Caos a la salida del Mad Cool: coches que no llegan y precios desorbitados para llegar a casa

Largas colas para coger un taxi o VTC y transporte público hasta los topes a pesar del plan de movilidad diseñado para el evento

Personas esperando la cola de los VTC a la salida del festival Mad Cool, el 7 de julio de 2023.INMA FLORES

Un conductor de VTC llama a gritos a un tal Peter cada pocos metros. Hay decenas de coches de Uber, Bolt o Cabify aparcados en el punto de recogida de VTC para el festival Mad Cool poco después de la medianoche del jueves al viernes. Está a unos 15 minutos andando desde la zona de salida del recinto, en un solar entre Villaverde y Getafe. Allí esperan los conductores a sus pasajeros. Los primeros en salir del festival han pedido un coche antes de llegar y ahora toca esperarles. Muchos se desesperan y cancelan varios viajes antes de conseguir salir del polígono Marconi. Una hora y media después...

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Un conductor de VTC llama a gritos a un tal Peter cada pocos metros. Hay decenas de coches de Uber, Bolt o Cabify aparcados en el punto de recogida de VTC para el festival Mad Cool poco después de la medianoche del jueves al viernes. Está a unos 15 minutos andando desde la zona de salida del recinto, en un solar entre Villaverde y Getafe. Allí esperan los conductores a sus pasajeros. Los primeros en salir del festival han pedido un coche antes de llegar y ahora toca esperarles. Muchos se desesperan y cancelan varios viajes antes de conseguir salir del polígono Marconi. Una hora y media después, cuando empiezan a llegar en tromba los asistentes al festival, la situación se da la vuelta. Buscar a tu conductor es como encontrar a Wally. Los que consiguen encontrarlo tienen suerte, ya que muchos llevan 40 minutos esperando a que llegue el suyo: los cortes de tráfico dejan solo la avenida de Andalucía y la Gran Vía de Villaverde para entrar a la zona y muchos conductores tienen que dar la vuelta y nunca llegan.

Es el caso de Jaime Sánchez e Inés Gutiérrez, que quieren ir a Leganés, pero su Uber lleva media hora de retraso. Además, les cobra el doble que a la ida. Durante esa noche, debido a la demanda, el precio de coger un VTC para llegar a casa hasta se cuatriplica respecto al precio de la ida: de 15 a 60 euros por un trayecto de 18 kilómetros. Algunos desisten y vuelven a cruzar el polígono para unirse a la horda de festivaleros que van hacia el metro. Es una manifestación sin pancartas, pero todos hablan de lo mismo: de lo cansados que están.

Unos pocos se desvían en una rotonda para coger las 18 lanzaderas que ha procurado la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que les llevarán hasta Atocha entre las 1.30 y las 3.30. El resto sigue y 20 minutos después se meten en los trenes de un metro hasta los topes. Metro de Madrid ha ampliado el servicio de la línea 3 desde Villaverde Alto hasta Sol con un horario hasta las 4.00. Hace dos paradas antes de Sol: Legazpi y Embajadores. Ya en la primera, donde no se baja ni una cuarta parte del convoy, vuelve a haber problemas para coger un VTC, y apenas hay taxis.

Aun así, hacer paradas es una mejora frente al año pasado, cuando también se instaló un servicio de lanzaderas y metro que iba desde el recinto de Ifema, la antigua localización, hasta Nuevos Ministerios, pero no hacía paradas entre medias, lo que provocó quejas entre los asistentes. Pero la capacidad del metro y de los autobuses no ha sido suficiente para las 70.000 personas que se esperaba que acudiesen este jueves al festival. Según los aforos de los trenes y lanzaderas, no podían dar servicio, siendo generosos porque iban hasta los topes, a más de 40.000 personas. El resto ha quedado para el transporte privado, taxis y VTC.

Los dispositivos de movilidad están a plena potencia: todas las licencias de taxi tienen permiso para circular, al igual que los VTC, el Ayuntamiento ha desplegado 18 lanzaderas, ha reforzado los servicios de EMT que pasan por la zona y el metro ha ampliado su horario hasta las 4.00 con una frecuencia de trenes de cinco minutos. Nada de esto ha sido suficiente para transportar a sus casas a las 70.000 personas que han acudido al festival Mad Cool en 2023.

