La competición de los partos en los hospitales públicos de Madrid: cómo el de gestión privada se come al de gestión pública

Torrejón y Rey Juan Carlos de Móstoles atraen a muchas embarazadas de fuera de sus áreas sanitarias gracias a su filosofía de mínima injerencia médica. Pero el secreto es el sistema diseñado en la era Aguirre que les recompensa por cada alumbramiento y debilita a los centros 100% públicos

Parejas asisten este miércoles a una sesión sobre partos en el Hospital de Torrejón, en Madrid. ANDREA COMASAndrea Comas

Cada miércoles por la tarde, mujeres embarazadas a pocas semanas de parir y sus parejas entran al salón de actos del Hospital de Torrejón y durante casi dos horas asisten a una sesión informativa que recuerda a las jornadas de puertas abiertas en los colegios. Los interesados buscan saber si éste es el mejor lugar para un día que recordarán el resto de sus vidas. Vienen de todo Madrid, pero también de provincias vecinas como Toledo o Guadalajara, y a veces incluso de regiones alejadas como Valencia, Galicia o Cataluña. Esta semana, la matrona María Arrebola comenzaba la sesión ante once pareja...

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Cada miércoles por la tarde, mujeres embarazadas a pocas semanas de parir y sus parejas entran al salón de actos del Hospital de Torrejón y durante casi dos horas asisten a una sesión informativa que recuerda a las jornadas de puertas abiertas en los colegios. Los interesados buscan saber si éste es el mejor lugar para un día que recordarán el resto de sus vidas. Vienen de todo Madrid, pero también de provincias vecinas como Toledo o Guadalajara, y a veces incluso de regiones alejadas como Valencia, Galicia o Cataluña. Esta semana, la matrona María Arrebola comenzaba la sesión ante once parejas con una pregunta:

“¿Cuántos sois de Torrejón?”

Solo una pareja levantó la mano. Risas incrédulas.

“Es lo que suele suceder. Solo una mano o con suerte dos”, les dijo la matrona. “Es un orgullo que tengamos tantas mujeres que nos eligen”.

Dar a luz en este hospital público de gestión privada en Torrejón de Ardoz (134.733 habitantes, este de Madrid) está de moda. Se recomienda de boca en boca y se promociona en redes sociales, donde circulan fotos y relatos de papás dando las gracias. Uno de los últimos ha sido el ministro de Consumo Alberto Garzón, y su pareja, que en enero eligieron Torrejón en lugar del que les corresponde por residencia, el municipio de Rivas. Torrejón es un hospital pequeño de solo 250 camas, muy lejos de las más de mil camas de gigantes de la región madrileña como La Paz o el Gregorio Marañón, pero se ha convertido en la quinta maternidad con más partos de las 24 operativas en el sistema sanitario de la Comunidad de Madrid. Tuvo 2.192 en el año 2021, último con datos para todos los hospitales.

El vecino hospital de Alcalá de Henares, el Príncipe de Asturias, ha sido el gran perdedor tras la inauguración de Torrejón en septiembre de 2011. Es un caso de pez chico que se ha comido al grande porque Alcalá tiene algo más del doble de camas instaladas, 507, pero solo hizo 1.432 partos en 2021. Desde 2013 ha sido batido por Torrejón año tras año y su tendencia es descendente, mientras que Torrejón ha tenido desde su apertura una media de 2.158 partos al año.

Son los números sorprendentes de esta competición de los partos, un mercado dentro de la sanidad pública que apenas es conocido por los madrileños, cuyo bolsillo no se ve afectado por la elección de Alcalá o Torrejón para dar a luz o para cualquier otro procedimiento porque los dos son hospitales públicos. A simple vista nada distingue a uno del otro. Pero Alcalá es operado directamente por el Servicio Madrileño de Salud, el Sermas, y Torrejón es gestionado por una empresa privada valenciana, Ribera Salud, controlada por el tercer grupo sanitario francés, Vivalto Santé.

Ganador y perdedor siguen reglas distintas. La Comunidad paga a Torrejón por cada mujer embarazada que proceda de fuera de su área de influencia, donde residen 153.000 madrileños, según unos precios públicos que se revisan periódicamente y que oscilan entre 1.965 y 11.676 euros, según la dificultad del parto. Mientras, Alcalá tiene un presupuesto cerrado fijado por el Sermas. Cada nueva embarazada supone un coste adicional.

