Expertas en Marte con 17 años
Miriam Rodríguez y Marta López, alumnas brillantes del instituto Las Musas de Madrid, terminan un trabajo de investigación alabado por la directora del CSIC y analizan junto a una científica israelí las imágenes de un satélite
Terminaron la presentación y sintieron como si el suelo se abriera a sus pies. Una especie de alivio, de tembleque en las piernas, de alegría y de liberación del estrés. Todo eso junto. Y de satisfacción, claro. Miriam Rodríguez y Marta López, las dos con 17 años, presentaron en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ante un público más concurrido del que esperaban su proyecto de investigación llamado Estudio de los satélites enfocado a la atmósfera terrestre y Marte. Son alumnas del instituto público Las Musas y fo...
Terminaron la presentación y sintieron como si el suelo se abriera a sus pies. Una especie de alivio, de tembleque en las piernas, de alegría y de liberación del estrés. Todo eso junto. Y de satisfacción, claro. Miriam Rodríguez y Marta López, las dos con 17 años, presentaron en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ante un público más concurrido del que esperaban su proyecto de investigación llamado Estudio de los satélites enfocado a la atmósfera terrestre y Marte. Son alumnas del instituto público Las Musas y forman parte de un grupo de 35 estudiantes que el curso pasado, cuando estaban en 1º de Bachillerato, decidieron adentrarse en la investigación por un tema que les apasionaba. En su caso, por el espacio, porque además tuvieron un aliciente extra: la embajadora de Israel, Rodica Radian-Gordon, presente entre el público del CSIC, había propuesto a su centro dos proyectos educativos con dos científicas israelíes de alto nivel para aunar ciencia, estudios en Secundaria y estrechar vínculos entre los dos países. Ellas aceptaron de inmediato: con She Space, dirigido por Shimrit Mamam, se trataba de analizar imágenes de un satélite para analizar las consecuencias del cambio climático en la Tierra, y eso les serviría para trabajar en paralelo en su trabajo de Las Musas, con el que pondrían el foco en Marte.
Las dos rompen moldes por separado y juntas han formado un tándem “perfecto” que les ha servido para llevar su proyecto por todas las partes del mundo, pues han trabajado junto a estudiantes de Alemania, Israel o EE UU.
Miriam se salta con desparpajo todos los estereotipos. Empezando con su imagen. En el CSIC se vistió “light, porque era una presentación”, pero lo cierto es que ella dio y se dio un ejemplo de seguridad hace un año cuando decidió mostrarse como se siente y como quiere, es decir, con toques góticos y punk, “ese rollo”, aunque no quiere “categorizarlo”. Y lo hizo pese a que sabe que acapara miradas y que una tiene que estar muy segura de sí misma para reivindicarse así. “Ya sabes... con adolescentes da miedo porque llamas la atención, yo llevaba el pelo hasta rosa neón”. El día de la presentación, el 16 de diciembre, Miriam se puso pantalones negros de campana, zapatillas negras con plataforma, un corsé negro bien apretado en la cintura que le llegaba hasta el pecho y su pelo con mechas rosas.
Pero debajo de todo lo que se ve a primera vista aparece un coco que le ha proporcionado un 9,8 de nota media y una pasión por la física y la astrofísica desmedida desde que su profesora Gema le dio clase en tercero de secundaria. “De la Tierra se sabe tanto y del espacio tan poco... y hay muchas preguntas sin responder desde que empezó a estudiarse la astrología y la astronomía... así que el simple hecho de saber cómo se formaron las cosas me interesa mucho. Cómo se expande el espacio, se crean las estrellas...”. Habla con seguridad y tiene las ideas meridianamente claras y por eso mismo dice que no le importa adentrarse en un mundo aparentemente de hombres como en otra época hicieron otras mujeres que nombra como referentes: “Me encanta el arte y tengo de ejemplos a Eleonora Carrington o Remedios Varo. O a Olympe de Gouges. O a Emily Davison, que luchó por el voto femenino en Inglaterra y murió a los pies de un caballo...”.
La apariencia de Marta es la opuesta a la de Miriam, quizás porque es más introvertida y más tímida y prefiere pasar inadvertida. Sea como fuere, también tiene un coco muy por encima de lo normal que le ha proporcionado un 9,3 de nota media y una fascinación por lo que pasa en las alturas. Por eso tiene claro que lo suyo es la ingeniería aeronáutica o aeroespacial, cualquiera de las dos, porque lo ve como un primer paso para ser piloto, a pesar de que todavía no se ha subido a un avión. “Este verano me monto seguro”, promete. Cuando se lo contó a Pedro Duque, astronauta y exministro de Ciencia, en una visita a las instalaciones de Airbus alucinó con ella. “Eso sí que es tener las ideas claras”, le dijo. Y, efectivamente, las tiene. Le da igual también adentrarse en un mundo de hombres porque su pasión le viene de lejos y tiene como referente a su madre, la mujer que le ha enseñado que todo lo que quiera hacer lo puede conseguir.
Lo más importante, en todo caso, lo están consiguiendo ahora, antes de la mayoría de edad. Lo dice, sorprendida, Elea Giménez, directora del CSIC-CCHS, que piensa que Miriam, Marta y sus compañeros están dando un salto con respecto a los universitarios. “En los primeros años de Universidad es cuando quizás en algunos casos se empieza a despertar la sensibilidad hacia la investigación. Y estos chicos lo están haciendo con 16 y 17 años”, incide. Son la cantera del futuro científico. Y la teoría de la gravedad no vale para ellas.
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