enseguida, la duda se aclara: “Un cayuco”. ¡Ah! Vuelta a la normalidad. Duro y real.

Una se levanta con la radio de fondo, esas voces se mezclan con las de los pensamientos. “¿Qué me pongo?”, me pregunto mi...

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Una griposa mañana, esas que son habituales en estas fechas, entre sueño, toses y mocos, oyes aún desde la cama: “50 muertos en Canarias”. De repente, todos los conductos se despejan y pones los cinco sentidos para saber qué ha pasado. Enseguida, la duda se aclara: “Un cayuco”. ¡Ah! Vuelta a la normalidad. Duro y real.

Una se levanta con la radio de fondo, esas voces se mezclan con las de los pensamientos. “¿Qué me pongo?”, me pregunto mientras abro y miro el armario. La solución a esta incógnita llegará tras tener en cuenta los factores de la ecuación: temperatura exterior, las horas de salida y llegada a casa, qué voy a hacer, dónde voy a estar, con quién... Quien más y quien menos piensa cómo presentarse al mundo, y no lo hace igual si va a pasar el día en la playa, si tiene una reunión con la tutora de su hijo o si tiene una cita. La ropa que llevamos habla de nosotros, forma parte de nuestra identidad.

¿Cómo iban vestidas ese medio centenar de personas que murieron esa mañana? Puede parecer una pregunta inadecuada, pero al contrario: de esa idea surge la exposición Huir con lo puesto, en el Museo del Traje hasta el 2 de febrero, del planteamiento y la seguridad de que la indumentaria cuenta circunstancias, historias, realidades. El museo y Acnur (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) intentan explicar los procesos y caminos de refugiados y migrantes a través de la ropa que llevan y los pocos objetos que les acompañan cuando se ven obligados a huir de sus casas, de sus países. Cuando se despiden de una vida que ya no volverá a ser la misma y de la que solo les quedará lo que cabe en una maleta, en el mejor de los casos.

Exposición de Javier Bauluz 'La ruta canaria', en el paseo de Coches del Retiro (Madrid).Tomás Zarza

Un vestido verde, una camiseta del Ajax, una chancla de plástico y una túnica negra son algunas de las prendas que forman parte de la muestra, todas tienen en común un lejano lugar de procedencia, Colombia, Malí, Honduras y Afganistán, respectivamente. Confluyen en Madrid, ya que es parte de la ropa que sus dueños eligieron para que les acompañara en su viaje: el vestido que Ofelia se puso para salir del avión; el amor por el fútbol de Abba; Carolina y lo que cabe en una maleta de cabina; y la túnica que se puso Hasib para pasar desapercibido en Kabul. Ahora, todos viven como refugiados en España, donde, a finales de 2023 ―fecha de los últimos datos oficiales―, había 394.246 refugiados y personas apátridas (43,4 millones en el mundo). En Madrid, 85.843.

Micheline Amboma es una de ellos, tiene 44 años y lleva 16 en España; 17 tiene su hija. Ella salió de la República Democrática del Congo embarazada, un grupo de rebeldes había asesinado a su marido y ella estuvo secuestrada dos semanas. Atravesó Camerún, Malí, Senegal, Nigeria y Mauritania. Con la bebé se embarcó en una patera que perdió el motor y quedó a la deriva.

Que ahora pueda contarlo y colaborar con Huir con lo puesto solo dependió de un golpe de suerte o, más bien, de un golpe de mar. Golpes que no nos sacuden con suficiente fuerza si nos atenemos a nuestra indiferencia ante este problema. El año pasado llegaron a Canarias 46.843 migrantes por vía marítima, contabilizar a los que se quedaron por el camino es imposible. En el paseo de Coches del parque del Retiro ha estado expuesta hasta el pasado domingo La ruta canaria, una serie de imágenes tomadas en 2020 por el fotoperiodista y premio Pulitzer Javier Bauluz, donde documentó las llegadas a Gran Canaria y la acogida de los migrantes en esta, su tierra prometida, una Europa que no les promete nada.

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