No hay Madrid sin Orgullo

Las fiestas son ante todo una movilización política de primer orden que, gracias al camino histórico recorrido, se han convertido en una de las señas de identidad de Madrid

Desfile de la manifestación del Orgullo LGTBI de Madrid de 2019, a su paso por la calle de Alcalá.Cristobal Manuel
Mónica García Eduardo Fernández Rubiño

El Orgullo no es solo una fiesta, por mucho que el movimiento LGTBI+ siempre haya hecho del baile, de la música y de la creatividad una de sus mejores armas. El Orgullo LGTBI+ es, ante todo, una movilización política de primer orden que, gracias al camino histórico que hemos recorrido, se ha convertido en una de las señas de identidad de Madrid.

Por eso, no es de extrañar que quienes se oponen a cada avance de la libertad hayan tratado de torpedear su celebración,...

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El Orgullo no es solo una fiesta, por mucho que el movimiento LGTBI+ siempre haya hecho del baile, de la música y de la creatividad una de sus mejores armas. El Orgullo LGTBI+ es, ante todo, una movilización política de primer orden que, gracias al camino histórico que hemos recorrido, se ha convertido en una de las señas de identidad de Madrid.

Por eso, no es de extrañar que quienes se oponen a cada avance de la libertad hayan tratado de torpedear su celebración, negándose a engalanar la ciudad de Madrid con la bandera arcoíris, poniendo dificultades de todo tipo a los organizadores o negándose a asistir en representación de la ciudad y de la Comunidad a sus eventos. Un sectarismo y una ceguera incompatibles con ser alcalde de Madrid y presidenta de la Comunidad.

A nivel internacional, estamos viviendo una ola reaccionaria cuyos efectos sobrecogedores son evidentes. La revocación por parte de la Corte Suprema estadounidense del derecho al aborto fue solo la antesala de una pendiente de retroceso que ha promovido la alianza político judicial heredera de Trump. Sabemos que después del derecho al aborto intentarán hacer lo mismo con los derechos de las personas LGTBI+. Porque las libertades de las personas LGTBI+ y de las mujeres caminan siempre de la mano y se enfrentan a un mismo sistema cultural injusto.

Aquí, la agenda de nuestras derechas sigue el mismo rumbo. Recientemente, Isabel Díaz Ayuso señaló a los libros de texto y acusó a maestros de adoctrinar por hablar de educación afectivo-sexual en las aulas. Hace pocas semanas vimos cómo en sede parlamentaria una diputada ultra trató de reavivar estigmas basados en la salud sexual de las personas LGTBI+ que creíamos propios de otras décadas. Nos quieren acostumbrar a que se use la inmunidad parlamentaria como barra libre del odio, legitimando a los matones mientras crecen las agresiones en las calles, en un país que esta semana recuerda el asesinato homófobo a golpes de Samuel Luiz hace justo un año.

Hemos trabajado demasiado para dejar atrás el país que éramos hace 50 años. Y estamos seguros de que hay una mayoría orgullosa de quienes somos hoy que no se conforma solo con defender lo conquistado, sino que quiere ir mucho más allá. La comunidad LGTBI+ y el feminismo llevan años reivindicando una sociedad en la que las etiquetas nos aprieten un poco menos y que celebre la diversidad en lugar de limitarla para hacerla encajar en una norma artificial e impuesta. La sociedad que queremos cuestiona un modelo ideal e inalcanzable de mujer y de hombre condenado al fracaso, porque quiere abrir espacio a la libertad para ser, para amar y para identificarse. Esa libertad ha sido siempre una bandera de Madrid. Estamos seguros de que existe una mayoría que estos días saldrá a la calle visibilizando ese Madrid libre y orgulloso, que te ama seas quien seas o desees como desees. Un Madrid que nunca se ha marchado y que muy pronto volverá a estar representado en su gobierno.

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