En la tarde del jueves, Gema, Ainara y Lali esperaban las primeras en la cola para acceder al festival. Se han plantado allí a las 6.30, de la madrugada. El resto de impacientes “ha empezado a llegar a partir de las 14.00 o las 15.00″, informan. Una hora más prudencial, ya que el recinto ha abierto sus puertas a las 17.00. Ellas lideraban una cola de dos kilómetros que pasaba por un lateral del polígono industrial Marconi y se metía entre las urbanizaciones del distrito de Villaverde. El festival, que estrena el nuevo recinto de eventos de 185.000 metros cuadrados bajo el nombre de Iberdrola Music, atrae a unas 70.000 personas por día. Los hoteles de la zona empezaron a notar el efecto hace un año, cuando se anunció que se trasladaba del recinto de Ifema hasta el distrito madrileño de Villaverde. En el hotel Vértice, a escasos metros del recinto, por ejemplo, están hasta arriba. Este solar será la sede de otros tantos eventos; como el concierto de Harry Styles el próximo 14 de julio, o el Coca Cola Music Expierence en septiembre.

Los asistentes han podido llegar al recinto durante la tarde más o menos en buenas condiciones: María y Natalia Martín son hermanas y las han acercado en coche privado, pero las han tenido que dejar en una de las tres salidas de la M-45 que la policía municipal ha cortado para crear accesos peatonales al festival. Esto ha creado retenciones de más de tres kilómetros por los coches que se paraban a dejar a los festivaleros. El cierre de las salidas ha provocado también que los vehículos se tuvieran que desviar bastantes kilómetros para llegar a sus casas. De hecho, algunos de los residentes de la Colonia Marconi tenían bloqueados los accesos a sus viviendas y han sido multados por cruzar el perímetro marcado por los agentes, según denuncian desde la plataforma Stop MadCool Villaverde. Según la policía municipal, estos perímetros y calles cortadas iban cambiando según las necesidades de circulación.

El plan de movilidad del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no incluía refuerzos para la entrada al festival. Los asistentes han llegado escalonadamente. En el metro, autobuses y Cercanías no ha habido dificultades para llegar. Naia Ostaikoetxea y Leire Bilbao han acudido en metro y afirman que “se notaba que íbamos todos al festival e iba lleno, pero no ha sido un problema”. La línea C3 de Cercanías, que llega a Villaverde Alto, no estaba saturada, según Adrián y Raquel, que han cogido el tren para acudir desde Atocha al festival.

Además de la movilidad, la otra queja principal de los vecinos de Villaverde y del norte de Getafe es el ruido que puedan ocasionar tanto el Mad Cool como los festivales que se hagan después. Teresa Jiménez, que no quiere dar su nombre real porque trabaja en un centro público, es una de las vecinas del norte de Getafe. Vive a 300 metros del recinto del Mad Cool. Sobre las 22.00 ha llegado a su casa y se ha encontrado las paredes retumbando: “Por la tarde no se escuchaba tanto, creemos que porque el tráfico estaba amortiguando el sonido, pero ahora mi perro está asustado”.

Es una de las personas que ha estado en las escasas reuniones que ha tenido la organización del Mad Cool con los vecinos del norte de Getafe y del distrito de Villaverde. “En noviembre nos reunimos con ellos y nos dijeron que no iba a ser necesario poner vallas acústicas porque los escenarios más grandes dan hacia el norte. Nos dijeron que iban a hundir el terreno para paliar el sonido y han hecho lo contrario, han puesto el suelo al nivel de la calle”. El Ayuntamiento de Getafe está haciendo mediciones durante los días que dure el festival del sonido y las vibraciones. Jiménez afirma que “no se fían del mapa de sonido que ha presentado el promotor a la Delegación del Gobierno porque justo cuando llega a las casas todo se cumple”. “Es demasiado perfecto”, repite.

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