“La estructura de incentivos es muy diferente. Unos cobran por la persona que entra por la puerta y otros incurren en costes”, dice José Ramón Repullo, profesor de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad. “Es una competición asimétrica. Unos juegan con manos desatadas y otros no”.

Una valla publicitaria én el Hospital de Torrejón promocionando el parto respetado.Olmo Calvo

Algo parecido ha pasado en el sur de Madrid, en Móstoles, donde el Hospital Rey Juan Carlos, inaugurado en marzo de 2012 y gestionado por el gigante privado Quirónsalud (propiedad del grupo alemán Fresenius), ha descabezado al Hospital Universitario de Móstoles, público al 100%. En 2012, el viejo hospital de Móstoles tuvo 1.403 partos y el nuevo solo 657. Pero desde entonces, el Rey Juan Carlos se ha hecho con el mercado de la zona. En 2021, se impuso con 1.673 nacimientos frente a 779.

El sistema fue diseñado en los tiempos de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre (2003-2012), cuando fueron construidos cuatro hospitales gestionados totalmente por empresas privadas (Torrejón, Rey Juan Carlos, Valdemoro y Collado Villalba) y al mismo tiempo se dio a los madrileños libertad para elegir centro. Los nuevos hospitales facturarían por cada paciente de fuera de su área y serían penalizados por las fugas de pacientes. Con esas reglas, los recién llegados se lanzaron a buscar nichos lucrativos y encontraron un buen imán en los partos: el movimiento por un parto respetado era incipiente y tanto Torrejón como Rey Juan Carlos nacieron con esa filosofía cada vez más popular.

Pero el ánimo de lucro que motivaba esa innovación tenía una cara B, según critica la Asociación de Matronas de Madrid (AMM). Los privatizados han rechazado los partos de alto riesgo para mantener un bajo porcentaje de cesáreas, uno de los indicadores más atractivos. “No quieren estropear su manera de venderse”, dice Cristina González, presidenta de AMM. Por eso, añade, derivan a otros hospitales los partos muy prematuros. “Tienen una unidad de neonatología poco compleja porque han calculado que no les sale rentable tratar prematuros de menos de 32 semanas”, dice González.

“Atienden cosas banales que dejan facturación”, dice Víctor Jiménez, presidente de la Asociación Madrileña de Enfermería. “Los partos son un negocio redondo porque la inmensa mayoría tiene poca complejidad, raramente superan las 48 horas y son previsibles”.

“Un niño es un tesoro”

La responsable de partos en Torrejón es una mujer con media melena canosa que camina a paso ligero por la planta donde descansan recién nacidos con sus padres. Belén Santacruz, jefa de ginecología y obstetricia, tiene más trabajo que sus pares en Madrid. En otros hospitales del tamaño de Torrejón nacen uno o dos bebés al día de media. Aquí lo normal son seis o siete. Aproximadamente la mitad de las madres viene de fuera de Torrejón, detalla ella. Los pasillos están decorados con cartas y fotos de agradecimiento.

Cuando abrió Torrejón en 2011, la idea de Santacruz era reducir al mínimo posible la intervención médica. Eso suponía un cambio de paradigma con respecto a la tradición en España, donde se abusaba de las cesáreas, el fórceps o las inducciones innecesarias y donde la mujer obedecía al ginecólogo sin ser considerada. Santacruz había participado en las consultas que en 2007 llevaron al Ministerio de Sanidad a aprobar la Estrategia de Atención al Parto Normal, unas recomendaciones a todos los hospitales que han encontrado mucha resistencia.

Desde la izquierda, las ginecólogas del Hospital de Torrejón Sofía Alonso, Coral García y Belén Santacruz en la entrada del paritorio la semana pasada. Olmo Calvo

“Llevo muchos años tratando de cambiar el concepto de cómo se da a luz”, dice Santacruz. “Cuando la Sociedad Española de Ginecología me propuso como jefa de servicio, mi idea era montar un paritorio diferente para empoderar a la mujer”. Las embarazadas rellenan un plan de parto donde expresan sus preferencias (sus acompañantes, el uso de bañera o de colchonetas, dar a luz de pie o el manejo del dolor). El entorno es cálido y cómodo (algunos paritorios parecen habitaciones de hotel, con suelo de tarima, sofá de cuero y una réplica de El Beso de Gustav Klimt). La atención es muy cuidada. Cada persona que interactúa con la madre se presenta por su nombre y cargo. Quieren hacerla “protagonista”.

