Los rostros de la manifestación en defensa de la sanidad pública en Madrid: “Esto nos afecta a todos”
Cientos de miles de personas se manifiestan en la capital en defensa de la atención primaria
La marea en defensa de la sanidad pública ha vuelto a salir a teñir este domingo de blanco las calles de Madrid. Cientos de miles de personas, convocadas por la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), en la que se integran 74 colectivos sociales, se han manifestado contra el ...
La marea en defensa de la sanidad pública ha vuelto a salir a teñir este domingo de blanco las calles de Madrid. Cientos de miles de personas, convocadas por la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), en la que se integran 74 colectivos sociales, se han manifestado contra el “desmantelamiento” de la atención primaria que, a su juicio, está llevando a cabo el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso en la región. La Delegación del Gobierno en Madrid ha cifrado en 250.000 los asistentes a la marcha, lo que supone 50.000 más que la masiva movilización del 13 de noviembre, que los convocantes confiaban en emular. Los organizadores, que calcularon que a la marcha de noviembre acudieron 670.000 personas, en esta ocasión han elevado la participación a un millón.
Antonio Gutiérrez: “Cuanto más empeore la sanidad más vamos a tardar en recuperarla”
Antonio Gutiérrez tiene 70 años. Lleva años jubilado, pero ha trabajado durante 40 como celador en el hospital Ramón y Cajal. Ha sido testigo de cómo la sanidad pública se ha ido empeorando durante los últimos 20 años: “El deterioro es en progresión geométrica. Cuanto más se tarde en parar el segregar y privatizar recursos de la sanidad pública en beneficio de la privada, más va a costar recuperar la infraestructura de la sanidad pública”.
Gutiérrez pone la mirada en las elecciones de mayo de 2023. “Tiene que ser punto y final de los gobiernos del PP en la Comunidad de Madrid, porque se han dedicado a destrozar la sanidad desde hace ya casi dos décadas”, denuncia. El excelador reconoce que los sanitarios consiguieron sacar el problema a la luz en la última manifestación masiva del 13 de noviembre, pero “el problema es global y debe defenderse en conjunto”.
Laura Cachal: “En mi barrio ni siquiera hay centro de salud”
Laura Cachal, de 44 años, ha acudido a la manifestación, con sus hijos y con su pareja, a protestar como usuaria y como madre. Se ha encontrado con más de un mes de espera para una consulta pediátrica cuando pide cita en el centro de salud de Mirasierra. Ella reside en el barrio de Montecarmelo, en el distrito de Fuencarral-El Pardo, en el norte de Madrid, pero allí no hay centro de salud: “Ahora, en periodo electoral, ha aparecido un cartel de futuro centro de salud en la parcela que lleva vacía desde el inicio de construcción del barrio. No indica una fecha de apertura, pero espero que lo abran porque el centro de salud al que yo voy tiene que absorber también las zonas de Pitis y Montecarmelo y ni siquiera es una zona de las que está más sobrecargada”.
María del Rosario Mateo: “Ni mis hijos ni yo nos podemos permitir un seguro privado”
María del Rosario Mateo, de 60 años, ha participado en la manifestación con sus amigas desde Alcobendas, en el norte de la Comunidad de Madrid. También acudió a la de noviembre, de hecho va a todas las que puede: “He sido siempre luchadora por los derechos humanos y por los derechos de los trabajadores y ahora están desmantelando la sanidad pública y ni mis hijos ni yo nos podemos permitir un seguro privado”.
Mateo mira hacia los manifestantes y afirma que esta es más grande que la anterior. “En el centro de salud de Alcobendas no hay ni médico de cabecera ni pediatras y tenemos que ir a urgencias. Es un derecho que tenemos desde hace mucho tiempo y no tenemos que perderlo ahora”, defiende.
Ramón Salgado: “Los médicos con los que trabajo atienden a 60 pacientes al día”
Ramón Salgado es enfermero en el centro de salud Isla de Oza, en el distrito de Chamartín. En una jornada normal de trabajo le cuesta encontrar un momento para ir al baño, todos los días tiene que atender a pacientes de sus compañeras. “En el centro tenemos plantillas mermadas en las que no se cubren las suplencias. Cuando alguien está enfermo no ponen a otro, cuando nos cogemos vacaciones no tenemos quien nos sustituya”.
Eso repercute en que vean a muchos pacientes, pero a ninguno bien. “Los médicos con los que pasamos consulta tienen 45 pacientes de entrada al día y llegan a 60 con todos los de urgencias. Para que un médico no tenga la sala de espera llena y tres horas de demora es que no está haciendo su trabajo bien. Ves como todo a tu alrededor está funcionando de manera catastrófica”, resume. “Es un plan del Gobierno regional de ir desmantelando la sanidad pública para cargársela. Hay una clara intencionalidad por parte de la Comunidad de Madrid para que todos nos hagamos seguros privados”, sostiene.
Alicia Hernando: “La espera para una cita de revisión con un psicólogo está en cuatro meses”
Alicia Hernando es trabajadora social en el centro de salud mental Miraflores, en Alcobendas, al norte de la capital. El problema en su sector ya era grave antes de la crisis de la atención primaria, especialmente después de la pandemia, pero ahora ha empeorado notablemente: “Las listas de espera salen desde la derivación de atención primaria, o por un ingreso en el hospital por urgencias. Mis compañeros psiquiatras atienden a 16 pacientes de media al día, pero a veces alcanzan hasta 20 cuando su agenda debería ser de 10″.
