El debate por el patrimonio en Clesa se agria

La rehabilitación de la antigua central lechera se prepara entre críticas a la calidad del proyecto y dudas sobre la limpieza del concurso, mientras Metrovacesa se apea de la operación por motivos de imagen

Interior de la fábrica de Clesa, en mayo.Aitor Sol

Solo unas pocas palomas dan uso a la vieja fábrica Clesa. Su canto choca con la gravedad del hormigón y retumba en las naves vacías. Los muros sombríos y las vigas orgullosas de esta central lechera constituyen el legado de Alejandro de la Sota (1913-1996), maestro pontevedrés que en 1957 ganó el concurso convocado por la firma de productos lácteos para levantar una nueva sede en Madrid. El proyecto se fue materializando en paralelo a otra de sus mejores obras, el gimnasio del Colegio Maravillas, también en la capital, y el arquitecto supervisaba ambos trabajos casi a diario. No eran pocas las dudas profesionales que le asaltaban en aquellos trayectos al volante de su Seat 600. Hasta que cayó en sus manos un libro sobre el sueño americano de Walter Gropius y Marcel Breuer, mesías de la modernidad.

“Me impresionó profundamente el modo en que usaban los nuevos materiales”, recordaba De la Sota años después durante una entrevista. Terminó así de perfilar con nuevas referencias un proyecto que en la actualidad ha saltado al centro de la controversia. Ganador del certamen Reinventing Cities en 2019, el arquitecto Carlos Rubio convertirá los 38.000 metros cuadrados de la central lechera —cuya actividad cesó hace un decenio— en un centro de innovación sanitaria financiado por Kadans Science con 34 millones de euros. El veredicto en favor de Rubio se produjo pese a que su proyecto altera la fachada protegida con nuevas ventanas y daña las estructuras de hormigón (también catalogadas con nivel 3, grado parcial), que en tiempos soportaron unos depósitos de leche. Allí se ha ideado el núcleo de ascensores, como recogen los planos a los que ha tenido acceso este diario.

Similar caso es el de la calle elevada, indiscutible firma de Alejando de la Sota, que el plano muestra cerrada. Sin embargo, varios informes de la Comisión Institucional para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural (Ciphan), emitidos entre enero y febrero de 2019 —y que hasta ahora nunca habían salido a la luz—, instan a la recuperación de esas pasarelas, pues “son parte integrante de la idea original”. El organismo que vela por el patrimonio del Ayuntamiento de Madrid también recomendaba “la definición explícita de la protección en la configuración interior”, más allá de aspectos concretos, pues el mayor valor del inmueble reside en el espacio mismo. Una atmósfera evocadora pese a su degradación.

La intersección de las dos naves principales está ciertamente en peligro debido a un auditorio que Carlos Rubio asegura haber borrado del proyecto actual, junto a las ventanas, el volumen bajo la pasarela y el núcleo de ascensores ya citados. El arquitecto dice estar comprometido con la obra primigenia y promete trazar “un túnel del tiempo” hacia la época de su inauguración. Aunque el diseño permanece en fase de ejecución —“está vivo”, describe— y tardará en hacerse público.

Cabría en todo caso preguntarse por qué se hizo con el certamen una propuesta de dudosa legalidad, al menos en su estado de entonces. El jurado lo componían 13 vocales: seis técnicos del Ayuntamiento, la embajadora del concurso y un representante de la patronal inmobiliaria, así como una ingeniera civil y cuatro arquitectos que se decantaron por los equipos finalistas.

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La antigua central lechera, en una imagen de julio.INMA FLORES

La composición del comité de elección da una idea de que Reinventing Cities no está orientado a la arquitectura. El certamen se ha especializado más bien en reciclaje urbano de grandes áreas en desuso y sin valor histórico. Sol Candela, directora de la Fundación Arquia —dedicada a la promulgación del diseño y el urbanismo— es de esta opinión: “A título personal, creo que fue un error incluir Clesa en la convocatoria, por contexto y tipo de edificio”.

Bien es cierto que existe un precedente similar en la historia del concurso, pero terminó mal. Se trata de la Maison du Peuple, el mercado que el alcalde comunista de Clichy encargó en 1936 a Jean Prouvé. También en aquel caso obtuvo la rehabilitación un proyectista de intachable trayectoria, Rudy Ricciotti, que planteaba una torre de 99 metros sobre la cubierta original. El Ministerio de Cultura dejó sin efecto el fallo de Reinventing Cities para defender la integridad del inmueble, monumento nacional desde los ochenta.

