Madrid, un faro musical en el siglo XVIII que resucita por una noche

El contratenor Carlos Mena y Concerto 1700 recuperan este jueves en la Iglesia de San Marcos cuatro cantadas inéditas del compositor Antonio Literes

Carlos Mena y Daniel Pinteño (Concerto 1700)Diego Martínez

En el siglo XVIII, Madrid irradiaba música. La bebía de Europa, la digería y regaba con ella toda España. Y desde la capital embarcaba también a América. “Madrid, la Real Capilla, era entonces el faro musical para la órbita hispanohablante”. Lo cuenta el violinista Daniel Pinteño (Málaga, 35 años), que resucita ahora, junto a su formación Concerto 1700 y al contratenor Carlos Mena (Vitoria, 39 años), un pedacito de esa historia musical. Este jueves darán vida en la iglesia de San Marcos a la obra del compositor español Antonio Literes en el marco del ...

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En el siglo XVIII, Madrid irradiaba música. La bebía de Europa, la digería y regaba con ella toda España. Y desde la capital embarcaba también a América. “Madrid, la Real Capilla, era entonces el faro musical para la órbita hispanohablante”. Lo cuenta el violinista Daniel Pinteño (Málaga, 35 años), que resucita ahora, junto a su formación Concerto 1700 y al contratenor Carlos Mena (Vitoria, 39 años), un pedacito de esa historia musical. Este jueves darán vida en la iglesia de San Marcos a la obra del compositor español Antonio Literes en el marco del Festival Internacional de Arte Sacro.

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“Como repertorio, es un clímax del barroco vocal español. Además de ser un estreno en tiempos modernos. Desde la época en que fue compuesta, no se ha vuelto a interpretar”. Señala Mena los atractivos del concierto, que tiene detrás una importante labor de recuperación histórica. El proyecto surgió de una Beca Leonardo para investigadores y creadores culturales que le concedieron a Pinteño en 2019 y que culmina ahora con la publicación del disco Cantadas inéditas para alto de Antonio Literes (1673-1747).

Estas piezas sonarán de nuevo este jueves en el hábitat para el que fueron concebidas, una iglesia. Pero los 80 minutos de concierto se levantan sobre un arduo trabajo cuyo primer paso fue recuperar las partituras, que se conservaban en Guatemala. “En Madrid hubo un incendio en el Alcázar donde se perdió una cantidad ingente de música en una Nochebuena de 1734”, recuerda Mena. Y añade Pinteño: “Por avatares de la historia, hemos perdido gran parte de la música que se compuso en el siglo XVII y XVIII en España. Por suerte, mucha ha permanecido en América. Es nuestro disco duro de ultramar”.

Carlos Mena y Daniel Pinteño (Concerto 1700)Diego Martínez

El continente se ha convertido en un caladero de patrimonio gracias a esa luz en forma de notas que irradiaba Madrid. Explica Mena que en el siglo XVIII se importa desde la capital el estilo italiano. Pero no solo eso, también cantantes, músicos, un gusto por el arte y hasta una forma de gobierno. “Lo que se impone desde Italia es que el arte es una manera de poder filtrar el poder sobre la sociedad. Y en el caso de la música religiosa, a través del canto y de toda esa potencialidad retórica del barroco, es como la iglesia adquiere poder y admiración por parte de las masas. Es un concepto integral que recoge Madrid y lo expande a toda la península y a América”.

“Ponemos en valor a Goya y Velázquez. Igual de importante es hacerlo también con artistas como Antonio Literes o José de Nebra”
Daniel Pinteño

El patrimonio resulta amplio y rico, pero ni Mena ni Pinteño creen que se esté cuidando como se debería. “Es un mal endémico. Muchos hemos luchado por sacar adelante ese pasado, pero casi siempre a título personal. Por eso es importantísimo interpretarlo en concierto y grabarlo en disco. Es la única forma que tenemos de darlo a conocer. Ponemos en valor a Goya y Velázquez. Igual de importante es hacerlo también con artistas como Antonio Literes o José de Nebra”, dice el violinista. ¿Qué hubiera sido de estos dos compositores si hubieran nacido en Italia y no en España? Los dos músicos coinciden: serían mucho más conocidos de lo que son ahora.

El problema de base, explica Mena, reside en la implantación de un concepto incompleto de recuperación de la obra. Y esto hace que el patrimonio musical español resulte más difícil de rescatar y conlleve más tiempo y esfuerzo que el de otras disciplinas. “Cuando se restaura un cuadro de Goya, hay tres elementos: el pintor, la obra y el restaurador. En el caso de la música existe el compositor, la partitura y el restaurador, que sería el musicólogo. Pero esa obra no es nada si no se interpreta”. Para llegar a ese último paso es vital cuidar tanto la formación de los intérpretes como las estructuras, los canales y los museos donde se exhibirán esas melodías, dice. Y aquí reside el problema. “Soy un cantante demandado para interpretar Bach en Alemania, Austria... O para cantar música inglesa o francesa. La cuestión es ¿cuándo llevo yo la española a Europa? Mis colegas franceses, alemanes, ingleses e italianos tienen apoyos institucionales para interpretar su música en otros países. Pero en España no existe un concepto de patrimonio musical”, sentencia Mena.

El programa que Concerto 1700 y Carlos Mena interpretarán este jueves lo completan los compositores Tomaso Albinoni y Arcangelo Corelli. “Los he elegido porque son obras de iglesia. Y la idea era usar de pegamento para estas cantadas sacras piezas instrumentales vinculadas con la iglesia”, señala Pinteño.

No es la primera vez que él y Mena tocan juntos. Se conocieron hace años y ambos comparten una manera de entender la música. “Interpretar este repertorio tiene algo de libertad, de frescura. Pero yo no puedo concebirlo sin una seriedad en los planteamientos previos. Daniel tiene un punto de estudioso, pero a la vez no es alguien cerrado. Hay un equilibrio que yo comparto”, resume Mena. Iban a actuar juntos hace un año, también en el marco del Festival Internacional de Arte Sacro. Pero llegó el confinamiento por la pandemia. “En esa época yo recibía no menos de cinco cancelaciones al día. Recuerdo pensar ‘¿qué voy a hacer con mi vida?”, dice Pinteño. Ambos han podido retomar sus agendas, que ahora se plantean más a corto plazo. Concierto a concierto. Y también notan el interés del público. Lo sienten algo más temeroso, sí, pero ven que las iglesias se llenan. “Las ganas de música, cultura y patrimonio van más allá. Es uno de los espectáculos más seguros que hay. Hasta yo voy con mascarilla. El único que no la lleva es Carlos [el contratenor] y por razones obvias. Las ganas pueden más que el miedo y así lo constatamos en cada concierto”, concluye Pinteño.

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