Eso sintió Eva Rodríguez, de 28 años, que fue madre el miércoles de la semana pasada: “Aquí no eres un número”. Hace dos meses ella y su pareja buscaron online el mejor hospital. Escribieron a seis hospitales de Madrid y un par ni siquiera respondieron. Otros enviaron un correo genérico. Torrejón les convenció por sus propuestas. La pareja de Eva, Fernando Arriaga, de 31, tuvo un rol similar al de una matrona. “No solo me dejaron cortar el cordón, sino que fui el primero en sostener a la niña”. No les importó la distancia de casi una hora en coche desde Aranjuez, donde viven. El hospital tiene aparcamientos de uso preferente para parturientas.

La estadounidense Winnie Andrews, una madre de 38 años residente en Alcobendas que dio a luz en Torrejón el martes de la semana pasada, cuenta que antes de elegir este hospital salió decepcionada de otros centros de la región: “Te miran mal cuando haces preguntas como si podré dar a luz con mi música o sin epidural. Aquí te respetan”.

Winnie Andrews y Fabio Moliner junto a su bebé recién nacido la semana pasada en el hospital de Torrejón.Olmo Calvo

A estos hospitales les ha favorecido que ahora las parejas buscan hospital comparando la oferta, dice el experto en gestión sanitaria José Manuel Freire: “Hoy un niño es un tesoro. Es una inversión afectiva para toda la vida y por eso los padres hacen shopping around, pero los hospitales de gestión pública no están preparados para ese nuevo escenario”.

Los hospitales privatizados no pueden publicitarse en medios al ser hospitales públicos, pero sí usan redes sociales, entrevistas en prensa y sus propias instalaciones. Torrejón ha aprovechado su ubicación cerca de la autopista A-2 para instalar un cartel bien alto en su terreno que dice: “Tú eliges cómo traer al mundo a tu bebé”.

En el Rey Juan Carlos, más del 40% de las embarazadas proceden de fuera, según su jefa de obstetricia, Rosario Noguero. Ella recalca la importancia que da el hospital a la satisfacción de los pacientes. “Hacemos encuestas a las que prestamos mucha atención”.

Un paritorio con bañera en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.HOSPITAL REY JUAN CARLOS

Los hospitales 100% públicos han reaccionado para frenar el éxodo de madres. Según AMM, aproximadamente la mitad han incorporado protocolos de parto respetado. Móstoles renovó sus paritorios en 2018 y las madres en planta ya tienen habitación individual, y no doble como antes. Pero varios sanitarios de esa maternidad, que piden hablar anónimamente, sienten que, a pesar del buen trabajo, los mostoleños se guían por la imagen. “La gente suele referirse al hospital viejo y al nuevo”, dice una.

Los sanitarios del Hospital de Móstoles, fundado en 1983, llevan años pidiendo mejoras. Una ampliación de 22 millones de euros anunciada en 2021 ha sido cancelada porque la Comunidad ha roto el contrato con el adjudicatario, que pedía revisar el precio con la inflación. La Consejería de Sanidad responde a EL PAÍS que era una modificación injustificada. El concurso saldrá de nuevo este año y las obras deberían empezar en 2024. Es un retraso que refuerza los argumentos de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública, que sostiene que la Comunidad ha “deteriorado los hospitales públicos”, reduciendo el presupuesto de aquellos ubicados cerca de los privatizados “para favorecer a estos”.

Pero el problema no se resolvería solo con nuevos fondos, sostiene Repullo, el experto de la Escuela Nacional de Sanidad: el sistema está diseñado de forma que a los públicos 100% no les interesa competir. La causa está en que esos hospitales no reciben ingresos directos cuando entra por su puertas un paciente o embarazada que se escapa del área de los privatizados. Ese dinero va a la caja común del Sermas.

“Eso explica la desesperación de algunos responsables de obstetricia de hospitales públicos”, añade Repullo. “Intentan hacer cosas para mejorar, pero los gerentes de hospital no les apoyan porque no les interesa recibir a más pacientes. Estas son las reglas del juego y esto lo ignoran hasta nuestros gobernantes”.

Contacta al autor escribiéndole un correo a fpeinado@elpais.es o por Twitter @FernandoPeinado

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