La ópera ‘La Bohème’ en un garaje alternativo
El director Emiliano Suárez renueva el clásico de Giacomo Puccini con un montaje innovador y una escenografía rompedora en el teatro Marquina
Las primeras notas del piano resuenan en la oscuridad de la sala. Las luces se encienden paulatinamente para descubrir un escenario poco convencional de las funciones del género lírico. Cajas repletas de botellas de vidrio vacías, barriles, escaleras y neumáticos recrean la escena que sumerge al espectador en un garaje. La Bohème, el clásico de la ópera de Giacomo Puccini, se presenta en el teatro Marquina de Madrid con un montaje innovador y una escenografía rompedora. El director bilbaíno Emiliano Suárez (45 años) dirige la historia ambientada en París en el siglo XIX.
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Las primeras notas del piano resuenan en la oscuridad de la sala. Las luces se encienden paulatinamente para descubrir un escenario poco convencional de las funciones del género lírico. Cajas repletas de botellas de vidrio vacías, barriles, escaleras y neumáticos recrean la escena que sumerge al espectador en un garaje. La Bohème, el clásico de la ópera de Giacomo Puccini, se presenta en el teatro Marquina de Madrid con un montaje innovador y una escenografía rompedora. El director bilbaíno Emiliano Suárez (45 años) dirige la historia ambientada en París en el siglo XIX.
Los protagonistas son cuatro jóvenes bohemios que sobreviven en una buhardilla del barrio latino de la capital francesa. “Pusimos la obra en pie con pocos recursos, por lo que nos sentimos muy bohemios y totalmente inmersos en el libreto”, confiesa su director. Las potentes voces de los protagonistas inundan el espacio cuando aparecen ataviados con abrigos, bufandas y guantes para soportar el frío. La música vertebra las conversaciones entre los personajes. Las vidas del pintor Marcello, el poeta Rodolfo, el músico Schaunard y el filósofo Colline se enmarcan en la precariedad. Acompañados por una dulce e inocente costurera, Mimí, y una cantante atrevida, Musetta, recrean un universo creativo en el que intentan desarrollar sus talentos. Las emociones y el espíritu de la juventud quedan retratados en el espectáculo del compositor de la ciudad italiana de Lucca.
El clásico se estrenó el 1 de febrero de 1896 en Turín bajo la dirección de Arturo Toscanini. Más de 125 años después, la obra adaptada a los nuevos tiempos se traslada del barrio latino de la ciudad parisina en 1830, en el que Puccini ambienta su creación, a los suburbios de la gran ciudad a través de una escenografía sencilla e industrial. La representación se moderniza en una propuesta escénica en la que el piano y las voces de los cantantes envuelven al espectador en un aura intimista.
El elenco está formado por siete artistas bajo la dirección musical de Miquel Ortega. Los cantantes líricos son el tenor Pancho Corujo, el bajo David Cervera, las sopranos Silvia Vázquez y Ruth Terán, y los barítonos Javier Franco, Ihor Voievodin y Pedro Quiralte. La ópera coral, que contará con 10 únicas funciones en la capital, cuenta con un ritmo frenético musical en una trama de casi dos horas.
La función mantiene la esencia de la obra original de Puccini, pero con un formato reducido sin coros ni orquesta: “La ópera convencional tiene unos tiempos interminables de ensayos. Nosotros la montamos en tres días”. En esta función se utiliza el intermedio para hacer una parte del segundo acto representado en el Café Momus, un lugar de encuentro de la bohemia parisina del siglo XIX. La producción, impulsada por la soprano española Ainhoa Arteta, supone una renovación de la obra clásica. La artista, que debutó a finales de los años noventa en la Ópera Metropolitana de Nueva York, apuesta por el estilo despojado de etiquetas de esta propuesta contemporánea.
El proyecto disruptivo iniciado por Emiliano Suárez nació en Bilbao hace cuatro años bajo el nombre de Ópera Garage. El artista estaba preparando una exposición fotográfica, una de sus grandes aficiones. El director buscaba un espacio industrial y decadente para exhibir la colección de fotografías que había hecho en Nueva York.
Con la ayuda de su compañera Macarena Bergareche, encontró el garaje de San Mamés en su ciudad natal, un espacio lúgubre con ventanales rotos y gotera antiguas, que se ha convertido en un hito de la historia de su proyecto. “El local se va a derruir y se van a construir pisos de lujo. Para nosotros ha sido emocionalmente muy triste”, confiesa la encargada de la dirección ejecutiva de la producción.
El lugar inspiró a Suárez para el montaje de la ópera de La Bohème. “Proyectamos la obra en nuestros días, donde sigue habiendo gente joven con espíritu bohemio dispuesta a hacer una serie de sacrificios personales y de compartir espacios para comenzar a crear y trazar un camino que no es fácil”, explica el director. En su afán por contagiar su pasión por la ópera, el creativo adaptó la producción en la periferia de una gran ciudad, donde hay barrios que empiezan a crecer a partir de movimientos artísticos.
El germen de la compañía surge de la conversación entre los dos amigos durante la preparación de la galería. Ambos se pusieron a trabajar en una estructura teatral en la que el público se sitúa en ambos lados del escenario. Con el apoyo de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) estrenaron la función en octubre de 2018, coincidiendo con el estreno de la temporada de La Bohème en el Palacio Euskalduna. “Nosotros hicimos la versión alternativa”, cuenta Suárez. El espectáculo giró por diferentes ciudades españolas, como Barcelona, Burgos y Pamplona.
Tras el estallido de la pandemia, la compañía se planteó llevar su creación al teatro convencional. “Hemos querido darle una vuelta de tuerca al concepto original para que la gente pueda disfrutar de la ópera como nunca lo ha hecho. Es un gran reto para nosotros también por la situación del coronavirus”, admite Bergareche.
Los bohemios de la ópera clásica
Desde sus inicios, la compañía mantiene el espíritu bohemio de la buhardilla original de la obra de Puccini. Los artistas han establecido camerinos en plazas de garaje, entre coches en desguaces y en antiguas carpinterías rodeados de tablones de madera. La iniciativa del proyecto Ópera Garage nace de la pasión de Emiliano Suárez y su compañera, Macarena Bergareche, por este género musical, y su convicción de romper barreras para promover el relevo generacional de esta disciplina y acercarla a un público renovado.
La compañía localiza espacios únicos que ofrecen una manera diferente de disfrutar de la ópera. Esta singular visión de lo bohemio del siglo XXI pretende convertirse en una creación de vanguardia en espacios alternativos de la mano de artistas y creadores jóvenes con recursos limitados. El resultado es un espectáculo lírico de estética underground y ambientación neoyorquina. “El público estará sentado en el patio de butacas de un teatro al uso frente a una puesta en escena que traslada al garaje donde empezamos”, concluye.
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