La disputa por Clesa se remonta a 2014. La fábrica había cesado su actividad tres años antes y la nueva propiedad, Metrovacesa, solicitó demolerla. Una queja de la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, forzó al Ayuntamiento de Ana Botella a iniciar los trámites para otorgar alguna clase de protección al complejo. La siguiente Corporación, encabezada por Manuela Carmena, puso en marcha una modificación del Plan General que recalificaba la parcela (de uso industrial a terciario) a cambio de la cesión del complejo industrial.

El cambio tenía por objetivo inaugurar allí un Matadero del norte gestionado por la empresa municipal Madrid Destino. Entre la aprobación inicial y la definitiva, el Palacio de Cibeles cambiaba de color. Y el Área de Desarrollo Urbano, que encabeza Mariano Fuentes (Ciudadanos), anunció el concurso para fundar un centro científico.

Tablón sindical de la antigua fábrica Clesa.Aitor Sol

Sombras de privilegio

Metrovacesa explotará el resto de los terrenos, donde prepara un megaproyecto con apartamentos para médicos residentes en los hospitales contiguos. Se da la paradoja de que la inmobiliaria también integró el equipo ganador de Reinventing Cities. Esta iba a prestar un servicio de gestión constructiva a la inversora neerlandesa Kadans Science, cuyo modelo de negocio en Clesa pivota sobre el arrendamiento de laboratorios y espacios de congresos. Las dos firmas, sin embargo, se echaron recientemente atrás. Miguel Muñoz, responsable del proyecto en Kadans, concede: “El acuerdo generó una cierta inquietud, aunque nunca se nos hizo explícita. El hecho de que nos aliásemos con el antiguo propietario de la fábrica no sentó muy bien y rectificamos. Siempre hemos estado abiertos a escuchar”.

Una irónica variante de la economía circular —Metrovacesa extraía rédito de la fábrica que meses antes había cedido— que involucra al concurso mismo. La arquitecta Lucía Bentué, finalista de Reinventing Cities, denuncia el uso de información privilegiada: en la práctica, el equipo de Carlos Rubio era el único de los concurrentes que poseía llave del recinto. “El Ayuntamiento nunca nos facilitó un informe de afecciones del edificio, necesario para preparar cualquier presupuesto realista y ajustado a la realidad, pero ellos tenían acceso a tales datos”, sostiene. Realista fue precisamente una de las calificaciones que Silvia Villacañas, directora general de Planificación Estratégica, dedicó a los ganadores en el día de la votación.

Interior de la fábrica, en mayo.Aitor Sol

Villacañas ha comandado unas conversaciones con la Fundación Alejandro de la Sota, legataria del maestro pontevedrés, que hicieron aguas nada más comenzar. El Área de Desarrollo Urbano ofrecía a la entidad, muy crítica con la rehabilitación, un contrato de 15.000 euros por asesorar al Consistorio en el proceso, pero durante las negociaciones llegó a exigir la firma de un compromiso de confidencialidad. De vulnerarse antes de que la Dirección General de Patrimonio diese luz verde a la iniciativa, este obligaba al pago de una indemnización en concepto de daños y perjuicios. El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) intentó mediar entre las partes, pero ni tan siquiera fue convocado.

Ramón Andrada, vocal de la Junta de Gobierno del colegio, apunta: “El Ayuntamiento nos ha mantenido al margen desde la celebración del concurso, cuando no nos dejaron ingresar en el jurado”. El COAM solicitó hace seis meses a la Comunidad de Madrid que Clesa sea declarada bien de interés cultural (BIC). Lo hizo por primera vez en 2014, cuando también pidió la máxima protección para dos edificios del siglo XX a los que ya les ha sido otorgada: la antigua sede del Banco Bilbao del paseo de la Castellana (incoada en 2018) y la Casa de Lucio Muñoz en Torrelodones (2019).

Con todo, la Consejería de Cultura explica a este diario que si no ha dado curso a la tramitación es porque contaban con otros casos más urgentes. Más Madrid presentará en el pleno municipal del 31 de mayo una iniciativa para pedir la valoración de Clesa como BIC, lo que de lograrse invalidaría la rehabilitación promovida por Kadans. Solo a través de Elena Hernando, directora general de Patrimonio Cultural, puede resolverse de oficio este expediente.

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