Aun así, quedan pacientes que no pueden atender y tienen que derivarlos a las urgencias del hospital Infanta Sofía, en su caso. “Se desplazan incluso las citas del plan de riesgo suicida de la Comunidad de Madrid a más de siete días. Se nota sobre todo en la escasez de psicólogos, la espera para la cita de revisión está en tres o cuatro meses”, denuncia Hernando.
Natalia Gamarra: “No quieren entendernos. Hablan un lenguaje diferente del nuestro”
Natalia Gamarra es médica de familia en el centro de salud Monovar, en Manoteras. Vive en Colmenar Viejo, en el norte de la Comunidad de Madrid, pero no duda de que hoy su sitio está con sus compañeros: “No lucho por lo mío, sino porque esto se mantenga y porque nuestros pacientes estén atendidos”. Gamarra está cansada de la situación y, aunque ha acudido con una sonrisa y mucha motivación, siente que las cosas no van a cambiar en un futuro cercano. “No quieren entendernos”, asegura en relación con el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. “[Los políticos] hablan un lenguaje diferente” del de los sanitarios.
Tiene 62 años y ejerce desde hace 36, aunque en consulta lleva 32. Hasta hace no mucho estaba convencida de que alargaría su carrera, porque lo suyo es pura vocación. Sin embargo, desde hace una semanas, sale a las 17.00 todos los días porque ha descubierto que quiere “hacer más cosas” con su vida.
Felipe Heredia: “Esto nos afecta a todos, independientemente de cuáles sean tus posiciones políticas”
Felipe Heredia, de 48 años, es informático, no está vinculado al mundo sanitario y se ha desplazado desde Sanchinarro, un área residencial del barrio de Valdefuentes, en el distrito de Hortaleza, porque tenía claro que es su responsabilidad como usuario acudir a la manifestación. “Esto nos afecta a todos, independientemente de cuáles sean tus posiciones políticas”, afirma, tajante.
Hace poco necesitó modificar una cita médica a la que no iba a poder asistir y, a pesar de intentarlo múltiples veces y de llamar repetidamente a un número de teléfono, nunca le contestaron, por lo que finalmente llegó el día en el que tenía que acudir a consulta y ese preciado hueco se quedó vacío, sin nadie que pudiese aprovecharlo. “Esto necesita un cambio y espero que se tome nota donde se tenga que tomar”, declara.
Ignacio Navarro: “Lo único que quiere el Gobierno regional es que esto se hunda hasta que no podamos más”
Ignacio Navarro, de 29 años, trabaja en el hospital Infanta Sofía, en San Sebastián de los Reyes, a 18 kilómetros al norte de la capital. Es pediatra y explica que para ellos la situación, “aunque complicada, se mantiene con muchas guardias y el apoyo entre compañeros”. Lo que le preocupa sobre todo es la situación en la que se encuentran sus compañeros de las urgencias de adultos: “Están saturados en todo momento, sin recambio de profesionales, sin ayuda, doblando y triplicando turnos y muy quemados”.
De la manifestación espera que sea muy grande y se haga mucho ruido. En cuanto al Gobierno regional, no tiene esperanza ninguna. “Lo único que quieren es que esto se hunda hasta que nosotros no podamos más”, se lamenta el pediatra, que defiende con uñas y dientes la atención primaria porque es “la base para toda la población y la que se encarga de que no se saturen los hospitales”.
Olga Serrano: “Espero que de hoy saquemos una toma de conciencia colectiva”
Olga Serrano es abogada y ha acudido a la manifestación en defensa de la sanidad pública, como las 250.000 personas que calcula la Delegación del Gobierno. A sus 56 años, ha tenido suerte de no verse afectada personalmente por el deterioro de los servicios públicos de atención médica, sin embargo, como tantos y tantos, tiene familiares, amigos y personas cercanas a su entorno que sí han sufrido los efectos de la infrafinanciación del sector.
“Hay mucha gente que conozco que se ha visto afectada por retrasos, listas de espera y tratos inhumanos”, se queja esta vecina del norte de la comunidad de Madrid. Acude para defender lo público y apoyar a los médicos y médicas del sector y, aunque cree que el cambio es “complicado”, siente que si no se hace nada “más complicado va a ser”. “De hoy espero que saquemos una toma de conciencia colectiva”, concluye.
Laura Lledó: “En España tenemos muy buena formación pero unas condiciones de trabajo pésimas”
Laura Lledó tiene 22 años y es estudiante de Medicina. A pesar de saber que “las condiciones en España no son las mejores”, sus padres son médicos y le han inculcado y transmitido toda la belleza de la profesión, por lo que decidió cursar la carrera. Ella no quiere verse obligada a migrar en busca de unas condiciones laborales dignas. Tiene claro que la residencia la va a cursar en España porque hay “muy buena formación”; pero a la hora de realizar el trabajo “las condiciones son pésimas”.
Le quedan “unos nueve años de estudio”, así que no sabe si tendrá que trabajar en otro país ni en qué quiere especializarse. Independientemente Lledó, ataviada con bata blanca y una hoja de firmas para la contratación de más personal, está entre los miles de manifestantes que se han reunido en Nuevos Ministerios para “luchar por lo que el Gobierno está desmantelando”.
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